Geopolítica del sur continental

Carlos Ramírez / Indicador Político

Aunque la tarea fundamental de la gestión de la Conferencia de los Ejércitos Americanos es el de las operaciones de paz de la ONU y programas de ayuda en casos de desastre, la presidencia de México de ese organismo se dará en un momento de presión de los Estados Unidos para expandir su presencia militar en América por razones de su seguridad nacional.

En este escenario el papel del general secretario Guillermo Galván Galván, titular de la Defensa Nacional de México, como presidente de la Conferencia será vital en momentos en que el presidente Barack Obama refrendó las leyes de seguridad que violan garantías constitucionales en los EU y la aprobación de operaciones hacia el sur del continente al amparo de la amenaza del narcotráfico.

Ahora más que nunca el papel de los militares en las políticas de seguridad nacional y de defensa nacional es fundamental para contener el expansionismo militar estadounidense. A raíz de la caída de la Unión Soviética y del fin de la guerra fría, Washington erigió dos nuevos enemigos sistémicos: el terrorismo y el narcotráfico. Y para reorganizar el papel estratégico del sur continental, reforzó el Comando Sur y revivió en el 2008 la Cuarta Flota para América y el Caribe.

En este contexto debe leerse la parte del discurso del general secretario Galván Galván al tomar posesión de la presidencia de la Conferencia de los Ejércitos Americanos para el periodo 2012-2013 al explicar uno de los factores que motivaron “nuestra decisión para asumir esta encomienda”: “la evidente congruencia que existe entre los fundamentos que rigen la organización (la CEA) y funcionamiento de este organismo internacional con los principios de nuestra política exterior”. Y para que no quedara duda, el secretario de la Defensa Nacional de México enumeró esos principios que sin duda no coinciden con los fundamentos militaristas de los EU, aún bajo la presidencia de Obama:
“En efecto, los postulados: autodeterminación de los pueblos, cooperación internacional para el desarrollo, el respeto, protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales se identifican plenamente con los conceptos de colaboración, seguridad, desarrollo, observancia de los marcos legales de cada país y el respeto a las doctrinas castrenses de cada ejército, inscritos en el reglamento de la Conferencia”.

No estuvo por demás el recordatorio del general secretario Galván Galván a dos temas que hacen diferir los objetivos de los ejércitos latinoamericanos del ejército de los EU: el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la promoción de los derechos humanos, ambos soslayados por Bush y también por Obama con el pretexto de luchar contra el terrorismo que atenta contra el american way of life o modo de vida estadounidense. Eso sí, los EU denuncian a violadores de derechos humanos, pero no ven la viga en el propio ojo.

Y las palabras del titular de la Sedena se dieron también poco después de la presencia en México de la secretaria estadounidense de Seguridad Interior, Janet Napolitano, para hablar del tema nacional mexicano de lucha contra el narcotráfico e involucrar a los Estados Unidos directamente en la persecución y captura del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera que se encuentra, salvo pruebas de lo contrario que no han sido aportadas, todavía en territorio mexicano. No fue casual la comparación de Napolitano de “El Chapo” con Osama bin Laden.

El escenario de contexto tampoco sale sobrando porque hay grupos de la delincuencia organizada que desde hace tiempo cruzaron la frontera y se asentaron en los EU dominando el mercado al menudeo de droga en más de dos mil ciudades estadounidenses, pero la encargada de la seguridad interior vino a México a hablar de la seguridad exterior de la Casa Blanca.

La estrategia estadounidense en materia de lucha contra el narco ha insistido, vía organismos vinculados a los intereses de Washington, como la recientemente desnudada Stratfor, en acotar la participación del Ejército mexicano en el combate contra las bandas del crimen organizado con el pretexto de los derechos humanos, pero la Casa Blanca de Obama acaba de refrendar las leyes que amplían poderes anticonstitucionales para luchar contra el terrorismo y el narcotráfico que contrastan con lo que el general secretario mexicano, Galván Galván, recordó como tarea de la CEA: “el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos”. Hasta ahora, el Ejército mexicano es el único que ha evitado la subordinación militar a los criterios de defensa de los EU.

La gestión del general secretario Galván Galván en la CEA durante el periodo 2012-2013, servirá para ponerle un dique a los afanes expansionistas militares de Washington en temas como el terrorismo y la globalización del narcotráfico, sobre todo acotándolos a los espacios de seguridad y no a los de geopolítica; Washington ha usado cada vez más el terrorismo y el narcotráfico como factores sucedáneos del comunismo de la guerra fría; de ahí que se encuentre en la agenda de la CEA el criterio de desdramatizar también los problemas de terrorismo y narcotráfico para alejarlos de los apetitos militaristas de Washington.

Eso sí, el papel de México en la CEA tendrá que estar articulado a la presidencia de México del Grupo de los 20 que anda en busca de una política contra la crisis económica internacional y necesitará que la cancillería mexicana salga de su letargo regional porque la presidencia de México de la CEA exigirá un mayor activismo en América Latina y el Caribe, donde están ocurriendo reorganizaciones de alianzas que vienen del Medio Oriente y que han alarmado a la Casa Blanca, y porque se requerirá acotar las visitas como la de Napolitano por su efecto en la agenda mexicana.

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