La brújula de Josefina

Raymundo Riva Palacio

Josefina Vázquez Mota lleva más dos semanas con la brújula electoral perdida. Comenzó con el desastre del Estadio Azul en su toma de protesta y avanza con una forma muy peculiar de tomar distancia del gobierno de Felipe Calderón: lo acusó de espiar a políticos. No lo dijo de esa manera, pero así resultó tras la manera como le dio salida a la grabación de una plática que tuvo con su coordinador de redes sociales, donde se mofa del secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, por espiarla, y de la directora de Comunicación Social de Los Pinos, Alejandra Sota, por difundirlos.

Vázquez Mota se volvió la víctima del espionaje político del gobierno federal, aunque el vocero del PAN, Javier Lozano, quiso desviar la acusación hacia el PRI. Pero, ¿por qué razón el equipo del candidato Enrique Peña Nieto, que en el promedio de las encuestas de preferencia electoral la aventaja por 20 puntos, se preocuparía de ella? Si cada punto porcentual suma aproximadamente 500 mil electores, 10 millones de votos de diferencia se antojan demasiados para que Vázquez Mota les signifique una preocupación real en este momento.

El argumento de Lozano tiene, por encima de todo, la misma debilidad de la afirmación del equipo de Vázquez Mota al afirmar que García Luna no es adversario de la candidata: no desmiente el contenido. Las grabaciones telefónicas han sido un factor perverso en la política mexicana desde que tomaron carta de identidad hace más de 10 años cuando se difundieron unas embarazosas de la maestra Elba Esther Gordillo. Desde entonces, lejos de atacarlas por ilegales, se han utilizado como extensión de estrategias electorales, aprovechando el hambre insaciable de los medios por los escándalos fáciles
.
En estas reglas del juego, Vázquez Mota está ahora en el centro de una polémica donde lo relevante no es el hecho ilegal en sí mismo, sino sus dichos. Bajo esa lógica, el contenido debería de haber sido desacreditado, salvo que el objetivo real sea distinto al que se muestra. Es decir:

1.- Ni Vázquez Mota ni su equipo de campaña negaron en ningún momento que la grabación fuera auténtica, o que su contenido fuera alterado. El que su coordinador de redes sociales, Agustín Torres, su interlocutor en esa grabación, dijera que presentarán una denuncia de hechos ante la PGR sin tampoco mencionar la veracidad del contenido, sugiere que es cierto lo que ahí se dice.

2.- Ni Vázquez Mota ni su equipo de campaña son tontos. Por tanto, como hipótesis de trabajo se puede plantear que no negaron el contenido porque se saben culpables de ese tipo de expresiones y temen que haya más grabaciones que puedan encontrar una salida pública; o que deliberadamente dejaron correr la especie en una retorcida y arriesgada estrategia de establecer un deslinde del gobierno en García Luna, el secretario al que políticamente es muy correcto hostigar, como respuesta a las presiones internas que tiene para distanciarse de Calderón y buscar el voto de castigo al Presidente.

En cualquier caso, sin importar que en el primer impacto mediático ella sea la única ganadora al cambiar el spin del hundimiento de su campaña presidencial por el de víctima, ella pierde al abrir un hoyo enorme al Presidente. Afirmar que García Luna la espió es tanto como decir que Plataforma México, la maravilla tecnológica de la policía, es utilizada también con fines políticos, como dicen los adversarios más enconados del gobierno federal. Como ex secretaria de Educación, ese tipo de imputación tiene una carga política distinta al ir supuestamente acompañada de conocimiento de primera mano. Por tanto, es verosímil su acusación de espionaje político.

Hacia fuera del PAN, esa imputación difícilmente le dará puntos electorales o será interpretado como un deslinde del Presidente. Más bien parece un suicidio político, al enfrentarse directamente al Presidente, a Los Pinos y al aparato de seguridad federal. No hay control de daños posible a largo plazo, ni tampoco se aprecia una administración de crisis. Está peor que en el fiasco del Estadio Azul, lo que habla que la brújula terminó de descomponérsele.

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