Cassez: ¿se queda en prisión?

Ricardo Alemán

Salvo un cambio de última hora, todo indica que tres de los cinco ministros de la Primera Sala de la Suprema Corte votarán contra el proyecto de resolución que presentó el ministro Arturo Zaldívar, quien propone que se dicte la inmediata liberación de la secuestradora Florence Cassez.

El argumento que podrían esgrimir tres de los cinco ministros se basa en variantes que combaten el argumento central del ministro ponente, en relación a que el proceso de Cassez está viciado de origen, debido al montaje mediático que con fines propagandísticos prepararon los muchachos de Genaro García Luna.

Es decir, que “el montaje” no fue tomado en cuenta por ninguno de los jueces de la causa y, por tanto, no forma parte del expediente, además de que con fallas, pifias y todo, sí se procuró el debido proceso.

Sin embargo, hasta anoche —por ahí de las 22:00 horas, en que se concluyó la entrega del Itinerario Político— no había certeza alguna de que el tema Cassez se fuera a programar para la sesión ordinaria de la Primera Sala. Es más, no estaba claro siquiera si la sesión continuaría en pie. ¿Las razones?

Que el tema ha resultado de tal manera polémico, que la Corte lo maneja con pinzas. Es decir, que por encima de las diferencias naturales entre los ministros; y más allá de las disputas y las posturas encontradas de los grupos que existen entre los ministros, a una mayoría de éstos les importa el conjunto, la institución toda, más que una de sus partes.

Por eso, también existe la posibilidad de que, al final de cuentas, se produzca una solución salomónica. Es decir, que nadie debe descartar que los ministros se pronuncien por respetar el fallo contra la secuestradora, pero al mismo tiempo promover una salida jurídica para salvar el escollo del “debido proceso”. Este esquema podría llevar a la reducción de la pena y colocar a la secuestradora y a su defensa en una posición de victoria.

Y es que, nos guste o no, el tema Cassez ya rebasó el mero espacio de la justicia y de la participación del tribunal constitucional. El asunto se politizó desde que el ministro ponente hizo público el contenido de su ponencia, sin el conocimiento de sus pares, y sin el aval del cuerpo colegiado y, sobre todo, en pleno proceso de elección presidencial.

En pocas palabras, que el ministro ponente recurrió al mismo circo mediático que cuestiona en su ponencia ya que, al someter el caso al montaje mediático, abrió la puerta al juicio mediático; al juicio de las pantallas, las frecuencias de radio y la prensa y, al final, al juicio de la plaza. Y la mejor muestra de ello es que, ya metidos en el juicio de la plaza, las encuestadoras preguntaron a la prole sobre la culpabilidad o la inocencia de la señora Cassez.

Y el resultado fue el previsible: ocho de cada diez inclinó el pulgar hacia abajo. La señora Cassez es culpable, dijo la prole.

Queda claro que en la Corte se hace política; que los ministros hacen política. Pero, para fortuna de todos, en el pleno deciden 11 cabezas, y en la Primera Sala toman las decisiones cinco. Esa es la virtud, para bien o para mal, de un colegiado fundamental como la Corte.

A partir de esa premisa, y más allá de las filias y las fobias que ha desatado el tema Cassez y la aventura del ministro Zaldívar, como ciudadanos estamos obligados a respetar el resultado de las decisiones del colegiado que es la Corte, sean o no de nuestro agrado. Porque podemos diferir de un ministro ponente, de sus proyectos de resolución. Pero si una mayoría de ministros vota a favor de ese proyecto o una mayoría lo rechaza, debemos aceptar la voz de las mayorías en ese colegiado.

Esa es la cultura democrática, el respeto a la voz de las mayorías. ¿O no? Lo demás, lo demás, lo podemos dejar en el lugar de la chatarra.

EN EL CAMINO

Notable espaldarazo del Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, a la candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota. Dijo el escritor que para dar continuidad a la lucha contra el crimen emprendida por Felipe Calderón, debe llegar a la Presidencia de México la señora Josefina. Hasta hoy ninguno de los presidenciables ha tenido un respaldo de ese tamaño. ¿Qué tal?... Sin duda que algo se ha hecho bien en la capital del país para que, en su mayoría, las edificaciones hayan resistido un sismo de la magnitud del de ayer. Está claro que no fue igual al de 1985; pero poco faltó. Aun así, el nuevo edificio del Senado puede resultar de los más afectados en el Distrito Federal. Y es que desde el principio algo sonaba mal en ese inmueble. ¿Qué, no?

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