José Carreño Figueras
La visita del Vicepresidente Joseph Biden despertó enorme interés en México, con preguntas que fueron de una posibilidad de apertura del debate sobre legalización de la mariguana a la inevitable idea de que vino a “inspección” de los candidatos presidenciales mexicanos.
La realidad es mucho mas y mucho menos que eso.
De entrada, es cierto que se puede considerar como una declaración de interés en la región, si no por otra razón porque hay preocupación de que la violencia que ahora acompaña al narcotráfico en México y Centroamérica pudieran extenderse a territorio estadounidense.
Pero para eso no se necesita una visita del Vicepresidente, ni siquiera la de un funcionario de gabinete. Son cosas que se saben vía embajadas.
La presencia de Biden en México y Centroamérica fue esencialmente por motivos domésticos estadounidenses, de corte político-electoral para ser exactos.
Por un lado, permite al gobierno del presidente Barack Obama subrayar su interés en la región, frente a las acusaciones republicanas sobre la falta de interés en la región y una problemática que por razones familiares afecta a una buena parte de los hispanos que radican en los Estados Unidos.
Y es de recordar que los latinos tienen una creciente importancia en el mercado electoral estadounidense pero también que como grupo se sienten blanco de la hostilidad de los republicanos.
Al mismo tiempo, se trata de subrayar la importancia que dan los Estados Unidos al combate a las drogas y al menos oficialmente dar seguridades sobre la corresponsabilidad estadounidense en el problema y su intención de mantener la colaboración con los gobiernos de la región -y en el caso de México sus posibles sucesores-, lo que siempre es política y publicitariamente positivo dentro y fuera de su país.
La legalización de la marihuana no está por ahora en las posibilidades. Sí, hay un creciente impulso que se refleja en las iniciativas que se dan en los diferentes estados y que tienen cada vez mas eco, pero también hay una resistencia creciente, al menos en lo vocal y el sistema político estadounidense asegura que esa obstrucción pueda prolongarse.
Puede decirse en todo caso que se trató de la visita de un buen vecino, interesado en lo que pasa en México -y en Centroamérica-, pero que sin subestimar los efectos de su presencia en los lugares visitados tuvo sobre todo un ojo sobre lo que ese viaje puede representar en casa.
La visita del Vicepresidente Joseph Biden despertó enorme interés en México, con preguntas que fueron de una posibilidad de apertura del debate sobre legalización de la mariguana a la inevitable idea de que vino a “inspección” de los candidatos presidenciales mexicanos.
La realidad es mucho mas y mucho menos que eso.
De entrada, es cierto que se puede considerar como una declaración de interés en la región, si no por otra razón porque hay preocupación de que la violencia que ahora acompaña al narcotráfico en México y Centroamérica pudieran extenderse a territorio estadounidense.
Pero para eso no se necesita una visita del Vicepresidente, ni siquiera la de un funcionario de gabinete. Son cosas que se saben vía embajadas.
La presencia de Biden en México y Centroamérica fue esencialmente por motivos domésticos estadounidenses, de corte político-electoral para ser exactos.
Por un lado, permite al gobierno del presidente Barack Obama subrayar su interés en la región, frente a las acusaciones republicanas sobre la falta de interés en la región y una problemática que por razones familiares afecta a una buena parte de los hispanos que radican en los Estados Unidos.
Y es de recordar que los latinos tienen una creciente importancia en el mercado electoral estadounidense pero también que como grupo se sienten blanco de la hostilidad de los republicanos.
Al mismo tiempo, se trata de subrayar la importancia que dan los Estados Unidos al combate a las drogas y al menos oficialmente dar seguridades sobre la corresponsabilidad estadounidense en el problema y su intención de mantener la colaboración con los gobiernos de la región -y en el caso de México sus posibles sucesores-, lo que siempre es política y publicitariamente positivo dentro y fuera de su país.
La legalización de la marihuana no está por ahora en las posibilidades. Sí, hay un creciente impulso que se refleja en las iniciativas que se dan en los diferentes estados y que tienen cada vez mas eco, pero también hay una resistencia creciente, al menos en lo vocal y el sistema político estadounidense asegura que esa obstrucción pueda prolongarse.
Puede decirse en todo caso que se trató de la visita de un buen vecino, interesado en lo que pasa en México -y en Centroamérica-, pero que sin subestimar los efectos de su presencia en los lugares visitados tuvo sobre todo un ojo sobre lo que ese viaje puede representar en casa.
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