Las redes, el nuevo ring

Javier Solórzano

El jueves estuvimos en una muy interesante reunión convocada por Google. El tema: las redes y la elección presidencial. La pregunta anda por doquier: ¿qué tanto influirán las redes en la votación? No se puede sobrevalorar su peso como si actuaran solas. Quien las echa a andar somos los usuarios. El nombre de juego ha sido, es y será el contenido. Lo que pase a través del Twitter, Facebook, portales o todo lo que tenga que ver con llamadas nuevas tecnologías pasa por la cabeza de quien las utiliza.

Las movilizaciones en el mundo árabe tuvieron en las redes un elemento detonador; igual sucedió con los “indignados”. La rapidez, la inmediatez y la comunicación directa son algunas de las virtudes que pasan por las redes por donde también ya pasan los vicios y los retruécanos de la política. El uso de la red por parte de los candidatos no ha ofrecido nada sorprendente. Más bien las han usado para adelantarse informativamente a los medios o para responder a los tuiteros, más con la intención de hacerse ver que de comunicar ideas. Están en las redes en buena medida porque quieren que se sepa que están en ellas.

La cuestión es si más allá de la evidente cargada que se está dando en las redes a través del anonimato en que se mueven, se podrían provocar genuinas movilizaciones o convocatorias a votar por algún candidato. Hace seis años, el desarrollo de las redes era menor pero con todo y ello sirvieron para que muchos se movilizaran para invitar al voto nulo. Una de las razones por las cuales se aprobó “el voto por voto, casilla por casilla”, en caso de que diferencia entre los punteros sea menor al uno por ciento, se debe a que en las pasadas elecciones presidenciales el voto nulo alcanzo un poco más del 2% del total de la votación. La diferencia entre un candidato y otro era menor que la del voto nulo; tema central, no se olvide, de la sociedad en aquellos días.

Las redes son manipuladas, en la expresión literal de la palabra, por sus usuarios. Son ya parte de las maquinarías que conforman el proceso electoral. La importancia de ellas son la libertad en la que se mueven, sin pasar por alto la impunidad a través del anonimato la cual es cada vez mayor. La intransigencia es una característica, quizá inevitable, del Twitter. Hay de aquel o aquella que se equivoque, mande mensajes a quien no debe, tenga faltas de ortografía o manifieste torpeza. No hay quien se salve, pero cuando esto le pasa a un candidato surge la cargada vía otros tuiteros para defender o agredir a quien emite la crítica.

¿Qué pasara con las redes en las elecciones? Todo tiene una alta dosis de enigma. No se sabe porque el escenario es inédito. Lo que es un hecho es que no va a bastar con defender a los candidatos o que ellos se dediquen estar solo por estar. Tendrán que correr riesgos y sobre todo saber usarlas. Como sea, nadie puede perder de vista que su crecimiento es evidente y tarde que temprano será un instrumento para la gran mayoría de la población.

Muchas de las preguntas en la reunión convocada por Google iban por este tenor. Se habló del caso Michoacán en donde un red de tuiteros adelantó el resultado con una precisión pasmosa. De que van a pesar y mucho, no hay duda, y más porque quienes son sus principales usuarios están entre los 20 y 39 años de edad. Las redes van a tener enfrente al voto duro, el uso de la pobreza y las cuotas de poder, pero sobre todo van a tener enfrente el uso político que ya se esta haciendo de ellas.

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