José Cárdenas
Al menos eso dice y eso piensa Enrique Peña Nieto.
El presidente Felipe Calderón parece despedirse. Adelanta el reloj. Echa su resto 38 horas antes de que el IFE le imponga la ley mordaza que impide a cualquier funcionario público promover acciones de gobierno en los 90 días que durarán las campañas presidenciales.
Felipe Calderón adelantó el adiós… y firmó su testamento con sólido argumento.
Se organizó un miniinforme político-electoral, fuera de calendario. Justificable sólo a luz de una obsesión: que el PAN siga gobernando.
Con toda entereza y emoción, el Presidente nos dijo que conviene lo que hace… y lo que hace nos conviene. Aunque algunos opositores lo acusen de impertinente, tendencioso y pretencioso.
Felipe Calderón sabe que el 2 de julio será una figura de ornato. Tendrá cinco meses para preparar la mudanza mientras su sucesor o sucesora arriban al poder… con sus propios tiliches.
Por eso, el inquilino de Los Pinos volvió a festejarse (“me celebro y me canto a mí mismo” diría el poeta Walt Whitman) igual que lo hizo el 2 de septiembre de 2007 cuando inventó el nuevo día del Presidente.
Aquella vez fueron puros amigos…ahora, puros empleados. Pero todos como en familia… feliz.
El Auditorio Nacional se llenó con diez mil burócratas. Estaban todos los secretarios, subsecretarios y titulares de las dependencias oficiales, mandos medios y empleados de la administración federal. Entre los pocos invitados, destacaron los gobernadores de Morelos y Jalisco y representantes de los medios de comunicación.
En el mensaje titulado Un Gobierno Democrático que Rinde Cuentas, el presidente Calderón mostró números alegres. Con todo derecho defendió lo suyo. Aportó elementos al debate informado previo a las campañas. Mostró nostalgia por la estadística favorable. Pronunció las definiciones del monumento a la responsabilidad cumplida con patriotismo.
Dijo que México está mejor que hace seis años; aseguró que fue él quien evitó que el crimen organizado pusiera de rodillas al país; llamó mentirosos a los priistas que lo acusan de haber convertido a 15 millones de pobres, en 15 millones de miserables.
El Presidente hizo un retrato hablado de la República. Su autorretrato. No habló de los pendientes, tampoco respondió a los reclamos… eludió la autocrítica.
El acto solemne formó parte de lo que el propio Presidente había anunciado como el sprint de su cierre sexenal. El último jalón de la reata.
Quizá Felipe Calderón tiene miedo… de que el carruaje se le convierta en calabaza.
MONJE LOCO. Dicen allá en la fuente que había un chorrito… y que Gabriel Quadri se hacía chiquito. El partido de La Maestra Elba Esther se queja porque a su patito le hacen el feo. Nueva Alianza alega, en una carta enviada al IFE, que a su “candidote” nadie lo pela… que eso es injusto y discriminatorio… y que, además, los medios no cubren sus eventos. ¡Caray!, si su ilusión es que los noticieros hablen de Quadri, aunque con cuadre, pues que se vuelva amoroso… o que tenga hijos fuera del matrimonio… o que evacue un estadio en menos de tres minutos, ¿no? Ya se sabe, ya se supo…
Al menos eso dice y eso piensa Enrique Peña Nieto.
El presidente Felipe Calderón parece despedirse. Adelanta el reloj. Echa su resto 38 horas antes de que el IFE le imponga la ley mordaza que impide a cualquier funcionario público promover acciones de gobierno en los 90 días que durarán las campañas presidenciales.
Felipe Calderón adelantó el adiós… y firmó su testamento con sólido argumento.
Se organizó un miniinforme político-electoral, fuera de calendario. Justificable sólo a luz de una obsesión: que el PAN siga gobernando.
Con toda entereza y emoción, el Presidente nos dijo que conviene lo que hace… y lo que hace nos conviene. Aunque algunos opositores lo acusen de impertinente, tendencioso y pretencioso.
Felipe Calderón sabe que el 2 de julio será una figura de ornato. Tendrá cinco meses para preparar la mudanza mientras su sucesor o sucesora arriban al poder… con sus propios tiliches.
Por eso, el inquilino de Los Pinos volvió a festejarse (“me celebro y me canto a mí mismo” diría el poeta Walt Whitman) igual que lo hizo el 2 de septiembre de 2007 cuando inventó el nuevo día del Presidente.
Aquella vez fueron puros amigos…ahora, puros empleados. Pero todos como en familia… feliz.
El Auditorio Nacional se llenó con diez mil burócratas. Estaban todos los secretarios, subsecretarios y titulares de las dependencias oficiales, mandos medios y empleados de la administración federal. Entre los pocos invitados, destacaron los gobernadores de Morelos y Jalisco y representantes de los medios de comunicación.
En el mensaje titulado Un Gobierno Democrático que Rinde Cuentas, el presidente Calderón mostró números alegres. Con todo derecho defendió lo suyo. Aportó elementos al debate informado previo a las campañas. Mostró nostalgia por la estadística favorable. Pronunció las definiciones del monumento a la responsabilidad cumplida con patriotismo.
Dijo que México está mejor que hace seis años; aseguró que fue él quien evitó que el crimen organizado pusiera de rodillas al país; llamó mentirosos a los priistas que lo acusan de haber convertido a 15 millones de pobres, en 15 millones de miserables.
El Presidente hizo un retrato hablado de la República. Su autorretrato. No habló de los pendientes, tampoco respondió a los reclamos… eludió la autocrítica.
El acto solemne formó parte de lo que el propio Presidente había anunciado como el sprint de su cierre sexenal. El último jalón de la reata.
Quizá Felipe Calderón tiene miedo… de que el carruaje se le convierta en calabaza.
MONJE LOCO. Dicen allá en la fuente que había un chorrito… y que Gabriel Quadri se hacía chiquito. El partido de La Maestra Elba Esther se queja porque a su patito le hacen el feo. Nueva Alianza alega, en una carta enviada al IFE, que a su “candidote” nadie lo pela… que eso es injusto y discriminatorio… y que, además, los medios no cubren sus eventos. ¡Caray!, si su ilusión es que los noticieros hablen de Quadri, aunque con cuadre, pues que se vuelva amoroso… o que tenga hijos fuera del matrimonio… o que evacue un estadio en menos de tres minutos, ¿no? Ya se sabe, ya se supo…
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