El montaje: El huevo o la gallina

Raymundo Riva Palacio

El caso de Florence Cassez sigue candente. Este fin de semana comenzó la discusión de una de las partes más oscuras, pese a lo publicitado y debatido, de todo el proceso: el montaje en televisión. El ministro Arturo Zaldívar, en su derrotado proyecto para su liberación, lo llamó “escenificación”, y tras el fallo de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia, otro ministro pidió sanciones contra los responsables. Para añadir fuego, la PGR dijo que abriría una investigación y de proceder, actuaría en consecuencia.

La discusión de este tema se centra en la transmisión del operativo policial en Primero Noticias de Televisa, al que se caracterizó como el “montaje”. De acuerdo con la Real Academia Española, para estos efectos, montaje significa el ordenamiento del material ya filmado para construir la versión definitiva de una película, y aquello que “solo aparentemente corresponde a la verdad”. La escenificación que planteó Zaldivar significa en este contexto “poner en escena una obra o un espectáculo teatral”.

Este tema es fundamental, no para el proceso como falló la mayoría de la Primera Sala, sino porque exhibe la dialéctica entre el poder y los medios de comunicación. En vísperas de la discusión en la Corte, la periodista Carmen Aristegui entrevistó a dos periodistas que estuvieron, en esos momento en esa cobertura: Pablo Reinah, ex reportero de Televisa, y Juan Manuel Magaña, quien era el jefe de Información de Primero Noticias en 2005, cuando sucedió el hecho.

Reinah y Magaña coincidieron en lo general. “Hoy sabemos que es un montaje”, declaró Reinah a Aristegui en la entrevista en MVS Noticias, “pero el día del operativo no lo sabíamos. Fuimos engañados todos, medios y opinión pública”. Magaña añadió que en ese momento, en Televisa, estaban esperando captar un hecho que aún no había ocurrido. Entre sus dichos y los hechos, hay contradicciones.

El segmento de Primero Noticias el 9 de diciembre de 2005, muestra cómo reportó Reinah: 6:47 de la mañana: “estamos… conociendo los datos en estos momentos, prácticamente en vivo de lo que está pasando”; 6:48 de la mañana: “lo que sabemos es que también que el jefe de la banda es un hombre que está casado con una mujer de origen francés… Estamos transmitiendo para ustedes en vivo… Esta mujer que vemos aquí tapada es una mujer de origen francés, era también la esposa y quien ayudó a planear el secuestro”.

Durante ese minuto, Reinah no habló con ningún policía, pero aportó datos concretos. Asimismo, mientras hablaba aparecía en el súper, la barra informativa debajo de la imagen el dato: “AFI rescata a tres secuestrados”. Tecnológicamente hablando, es imposible colocar en la pantalla en tiempo real los datos aportados en una transmisión en vivo. Reinah y los periodistas de TV Azteca que realizaron la cobertura Ana María Gámez y Miguel Aquino, declararon ante el Ministerio Público por la defensa, y negaron que hubiera existido un montaje.

Genaro García Luna, en ese entonces director de la Agencia Federal de Investigaciones, reconoció en el programa Punto de Partida de Televisa, conducido por Denise Mearker, que los agentes hicieron una recreación a petición de los periodistas. Colaboradores de García Luna afirmaron que fue a petición específica de Reinah. Televisa lo despidió como consecuencia de esa cobertura, y el periodista le ganó una demanda por despido injustificado. Si no fue Reinah, ¿quién fue? Televisa debe una explicación y se ha quedado callada todo este tiempo. Si Reinah no fue el responsable del montaje ¿quién sí? ¿Puede un productor o inclusive un conductor ser responsable y salir impune después de todo lo que ha provocado? Para quien conoce la manera como se toman las decisiones delicadas en los medios, esta tuvo que haber salido de las esferas ejecutivas de la televisora, no de las operativas. Televisa debe haber sabido que la operación no había sucedido en el momento en que lo presentaron como “en vivo”, como lo sugiere la victoria de Reinah en los tribunales laborales, y ha guardado silencio todos estos años. Para lo que provocó, en términos jurídicos y polarización, nos debe a todos una explicación, inclusive, a costa de la imagen y prestigio de sus directivos, que de ser el caso, se prestaron a una recreación sin haber tenido el prurito ético de informarlo al público, que era lo obligado para hacer pulcramente su trabajo.

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