Francisco Garfias
Roberto Gil le presentó ayer su renuncia a Josefina Vázquez Mota. La candidata no se la aceptó, pero sí le pidió que asumiera públicamente el “error logístico, humano”, que arruinó la ceremonia de toma de protesta de la panista.
El coordinador de campaña tomó la equivocada decisión de retrasar, hasta el sudor de los acarreados, el importante evento.
Dos horas a la intemperie, cuando caía un sol a plomo y se pronunciaban los discursos, tan innecesarios como infumables, de Isabel Miranda de Wallace y Gustavo Madero.
Este error de “logística” provocó que la gente se saliera del Estadio Azul, el pasado domingo, antes de que la candidata pronunciara su discurso frente a miles de butacas vacías que, minutos antes, estaban ocupadas.
“Gil quería el estadio al 100”, nos explicó, molesto, uno de los colaboradores de Vázquez Mota.
Josefina estaba lista para rendir protesta y hablar desde las 11:30 de la mañana del domingo. Es más, estaba ansiosa por hacerlo. A esas horas la entrada era muy buena. Casi lleno.
Pero Roberto se aferraba a más. “Todavía hay gente afuera, hay que esperar”, repetía. Era el coordinador. Tuvieron que hacerle caso. Lo que nunca imaginaron es que la gente que estaba dentro del estadio se le iba a salir.
Cuando Gil puso sobre la mesa su renuncia, en un acto de congruencia, Josefina recordó la moraleja que el entonces presidente de Chile, Ricardo Lagos, le contó sobre Michelle Bachelet, su ministra de Salud, primero, y de Defensa, después.
Bachelet, quien al final fue su sucesora, cometió un error. Las presiones se multiplicaron para que la echara. No lo hizo. “Si la corro hubiese perdido una buena ministra y una extraordinaria presidenta”, le dijo a Josefina.
Y conste que no estaba destapando a Gil para 2018.
Sabemos, eso sí, que Vázquez Mota le pidió a Gil que asumiera su responsabilidad. El coordinador cumplió con la encomienda. Hizo el *tour de medios para decir lo mismo: Se cometió un error y yo asumo esa responsabilidad.
“Hubo error en el planteamiento del programa y empezamos tarde. La gente poco a poco fue abandonando el escenario, se cometió ese error sin lugar a dudas y nos preocupa. Pero lo vamos a corregir y estoy dando la cara”, dijo en una de las entrevistas en Radio Fórmula.
“Debió haber sido más corto el programa, debimos haber sido más sensibles con la gente que ya llevaba tiempo esperando a Josefina”, admitió.
Al interior del equipo de Vázquez Mota las caras eran de vergüenza por el fiasco del Estadio Azul. “Si asumió su responsabilidad, que se vaya”, dijo, tajante, el diputado Luis Enrique Mercado.
Y es que la candidata del PAN había apostado fuerte. Eligió un inmueble con capacidad para 35 mil personas. Quería mostrar músculo, poder de convocatoria. Era su día. Terminó siendo su noche.
No hubo una pantalla en los noticieros de televisión, una foto en los diarios, que no mostrara las gradas vacías mientras ella hablaba.
Antes de que Gil asumiera su responsabilidad, el argumento más utilizado para explicar es que el sol estaba “fuertísimo”.
—¿Y el sol es el único responsable?— le preguntamos a un diputado del azul.
—Por supuesto que no. Hubo falta de pericia para operar este tipo de eventos. Roberto Gil quería el estadio al 100, y retrasó el inicio. Fueron muchos discursos. La toma de protesta de la comisión. Lo ideal era la toma de protesta y el mensaje de la candidata.
“Lo complicado de esto es que el equipo de campaña que acompaña a Roberto Gil es más de gabinete que de operación. Para esto se requiere habilidad de operación y sensibilidad política para el manejo de eventos masivos y los tiempos de organización”, puntualizó el legislador.
Los adversarios de Josefina fueron más modestos. López Obrador se metió al defeño Teatro Metropólitan para rendir protesta como candidato del Movimiento Ciudadano.
Al Peje, por cierto, le faltan dos ceremonias similares: la del PT y la del PRD, integrantes también de la coalición Movimiento Progresista.
Peña Nieto lo hizo en forma austera, ante consejeros del PRI, en el Auditorio Mariano Abasolo de Dolores Hidalgo. Un lugar emblemático, la cuna de la Independencia. Un mensaje: basta de malos gobiernos.
Nos enteramos también de que los priistas por poco caen en la provocación. Cuando se enteraron de que Josefina haría su acto en el Estadio Azul quisieron revirarle en grande.
Tenían contratado el Auditorio Nacional. Pensaron en el Estadio Azteca. Ponderaron también el Foro Sol. 72 horas antes de rendir protesta tomó la decisión de ir a Dolores Hidalgo. “No se trata de un concurso de acarreos”, nos dijo.
