El manotazo y el estadio vacío

Jorge Fernández Menéndez

Las imágenes del estadio semivacío durante la toma de protesta de Josefina Vázquez Mota el domingo, mientras la candidata ofrecía su discurso de aceptación de la candidatura, contrastaron con las imágenes perfectas en términos televisivos de Enrique Peña Nieto haciendo lo propio en Dolores Hidalgo, en la cuna de la Independencia.

Decíamos el lunes en este espacio que a Josefina no le quedaba más que hacer una demostración de fuerza dentro y fuera del partido. Y el acto se convirtió en una muestra de debilidad, que pone de manifiesto el mayor de sus desafíos: el control de la estructura de campaña y partidaria que debe tener cualquier candidato presidencial que aspire a ganar su elección. El símbolo de lo ocurrido lo dio la reunión de la comisión política panista el lunes: ese día, Gustavo Madero puso sobre la mesa su renuncia, luego de los silbidos que recibió en el Estadio Azul, sobre todo por su incomprensible designación de Fernando Larrazabal como número uno en las listas plurinominales del partido. Horas antes, Roberto Gil, el coordinador de campaña de Josefina, le había ofrecido a su candidata también la renuncia al cargo, por los errores cometidos en ese acto de campaña, en ese estadio que estaba lleno a las 11 de la mañana y que a la hora que comenzó el evento, conscientemente retrasado para tener supuestamente aún más público, estuvo semivacío.

En realidad, problemas de ese tipo en la campaña los tienen todos los candidatos (hace algunas semanas recordábamos cómo el candidato Colosio y toda su comitiva estuvieron perdidos más de cuatro horas en la Huasteca cuando comenzaron su campaña en Huejutla en enero del 94 y de los problemas que tuvo Peña Nieto al iniciar su precampaña, en el mismo lugar, 18 años después), pero que haya problemas con la dirigencia del partido y al mismo tiempo en el equipo de campaña es un síntoma de un descontrol mayor. Decíamos aquí hace unos días que Josefina debía dar un manotazo, mostrar su temple ante circunstancias adversas: le ocurrió lo mismo a Felipe Calderón en febrero de 2006 cuando tuvo que hacer cambios, ajustar piezas y asumir que había errores. Ahora Josefina debe hacerlo con menos tiempo por delante y enfrentándose a un candidato como Peña que cometerá cada vez menos errores.

La candidata del PAN debe retomar el control de su partido, mover las piezas que sean necesarias, demostrar que es ella quien toma las decisiones y debe hacer de su equipo de campaña una instancia mucho más operativa que ahora. No creo que Roberto Gil deba ser removido de ese cargo, sería un grave error, pero sí debería quedar claro que en un equipo de campaña se requieren muchos y buenos operadores de la confianza de la candidata, para que ella pueda desentenderse de muchos temas y que hagan que las propuestas se conviertan en realidad. No creo que sea conveniente que Gustavo Madero deje la presidencia del PAN, pero los errores deben enmendarse y cabe preguntarse por otra parte quién, además del nuevo vocero Juan Marcos Gutiérrez, es el operador, la persona de Josefina en el primer círculo del PAN. Y no sé cómo lo harán, hay muchas versiones circulando, pero Larrazabal no puede quedar como candidato plurinominal, tener semejante premio cuando es un factor de división de su partido y no fue colocado allí por la candidata.

Esa es la enorme diferencia en la percepción que se está dando: Peña va colocando a quien él considera idóneos, López, mucho más aún, incluso dándose el lujo de incluir a Bartlett o a Greg Sánchez en las listas. En el caso del PAN y de Josefina pareciera que esas decisiones quedan sueltas, en el aire y que nadie asume su responsabilidad. Y no es así como se gana una contienda presidencial. Josefina tiene unos días, no más, para dar su manotazo: no puede comenzar el primero de abril su campaña sin tener todos los hilos en su mano.

Los impresentables

Nuestro amigo Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, emplazó en representación de ese organismo a los partidos a retirar de sus listas de candidatos plurinominales a los personajes impresentables y acusados de corrupción que se han colado en ellas en todos los partidos. Tiene toda la razón Gerardo, pero debe ir más allá: el CCE no dio a conocer públicamente quiénes son esos personajes y debería hacerlo, si no, los partidos simplemente ignorarán el llamado.

En todo caso, podrían presentar sus listas de impresentables a cada partido y esperar un tiempo prudencial para divulgarlas: si antes de que comiencen las campañas los partidos no han hecho cambios, deberían hacer la denuncia pública. Pocos saben mejor que los empresarios quién es un político corrupto y son en muchas ocasiones los que los sufren y quienes tienen pruebas de esa corrupción. Hacerlo público y denunciarlos debe ser una tarea social inaplazable.

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