Jenaro Villamil
De que la contienda entre Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota se está “cerrando” no hay duda. Sin embargo, la competencia entre el priista y la panista no es por puntos demoscópicos sino por el trofeo a los desaciertos y prácticas poco elegantes, ridiculizadas por sus respectivos simpatizantes, trolles, bots y usuarios de redes sociales, en franca disputa por crear el Trending Topic de Twitter.
Por ahora, la disputa no involucra directamente a Andrés Manuel López Obrador, salvo por la constante prohibición de los spots de quien hasta ahora ha decidido mantener una sana distancia en el pleito mediático entre Peña Nieto y Vázquez Mota.
El domingo 11, la exsecretaria de Desarrollo Social foxista tuvo que mantener congelada la sonrisa ante un hecho bochornoso para cualquier candidato o partido con un mínimo de experiencia en las artes del relleno escenográfico de los estadios y plazas públicas.
Nadie recuerda ahora lo que Vázquez Mota dijo mientras rendía protesta como candidata presidencial del PAN. Todos recuerdan o mencionan la graciosa huida de los asistentes al Estadio Azul en la súper panista delegación Benito Juárez cuando terminó el espectáculo de “La Diosa de la Cumbia” y comenzó el discurso del manual de autosuperación de la autora de Dios mío, hazme viuda, por favor!
Vázquez Mota se quedó ante un estadio semivacío de presuntos militantes o adherentes panistas. De los 35 mil seres humanos que presumió su equipo de campaña, no quedaba ni la mitad de asistentes. Ella sonreía. Las gradas se vaciaban. Molestos, los “transportados” desde Puebla y delegaciones adherentes del Distrito Federal criticaban la larga espera.
En las redes sociales, especialmente en Twitter, la proliferación de mensajes con el hashtag #VázquezMotaAlone demostraron hasta dónde puede llegar la ironía en contra de la candidata oficialista.
Su coordinador, Roberto Gil Zuarth, tuvo el encanto de autoinculparse. Dijo que lo sucedido fueron “errores de logística”, como si el acarreo fuera logística y no una práctica política premoderna.
Para el PRI no fueron sólo “errores de logístico”, sino una posible violación a lo dispuesto por la ley electoral. En el periodo de intercampañas, argumentan los priistas, están prohibidos los mítines a población abierta y sólo se permiten reuniones cerradas con militantes o simpatizantes.
Peor para el PAN si trata de contraargumentar que los asistentes al Estadio Azul no fueron acarreados sino militantes y adherentes convencidos de su apoyo a Vázquez Mota. En tal caso, se daría un balazo en el pie. La convicción se desmorona ante la logística. Y ni la “Diosa de la Cumbia” puede salvarlos.
Al día siguiente, el lunes 12, Enrique Peña Nieto decidió rendir protesta como aspirante presidencial en el emblemático municipio de Dolores Hidalgo, donde el cura Miguel Hidalgo y Costilla lanzó su proclama de Independencia, sin acudir al “acordeón” o telepromter. Al menos, ningún historiador lo ha documentado.
A sus organizadores se les hizo cómodo que la proclama de “¡Basta del mal gobierno!” la lanzara Peña Nieto leyéndola en cuatro pantallas desplegadas en el auditorio a puerta cerrada. El teleprompter no estuvo oculto sino a ojos de todos los asistentes.
Si fuera el conductor de un espectáculo musical o el lector de algún noticiero televisivo o el novato cantante que pretende apoyarse en las líneas para no equivocarse en el guión, el teleprompter sería un aditamento más del show y no un vergonzoso recurso para quien desea transmitir convicción y emoción opositora.
Sin embargo, se trató del candidato mejor posicionado en las encuestas, el que cumple compromisos, el que alienta a la modernidad y emula a Luis Donaldo Colosio, el último mártir priista.
Las burlas contra Peña Nieto revivieron en las redes sociales, con la etiqueta #@EPNTeleprompter. Su coordinador de campaña, Luis Videgaray, confirmó en entrevista radiofónica con Carmen Aristegui el uso de este mecanismo, pero consideró que eran una “exageración” las críticas a Peña Nieto. “Hasta los mejores estadistas” lo usan, alegó Videgaray.
En ambos casos –la logística y el teleprompter– lo que sale a relucir es la impostura. Y los ejércitos digitales respectivos critican al adversario sin darse cuenta de que sólo acrecientan el expediente de la pena ajena y olvidan reproducir el mensaje que sus candidatos quisieron transmitir.
La jornada de toma de protesta de PAN y PRI quedó para el anecdotario como el día en que el Estado Azul quedó vació y Dolores Hidalgo tuvo un conductor en teleprompter.
