Jorge Diaz
La semana pasada fue particularmente violenta, nuevamente muchas zonas del país se vieron en medio de situaciones que en otros tiempos serían inimaginables, pero gracias a la guerra emprendida por Calderón en 2007, han transformado nuestra capacidad de asombro.
Amén de muchos intereses que se persiguen con estos hechos por parte de los involucrados, definitivamente va implícito un mensaje que incide directamente en las próximas elecciones. La lectura que la ciudadanía haga de los eventos narrados en todos los medios de comunicación, las explicaciones oficiales que se vierten y las nuevas arremetidas que surjan desde el crimen organizado, será definitoria a la hora de cruzar la boleta.
Es de esperarse que las interpretaciones vayan principalmente en dos sentidos: Porque la violencia no disminuye, hay que dar continuidad a las políticas emprendidas por el actual régimen para que se les siga combatiendo en el mismo tenor; o bien, porque desde 2007 no han podido con los criminales y éstos se vuelven cada vez más sanguinarios y contestatarios ante la provocación del gobierno, hay que probar formulas distintas, que forzosamente llegarán desde un partido distinto al de Calderón.
El tradicional conservadurismo de los mexicanos se verá enfrentado a la modernidad con la que los más jóvenes conciben al mundo, el consumo de drogas, el tráfico de las mismas, la falta de oportunidades que sufren día a día y la globalización en la que están inmersos por tantos avances tecnológicos y apertura en muchos temas. La pregunta clave es: quiénes serán mayoría a la hora de estar en las urnas.
Llama la atención que cuando se acercaba el periodo de elecciones, el presidente no dudó en mencionar que se vigilará a todos los actores políticos para prevenir que el crimen infiltre las campañas, no se mide en su intento por asociar a otros partidos de tener nexos con los criminales y en sus discursos siempre encuentra un lugar para recordar la amenaza que representa cambiar de estrategia.
Se puede intuir fácilmente, que es él quien precisamente se vale más del crimen organizado para lograr el propósito de la continuidad, y son los criminales quienes entrando en su juego, le regalan esa posibilidad, ya sea por provocación o estrategia. Mientras más apunta con su índice a posibles sospechosos de estar coludidos con el crimen, es él quien mete a las bandas delincuenciales a ser protagonistas en las elecciones, por el mensaje implícito al que me estoy refiriendo. Es en épocas electorales cuando el tratamiento mediático por parte del gobierno debería ser más cuidadoso y no ser utilizado en un tono de amenaza, advertencia, proselitismo.
De ahí que sea de sumo interés las dos lecturas (quizá más) que den los mexicanos de lo que está ocurriendo, para definir el rumbo al menos en ese tema los próximos seis años.
A fin de cuentas, la violencia no disminuye, los cárteles son más fuertes, el tráfico de drogas goza de plena salud, el consumo en nuestro país va en aumento, en los Estados Unidos las drogas son ya casi canasta básica, y todos los horrores vividos los últimos años sólo sirven para crear una percepción entre los ciudadanos y de esa percepción depende la elección de nuestro próximo presidente.
La semana pasada fue particularmente violenta, nuevamente muchas zonas del país se vieron en medio de situaciones que en otros tiempos serían inimaginables, pero gracias a la guerra emprendida por Calderón en 2007, han transformado nuestra capacidad de asombro.
Amén de muchos intereses que se persiguen con estos hechos por parte de los involucrados, definitivamente va implícito un mensaje que incide directamente en las próximas elecciones. La lectura que la ciudadanía haga de los eventos narrados en todos los medios de comunicación, las explicaciones oficiales que se vierten y las nuevas arremetidas que surjan desde el crimen organizado, será definitoria a la hora de cruzar la boleta.
Es de esperarse que las interpretaciones vayan principalmente en dos sentidos: Porque la violencia no disminuye, hay que dar continuidad a las políticas emprendidas por el actual régimen para que se les siga combatiendo en el mismo tenor; o bien, porque desde 2007 no han podido con los criminales y éstos se vuelven cada vez más sanguinarios y contestatarios ante la provocación del gobierno, hay que probar formulas distintas, que forzosamente llegarán desde un partido distinto al de Calderón.
El tradicional conservadurismo de los mexicanos se verá enfrentado a la modernidad con la que los más jóvenes conciben al mundo, el consumo de drogas, el tráfico de las mismas, la falta de oportunidades que sufren día a día y la globalización en la que están inmersos por tantos avances tecnológicos y apertura en muchos temas. La pregunta clave es: quiénes serán mayoría a la hora de estar en las urnas.
Llama la atención que cuando se acercaba el periodo de elecciones, el presidente no dudó en mencionar que se vigilará a todos los actores políticos para prevenir que el crimen infiltre las campañas, no se mide en su intento por asociar a otros partidos de tener nexos con los criminales y en sus discursos siempre encuentra un lugar para recordar la amenaza que representa cambiar de estrategia.
Se puede intuir fácilmente, que es él quien precisamente se vale más del crimen organizado para lograr el propósito de la continuidad, y son los criminales quienes entrando en su juego, le regalan esa posibilidad, ya sea por provocación o estrategia. Mientras más apunta con su índice a posibles sospechosos de estar coludidos con el crimen, es él quien mete a las bandas delincuenciales a ser protagonistas en las elecciones, por el mensaje implícito al que me estoy refiriendo. Es en épocas electorales cuando el tratamiento mediático por parte del gobierno debería ser más cuidadoso y no ser utilizado en un tono de amenaza, advertencia, proselitismo.
De ahí que sea de sumo interés las dos lecturas (quizá más) que den los mexicanos de lo que está ocurriendo, para definir el rumbo al menos en ese tema los próximos seis años.
A fin de cuentas, la violencia no disminuye, los cárteles son más fuertes, el tráfico de drogas goza de plena salud, el consumo en nuestro país va en aumento, en los Estados Unidos las drogas son ya casi canasta básica, y todos los horrores vividos los últimos años sólo sirven para crear una percepción entre los ciudadanos y de esa percepción depende la elección de nuestro próximo presidente.
Comentarios