El PRD, un cascarón

Agandalle de chuchos y bejaranos
Ausencia de nombres

Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida


La pregunta ahora es: ¿quién votará por el PRD?

Desde luego habrá quien lo haga. Una parte de ese partido es experta en la compra de votos, la otra basa su poderío en los programas sociales de ayuda a los más necesitados, y los obliga a caminar, electoralmente, por los caminos que les marquen sus jefes, y hasta allí.

Será muy difícil que esos grupos, los que se venden y los que se hallan atrapados, puedan decir no a las ofertas de chuchos y bejaranos, aunque les quede como opción llegar a la urna y depositar el voto por quien mejor les plazca, pero eso requiere de información que no tiene la mayoría de los componentes de esas tribus, y es en eso en lo que apoyan sus juegos sucios.

Nada puede romper con la inercia de las tribus, no por el momento, y la enfermedad, endémica, situó a ese partido en los más altos niveles de desconfianza popular. Basta echar un ojo a la última votación en el Senado, cuando se aprobó regalar miles de millones de pesos al FMI, con la anuencia de los chuchos, para caer en la cuenta de que esa facción siempre estará en favor del poder, y en contra de la gente.

Podríamos decir que el PRD no tiene remedio, pero es lugar común; por eso, lo inquietante ahora es saber qué va a pasar con el Movimiento Renovación Nacional (Morena), que ha cosechado voluntades con el fin de lograr una fuerza que, si bien no se ha mostrado en su real tamaño, impactará en las próximas elecciones, porque ha logrado sembrar la conciencia de que el país no puede seguir en las condiciones en que se halla.

El problema es que Morena no busca, cuando menos ahora, convertirse en partido político, y eso, es decir, las prebendas, los dineros que paga la actividad política partidista, no las ofrece el movimiento que encabeza López Obrador. Entonces, no resulta atractivo o conveniente para casi todos los liderazgos perredistas que buscan mejorar su situación financiera con las banderas de una organización política, no importa si de derecha o de falsa izquierda.

De esa forma, o por eso, Morena no representa la salvación del PRD. Su quehacer va más allá, sus objetivos tienen como base fundamental lograr el cambio que tuerza el destino de catástrofe y sangre que ha impuesto la derecha, incluyendo a la Nueva Izquierda de los chuchos, que están dispuestos, en caso de que así sea, a formar parte en el Senado, y en todos los ámbitos, de la oposición al proyecto de López Obrador.

Por eso no sorprende que en la lista de nombres que impuso Nueva Izquierda para los escaños en el Senado, la presencia de quienes podrían sustentar con razones la transformación del país mediante la ley y los cambios que ésta requiera no existe, y en su lugar se halle un grupo de serviles que sólo obedecerán a los intereses de la ultraderecha del PRD.

Queda claro, por todo esto, que el acuerdo entre chuchos y bejaranos para repartirse el partido es ahora evidente. Fuera del DF, lo que resta del país quedará en manos de Nueva Izquierda, porque en la ciudad de México todo será para IDN y Bejarano. Lo demás no importa.

Frente a ello no hay opción partidista de izquierda para la gente, cuando menos por ahora. El PT y Convergencia, con su nuevo nombre, no alcanzan para suplir la ausencia de un partido que se construyó con la esperanza de un cambio que hiciera más justo al país, y que hoy, bajo los intereses de quienes lo explotan, ha muerto.

Hoy habrá de decidirse en el DF si todo está tan planchado como parece. Tras la desbandada que se inició hace buen rato gracias a Nueva Izquierda, que lo dejó con un pequeño número de militantes reales, quedará esta vez, como alguna vez lo auguramos, vacío, como cascarón.

De pasadita

La estrategia del panista José Luis Luege Tamargo para hacer campaña en el DF, que consistía fundamentalmente en golpear al gobierno de Marcelo Ebrard por el tema del Bordo Poniente, es decir, de la basura, no se esfumó con su candidatura. Hay quien supone que si perdió la postulación por el PAN, el negocio de los desperdicios lo tiene bien amarrado. ¿Será?

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