“El Chapo” socio de la DEA

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

El presidente Felipe Calderón, que cuando le renunció a Vicente Fox y le ganó la candidatura presidencial estuvo a punto de concitar mi simpatía y apoyo, parece no darse cuenta que la carroza se le convirtió en calabaza desde el momento en que decidió confiar en Genaro García Luna y éste le tomó la medida.

Con los resultados obtenidos por la guerra -que el presidente asumió como tarea personal- al narco, el alto costo para México, la desidia que impidió tener todas las actas ministeriales levantadas e investigadas, la imposibilidad de establecer la identidad de muchos de los cadáveres encontrados, de detener las desapariciones forzadas, el secuestro y la trata en todas sus ramificaciones, sólo permiten pensar que el Secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, antes que servir a los intereses de su país cumplimenta los compromisos contraídos con las agencias de Estados Unidos, notoriamente con la DEA, a la que desea mimetizarse.

A estas alturas, pensar que Joaquín “El Chapo” Guzmán es el enemigo número uno de México y Estados Unidos, es colocarse en la situación del tío Lolo, porque nadie en su sano juicio puede dejar de ver que hay complicidades entre ese delincuente, ese barón del narcotráfico, y los operarios del Departamento de Estado, la DEA y Seguridad Pública Federal, pues sólo de esa manera puede entenderse que figure en la lista de Forbes, que sus familiares sean atendidos en hospitales de Los Ángeles, y que Manuel Fabián Celis-Acosta así como Claudio Badilla Jaime, “El Chendy”, sin más hayan sido liberados por la policía Hope Mac Allister, cuando habían sido arrestados porque fueron el conducto de un tráfico de armas, precisamente en beneficio de su jefe, “El Chapo” Guzmán.

Haruki Murakami pone la siguiente reflexión en el caletre de uno de sus protagonistas: “Tengo se dio cuenta de que, en realidad, reescribir el pasado no servía de nada… Por mucho empeño y dedicación que pusiera en reescribirlo, lo más importante de su situación actual no iba a cambiar. El tiempo posee el poder de ir cancelando absolutamente todas las alteraciones artificiales. Sobre las correcciones añadidas escribe más correcciones y va devolviendo el flujo al punto de partida. Aunque se alteraran numerosos hechos nimios, al final Tengo nunca dejaría de ser Tengo”.

Habría que hacer alguna consideración adicional: “El Chapo” Guzmán nunca dejará de ser lo que es, por más rayas que se le añadan al tigre; por el contrario, Genaro García Luna dejará de ser secretario de Seguridad Pública, por más condecoraciones que le sumen, y a partir de ese momento estará a merced de la historia real, verdadera, sin un Felipe Calderón que lo proteja.

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