De que la contienda entre Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota se está “cerrando” no hay duda. Sin embargo, la competencia entre el priista y la panista no es por puntos demoscópicos sino por el trofeo a los desaciertos y prácticas poco elegantes, ridiculizadas por sus respectivos simpatizantes, trolles, bots y usuarios de redes sociales, en franca disputa por crear el Trending Topic de Twitter.
Por ahora, la disputa no involucra directamente a Andrés Manuel López Obrador, salvo por la constante prohibición de los spots de quien hasta ahora ha decidido mantener una sana distancia en el pleito mediático entre Peña Nieto y Vázquez Mota.
El domingo 11, la exsecretaria de Desarrollo Social foxista tuvo que mantener congelada la sonrisa ante un hecho bochornoso para cualquier candidato o partido con un mínimo de experiencia en las artes del relleno escenográfico de los estadios y plazas públicas.
Nadie recuerda ahora lo que Vázquez Mota dijo mientras rendía protesta como candidata presidencial del PAN. Todos recuerdan o mencionan la graciosa huida de los asistentes al Estadio Azul en la súper panista delegación Benito Juárez cuando terminó el espectáculo de “La Diosa de la Cumbia” y comenzó el discurso del manual de autosuperación de la autora de Dios mío, hazme viuda, por favor!
Vázquez Mota se quedó ante un estadio semivacío de presuntos militantes o adherentes panistas. De los 35 mil seres humanos que presumió su equipo de campaña, no quedaba ni la mitad de asistentes. Ella sonreía. Las gradas se vaciaban. Molestos, los “transportados” desde Puebla y delegaciones adherentes del Distrito Federal criticaban la larga espera.
En las redes sociales, especialmente en Twitter, la proliferación de mensajes con el hashtag #VázquezMotaAlone demostraron hasta dónde puede llegar la ironía en contra de la candidata oficialista.
Su coordinador, Roberto Gil Zuarth, tuvo el encanto de autoinculparse. Dijo que lo sucedido fueron “errores de logística”, como si el acarreo fuera logística y no una práctica política premoderna.
Para el PRI no fueron sólo “errores de logístico”, sino una posible violación a lo dispuesto por la ley electoral. En el periodo de intercampañas, argumentan los priistas, están prohibidos los mítines a población abierta y sólo se permiten reuniones cerradas con militantes o simpatizantes.
Peor para el PAN si trata de contraargumentar que los asistentes al Estadio Azul no fueron acarreados sino militantes y adherentes convencidos de su apoyo a Vázquez Mota. En tal caso, se daría un balazo en el pie. La convicción se desmorona ante la logística. Y ni la “Diosa de la Cumbia” puede salvarlos.
Al día siguiente, el lunes 12, Enrique Peña Nieto decidió rendir protesta como aspirante presidencial en el emblemático municipio de Dolores Hidalgo, donde el cura Miguel Hidalgo y Costilla lanzó su proclama de Independencia, sin acudir al “acordeón” o telepromter. Al menos, ningún historiador lo ha documentado.
A sus organizadores se les hizo cómodo que la proclama de “¡Basta del mal gobierno!” la lanzara Peña Nieto leyéndola en cuatro pantallas desplegadas en el auditorio a puerta cerrada. El teleprompter no estuvo oculto sino a ojos de todos los asistentes.
Si fuera el conductor de un espectáculo musical o el lector de algún noticiero televisivo o el novato cantante que pretende apoyarse en las líneas para no equivocarse en el guión, el teleprompter sería un aditamento más del show y no un vergonzoso recurso para quien desea transmitir convicción y emoción opositora.
Sin embargo, se trató del candidato mejor posicionado en las encuestas, el que cumple compromisos, el que alienta a la modernidad y emula a Luis Donaldo Colosio, el último mártir priista.
Las burlas contra Peña Nieto revivieron en las redes sociales, con la etiqueta #@EPNTeleprompter. Su coordinador de campaña, Luis Videgaray, confirmó en entrevista radiofónica con Carmen Aristegui el uso de este mecanismo, pero consideró que eran una “exageración” las críticas a Peña Nieto. “Hasta los mejores estadistas” lo usan, alegó Videgaray.
En ambos casos –la logística y el teleprompter– lo que sale a relucir es la impostura. Y los ejércitos digitales respectivos critican al adversario sin darse cuenta de que sólo acrecientan el expediente de la pena ajena y olvidan reproducir el mensaje que sus candidatos quisieron transmitir.
La jornada de toma de protesta de PAN y PRI quedó para el anecdotario como el día en que el Estado Azul quedó vació y Dolores Hidalgo tuvo un conductor en teleprompter.
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