Roberto Gil le presentó ayer su renuncia a Josefina Vázquez Mota. La candidata no se la aceptó, pero sí le pidió que asumiera públicamente el “error logístico, humano”, que arruinó la ceremonia de toma de protesta de la panista.
El coordinador de campaña tomó la equivocada decisión de retrasar, hasta el sudor de los acarreados, el importante evento.
Dos horas a la intemperie, cuando caía un sol a plomo y se pronunciaban los discursos, tan innecesarios como infumables, de Isabel Miranda de Wallace y Gustavo Madero.
Este error de “logística” provocó que la gente se saliera del Estadio Azul, el pasado domingo, antes de que la candidata pronunciara su discurso frente a miles de butacas vacías que, minutos antes, estaban ocupadas.
“Gil quería el estadio al 100”, nos explicó, molesto, uno de los colaboradores de Vázquez Mota.
Josefina estaba lista para rendir protesta y hablar desde las 11:30 de la mañana del domingo. Es más, estaba ansiosa por hacerlo. A esas horas la entrada era muy buena. Casi lleno.
Pero Roberto se aferraba a más. “Todavía hay gente afuera, hay que esperar”, repetía. Era el coordinador. Tuvieron que hacerle caso. Lo que nunca imaginaron es que la gente que estaba dentro del estadio se le iba a salir.
Cuando Gil puso sobre la mesa su renuncia, en un acto de congruencia, Josefina recordó la moraleja que el entonces presidente de Chile, Ricardo Lagos, le contó sobre Michelle Bachelet, su ministra de Salud, primero, y de Defensa, después.
Bachelet, quien al final fue su sucesora, cometió un error. Las presiones se multiplicaron para que la echara. No lo hizo. “Si la corro hubiese perdido una buena ministra y una extraordinaria presidenta”, le dijo a Josefina.
Y conste que no estaba destapando a Gil para 2018.
Sabemos, eso sí, que Vázquez Mota le pidió a Gil que asumiera su responsabilidad. El coordinador cumplió con la encomienda. Hizo el *tour de medios para decir lo mismo: Se cometió un error y yo asumo esa responsabilidad.
“Hubo error en el planteamiento del programa y empezamos tarde. La gente poco a poco fue abandonando el escenario, se cometió ese error sin lugar a dudas y nos preocupa. Pero lo vamos a corregir y estoy dando la cara”, dijo en una de las entrevistas en Radio Fórmula.
“Debió haber sido más corto el programa, debimos haber sido más sensibles con la gente que ya llevaba tiempo esperando a Josefina”, admitió.
Al interior del equipo de Vázquez Mota las caras eran de vergüenza por el fiasco del Estadio Azul. “Si asumió su responsabilidad, que se vaya”, dijo, tajante, el diputado Luis Enrique Mercado.
Y es que la candidata del PAN había apostado fuerte. Eligió un inmueble con capacidad para 35 mil personas. Quería mostrar músculo, poder de convocatoria. Era su día. Terminó siendo su noche.
No hubo una pantalla en los noticieros de televisión, una foto en los diarios, que no mostrara las gradas vacías mientras ella hablaba.
Antes de que Gil asumiera su responsabilidad, el argumento más utilizado para explicar es que el sol estaba “fuertísimo”.
—¿Y el sol es el único responsable?— le preguntamos a un diputado del azul.
—Por supuesto que no. Hubo falta de pericia para operar este tipo de eventos. Roberto Gil quería el estadio al 100, y retrasó el inicio. Fueron muchos discursos. La toma de protesta de la comisión. Lo ideal era la toma de protesta y el mensaje de la candidata.
“Lo complicado de esto es que el equipo de campaña que acompaña a Roberto Gil es más de gabinete que de operación. Para esto se requiere habilidad de operación y sensibilidad política para el manejo de eventos masivos y los tiempos de organización”, puntualizó el legislador.
Los adversarios de Josefina fueron más modestos. López Obrador se metió al defeño Teatro Metropólitan para rendir protesta como candidato del Movimiento Ciudadano.
Al Peje, por cierto, le faltan dos ceremonias similares: la del PT y la del PRD, integrantes también de la coalición Movimiento Progresista.
Peña Nieto lo hizo en forma austera, ante consejeros del PRI, en el Auditorio Mariano Abasolo de Dolores Hidalgo. Un lugar emblemático, la cuna de la Independencia. Un mensaje: basta de malos gobiernos.
Nos enteramos también de que los priistas por poco caen en la provocación. Cuando se enteraron de que Josefina haría su acto en el Estadio Azul quisieron revirarle en grande.
Tenían contratado el Auditorio Nacional. Pensaron en el Estadio Azteca. Ponderaron también el Foro Sol. 72 horas antes de rendir protesta tomó la decisión de ir a Dolores Hidalgo. “No se trata de un concurso de acarreos”, nos dijo.
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