Eduardo Ibarra Aguirre
Como un simple error de una poco rigurosa traductora, pretende vender la Secretaría de Gobernación la alteración de las palabras pronunciadas en inglés por Janet Napolitano.
La secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos dijo en el Palacio de Covián, acompañada de su anfitrión Alejandro Poiré, lo siguiente: “Bueno, quiero decirle algo; nos tomó 10 años atrapar a Osama Bin Laden, lo encontramos y ya sabe usted lo que pasó. No estoy sugiriendo que vaya a suceder lo mismo con Guzmán; lo único que estoy sugiriendo es que somos persistentes cuando se trata de quienes obran mal y causan daño a nuestros dos países.”
La interprete de la Secretaría de Gobernación, según el comunicado de prensa de la dependencia, hizo decir a la poderosa Napolitano lo que sigue: “Nos tomó 10 años atrapar a Osama Bin Laden y lo encontramos; ustedes saben qué pasó después. Y creo que lo mismo va a pasar con (Joaquín) Guzmán, pero ya he dicho que nosotros somos persistentes cuando estamos cerca del mal y que daña a ambos países, al suyo y al nuestro.”
Es decir, el asesinato de Joaquín Guzmán Loera no apareció ni remotamente en las palabras pronunciadas en la conferencia de prensa que dieron Poiré y Napolitano, tras concluir la visita oficial de esta funcionaria de Barack Obama que suscribió con el gobierno mexicano una Declaración de Principios que “establece metas que permitan fortalecer la cooperación aduanera en el combate al contrabando, ataques terroristas y desastres naturales”. Además de “un acuerdo para proteger los sistemas y la información que prevén intercambiar” y que “impedirá que organizaciones criminales transnacionales, terroristas y otros actores ilegales utilicen la cadena de logística para planificar y ejecutar acciones delictivas o ataques”. Incluso prevén “fortalecer la seguridad a lo largo de toda la cadena logística para que sea capaz de resistir eventos (sic) de gran escala”.
A reserva de que los expertos diluciden el lenguaje tan técnico como críptico, con tales acuerdos la poderosa Napolitano no cometió ningún dislate a la hora de asociar en su pensamiento demasiado ideologizado a Guzmán Loera con el asesinato de Bin Laden –importantísimo aliado de EU en Afganistán para enfrentar a la Unión Soviética–, a través de un operativo militar de alta precisión en Abbottabad y sin avisar siquiera al gobierno de Pakistán, testificado además desde la Casa Blanca en día de asueto por un Hussein Obama urgido de oxigeno en sus aspiraciones reeleccionistas.
Mas el ominoso mensaje consiste en que México para los intereses geopolíticos de EU es hoy o podría ser mañana como Pakistán, país usado como base militar para combatir a la resistencia afgana y en el que los aviones estadunidenses no tripulados sembraron el terror y la muerte entre civiles y la condena de Islamabad.
Al secretario de Gobernación ni remotamente se le ocurrió condenar el inaceptable papel que asigna Washington al gobierno mexicano en sus planes imperiales, entre múltiples razones porque para Felipe Calderón lo más trascendente ahora, discursos privados y arrepentimientos públicos aparte, es dejar a Josefina Vázquez Mota en su lugar.
Y en tal objetivo supremo para el general de cinco estrellas, la detención pero sobre todo la aniquilación física de Guzmán porque sabe demasiado, también de la negociada fuga de 2002 con los hombres de Vicente Fox, podría resultar un enorme trofeo que bien capitalizado tendría efectos multiplicadores de voluntades ciudadanas, hartas como están con el fracaso de la guerra contra la delincuencia organizada que supera las 60 mil víctimas mortales. Y sin el apoyo estadunidense es un sueño guajiro.
Como un simple error de una poco rigurosa traductora, pretende vender la Secretaría de Gobernación la alteración de las palabras pronunciadas en inglés por Janet Napolitano.
La secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos dijo en el Palacio de Covián, acompañada de su anfitrión Alejandro Poiré, lo siguiente: “Bueno, quiero decirle algo; nos tomó 10 años atrapar a Osama Bin Laden, lo encontramos y ya sabe usted lo que pasó. No estoy sugiriendo que vaya a suceder lo mismo con Guzmán; lo único que estoy sugiriendo es que somos persistentes cuando se trata de quienes obran mal y causan daño a nuestros dos países.”
La interprete de la Secretaría de Gobernación, según el comunicado de prensa de la dependencia, hizo decir a la poderosa Napolitano lo que sigue: “Nos tomó 10 años atrapar a Osama Bin Laden y lo encontramos; ustedes saben qué pasó después. Y creo que lo mismo va a pasar con (Joaquín) Guzmán, pero ya he dicho que nosotros somos persistentes cuando estamos cerca del mal y que daña a ambos países, al suyo y al nuestro.”
Es decir, el asesinato de Joaquín Guzmán Loera no apareció ni remotamente en las palabras pronunciadas en la conferencia de prensa que dieron Poiré y Napolitano, tras concluir la visita oficial de esta funcionaria de Barack Obama que suscribió con el gobierno mexicano una Declaración de Principios que “establece metas que permitan fortalecer la cooperación aduanera en el combate al contrabando, ataques terroristas y desastres naturales”. Además de “un acuerdo para proteger los sistemas y la información que prevén intercambiar” y que “impedirá que organizaciones criminales transnacionales, terroristas y otros actores ilegales utilicen la cadena de logística para planificar y ejecutar acciones delictivas o ataques”. Incluso prevén “fortalecer la seguridad a lo largo de toda la cadena logística para que sea capaz de resistir eventos (sic) de gran escala”.
A reserva de que los expertos diluciden el lenguaje tan técnico como críptico, con tales acuerdos la poderosa Napolitano no cometió ningún dislate a la hora de asociar en su pensamiento demasiado ideologizado a Guzmán Loera con el asesinato de Bin Laden –importantísimo aliado de EU en Afganistán para enfrentar a la Unión Soviética–, a través de un operativo militar de alta precisión en Abbottabad y sin avisar siquiera al gobierno de Pakistán, testificado además desde la Casa Blanca en día de asueto por un Hussein Obama urgido de oxigeno en sus aspiraciones reeleccionistas.
Mas el ominoso mensaje consiste en que México para los intereses geopolíticos de EU es hoy o podría ser mañana como Pakistán, país usado como base militar para combatir a la resistencia afgana y en el que los aviones estadunidenses no tripulados sembraron el terror y la muerte entre civiles y la condena de Islamabad.
Al secretario de Gobernación ni remotamente se le ocurrió condenar el inaceptable papel que asigna Washington al gobierno mexicano en sus planes imperiales, entre múltiples razones porque para Felipe Calderón lo más trascendente ahora, discursos privados y arrepentimientos públicos aparte, es dejar a Josefina Vázquez Mota en su lugar.
Y en tal objetivo supremo para el general de cinco estrellas, la detención pero sobre todo la aniquilación física de Guzmán porque sabe demasiado, también de la negociada fuga de 2002 con los hombres de Vicente Fox, podría resultar un enorme trofeo que bien capitalizado tendría efectos multiplicadores de voluntades ciudadanas, hartas como están con el fracaso de la guerra contra la delincuencia organizada que supera las 60 mil víctimas mortales. Y sin el apoyo estadunidense es un sueño guajiro.
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