miércoles, marzo 28, 2012

La agenda empresarial electoral…, 
la de siempre

Enrique Campos Suárez

Lo único que no pueden hacer sectores como el empresarial es rendirse en su exigencia de ser escuchados e incluidos en los planes de gobierno.

No les cuesta trabajo a organismos como el Consejo Coordinador Empresarial (CCE)atraer a los candidatos, porque cuando los aspirantes buscan el voto son receptivos, atentos y hasta simpáticos con los diferentes sectores.

El problema es que cuando ganan las elecciones, entonces sí olvidan muchas de las manos que estrecharon y la mayoría de las promesas que hicieron.

Durante años hemos escuchado a los aspirantes presidenciales decir a los empresarios que van a trabajar en favor de una política industrial, en pos de una reforma fiscal y que promoverán una reforma energética.

Echeverría aborrecía a los empresarios; López Portillo fue candidato único y no necesitó hacer promesas; Miguel de la Madrid llegó con crisis y se fue con crisis.

Carlos Salinas de Gortari fue el primer Presidente de los tiempos modernos en tener una cercanía con ciertos grupos empresariales, a muchos les cumplió sus promesas, sobre todo a los casabolseros que los hizo banqueros y a los exportadores que les regaló el TLC de América del Norte.

Zedillo perdió la mitad de su administración en controlar la crisis y la segunda parte la utilizó para dejar un país financieramente sano. Eso fue útil no sólo para los empresarios, sino para todos los agentes económicos. Además de que dejó reglas financieras más claras.

Fox fue un excelente administrador de las finanzas públicas sanas, pero un pésimo promotor de los cambios estructurales que necesitaba el país. Fue un nado de a muertito por el freno legislativo que le impuso el PRI a ese gobierno.

Por lo que hace a Calderón, sin duda que no tiene en la lista de sus sectores favoritos al empresarial, esto está más que claro.

Y no se trata de favoritismos, sino de despejar el camino lo más posible para aquellos que se atreven a arriesgar su dinero para hacer un negocio y con ello crear empleos y riqueza.

Si vemos las propuestas que ahora promueve el CCE podrían ser una copia fiel de la agenda empresarial de hace seis, 12 o 18 años.

En materia fiscal un solo impuesto, de base amplia y fácil de pagar; en el sector energético, la participación privada en sus diferentes vertientes; en materia laboral, flexibilidad y fin a los abusos sindicales, y en materia de seguridad social un solo gran instituto financiado con impuestos, no con cuotas patronales.

En fin, un documento desempolvado que otra vez sale a la luz pública en tiempos de campaña para buscar suerte entre los candidatos presidenciales.

Es un hecho que entre los dos candidatos con posibilidades reales de ganar habrá guiños y muestras de simpatía con la causa empresarial. La diferencia tendrá que venir en la habilidad política de los dirigentes empresariales por obtener algún compromiso concreto que, aunque no sea muy grande, sí marque un primer paso en sus intenciones.

Vamos a ver los tradicionales desfiles de candidatos ante el sector privado, como la pasarela de la Convención Bancaria de primavera, quizá algún encuentro industrial y un par de reuniones a puerta cerrada con los hombres que realmente cuentan en el Producto Interno Bruto.

Obtendrán promesas, muchas. Y quizá en la lista de las primeras acciones del vencedor estará alguna de estas reformas en el periodo de transición, en ese espacio valioso de tiempo entre que se instala la siguiente Legislatura en septiembre y se da la toma de posesión en diciembre.

Pero como dice el presidente del CCE; Gerardo Gutiérrez, pensar en que se cumpla con todo lo que quieren para crecer a 6% parece un sueño imposible.

Va a ser muy importante además que los empresarios busquen alianzas en el Congreso para impulsar estos cambios. Ya sea con sus propios agremiados, postulados y elegidos o con un trabajo de cabildeo.

Porque es un hecho que hay en la lista de los nominados muchos representantes empresariales, pero son más bien gestores de empresas o gremios muy cerrados.

No puede, entonces, el sector privado dejar de insistir en proponer. Pero tienen que hacerlo de una manera en que logren arrancar a los candidatos compromisos específicos, no sólo una promesa y una foto para el vestíbulo de la Cámara o Confederación.

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