Gloria Guevara

Samuel García

La secretaria de turismo, Gloria Guevara, ha logrado en corto tiempo lo que sus antecesores en el cargo hubieran querido hacer, pero no lo hicieron.

Y no lo hicieron porque siempre se pretextó –con razón o sin él- que la secretaría de turismo y su titular eran personal de segunda clase en el gabinete económico; una especie de ‘refugio’ político de bajo calado al que el presidente de la República en turno no le hacía mayor caso a nivel estratégico y, mucho menos, a nivel presupuestal. Y como reza en la política: donde no hay dinero, simplemente no hay interés.

Pues bien, al parecer la secretaria Guevara Manzo, con apenas 2 años en el cargo y en su primera experiencia como funcionaria pública –quizá allí está el ‘switch’ de su éxito- ha mandado al diablo esos pretextos y logró lo que la secretaría de Turismo necesitaba: que el presidente de la República le hiciera caso. Un asunto no menor para una secretaría ‘de segundo nivel’ en México.

No conozco personalmente a doña Gloria Guevara, pero lo que salta a la vista pública es que logró convencer a Felipe Calderón de que tomara acciones inmediatas de gran envergadura.

Algunas acciones de tipo administrativo, como la asignación de mayores presupuestos a la secretaría o el control de los organismos clave del turismo, como Fonatur que en los últimos años se había convertido en una ‘piedra en el zapato’ para el secretario de turismo en turno; le permitieron a Guevara Manzo tomar control y disipar dudas sobre su liderazgo dentro y fuera de sus oficinas.

Otras acciones de tipo estratégico sectorial que requirieron todo el apoyo presidencial, colocaron a Gloria Guevara en la primera fila del gabinete. El Acuerdo Nacional por el Turismo -que dio base al declarado Año Nacional del Turismo en 2011- ha sido lo más cercano a una política de estado de largo plazo comprometiendo a todos los órdenes de gobierno, a los poderes, la iniciativa privada y académica con acciones permanentes a favor del desarrollo del turismo en el país. Una decisión política así desde Los Pinos a favor del sector, no se veía desde inicios de los Setenta cuando el gobierno federal decidió arrancar Cancún como el primer centro integralmente planeado.

Incluso en la complicada decisión de remover el histórico tianguis turístico de Acapulco para convertirlo en uno itinerante –al parecer con gran éxito por cierto- se volvió a ver a una secretaria de Turismo que sabe que tiene la atención y los recursos a disposición en Los Pinos.

Pero no todo se gana con la simple atención del jefe. En un contexto complicado para el turismo por el deterioro de la imagen de México en el exterior y por la crisis global que vive el mundo desarrollado de donde provienen la mayor parte de los turistas extranjeros a México, los resultados logrados en Turismo en los últimos dos años son bastante buenos. No solo lo han sido para el sector en sí mismo, sino también para el país en su conjunto y para el gobierno de Calderón porque en este tiempo la estrategia del turismo se convirtió en un factor de propaganda que contrarresta –aunque sea parcialmente- la mala imagen del país provocada por la guerra en contra del narcotráfico.

Tengo la impresión que la inexperiencia en la política-política de Gloria Guevara y su amplia experiencia ejecutiva en el sector privado, le han servido al sector como no lo hicieron los políticos profesionales. Éste es un caso en el que Carlos Slim sí tiene la razón.

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