Raymundo Riva Palacio
En las semanas previas a la discusión de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia sobre Florence Cassez, todas las partes interesadas, de manera formal e informal, realizaron un intenso cabildeo con los ministros. Fue un trabajo de persuasión legítimo que tuvo momentos donde la parte acusadora jugó al límite, como la injerencia del presidente Felipe Calderón cuando apeló esta semana a la Corte a no dejar impune un crimen por tecnicismos. Pero hubo también otro trabajo de convencimiento que no se vio y que estuvo a punto de tener éxito. Lo realizó el senador Manlio Fabio Beltrones.
El senador Beltrones no tenía interés directo en el caso, aunque su asesor jurídico de cabecera, el doctor Diego Valadés, procurador general durante el gobierno de Carlos Salinas y arquitecto involuntario de que el asesinato de Luis Donaldo Colosio adquiriera la verdad pública de complot –al declarar en las primeras 24 horas del crimen, sin investigación definitiva, que era producto de un asesino solitario-, le acercó abogados del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM proclives al proyecto del ministro Arturo Zaldívar, para que lo empaparan con los detalles el caso.
Beltrones actuó discretamente en la Suprema Corte, de acuerdo con la reconstrucción del papel que jugó con los ministros, que comenzó con una larga reunión con el presidente del Poder Judicial, Juan Silva Meza, hace dos lunes, donde hablaron abiertamente del tema y de la polémica que se avecinaba. Beltrones sabía para entonces cómo vendría el proyecto de resolución del ministro Zaldívar y la posibilidad de que saliera un voto a favor de Cassez, siempre y cuando sus buenos oficios tuvieran efecto.
A nivel público, repitió dos veces una declaración que respaldaba directamente el documento. “Tengo once millones de razones”, decía Beltrones al referirse al número de mexicanos en el extranjero a los que se les debe respetar su derecho a la asistencia consular en caso de un incidente judicial, que fue una de las debilidades del caso Cassez.
El papel rupturista del senador con el gobierno obedecía, de acuerdo con personas que conocieron su cabildeo, con la defensa indirecta de tres ex gobernadores de Tamaulipas investigados por presuntos nexos con el Cártel del Golfo y Los Zetas. Sin embargo, esta postura crítica se encuentra en el mismo contexto de un creciente enfrentamiento con el equipo del candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, para poder elevar el costo de sus negociaciones políticas particulares.
Es decir, el senador Beltrones juega una política florentina de alto riesgo, por los dos flancos importantes que se abre, donde sus objetivos centrales están enmascarados. En el caso del choque con Peña Nieto, Beltrones dejó correr la versión que fue por miedo de que hicieran él y Emilio Gamboa, una acción para descarrillarlo de la candidatura presidencial, por la cual les entregaron las primeras posiciones en las plurinominales en la Cámara de Diputados y el Senado, y se prepara a una temporada declararativa con posiciones distintas o inclusive antagónicas al candidato priista.
La lógica de choque y capitalización política de su figura, tuvo en la revisión del amparo de Cassez en la Suprema Corte, otra oportunidad. Tras hablar con Silva Meza, según la reconstrucción de sus dos últimas semanas de cabildeo con los ministros, habló con Jorge Pardo, quien se preveía que estaría en contra del proyecto Zaldívar. Pardo no respaldó a Zaldívar, pero sin embargo, de acuerdo con las versiones, por presión de Beltrones sugirió sanciones a los responsables de que no se notificara inmediatamente al consulado francés sobre la detención de su ciudadana. El mensaje codificado de Pardo, de acuerdo con las fuentes, fue en contra del secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, en el centro de la polémica del Casso Cassez, y el miembro del gabinete de seguridad más eficiente para el presidente Calderón.
Para Beltrones, político fogueado en todos los campos de batalla, nada es personal. Usó y presionó a los ministros donde podía encontrar eco para avanzar en sus propósitos políticos personales. En ese sentido, el senador fracasó en la Suprema Corte de Justicia, porque el objetivo último de que Pardo modificara el voto a favor de Zaldívar, se quedó en sólo un ajuste de cuentas inconcluso y seguramente improcedente, contra el gobierno de Calderón.
En las semanas previas a la discusión de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia sobre Florence Cassez, todas las partes interesadas, de manera formal e informal, realizaron un intenso cabildeo con los ministros. Fue un trabajo de persuasión legítimo que tuvo momentos donde la parte acusadora jugó al límite, como la injerencia del presidente Felipe Calderón cuando apeló esta semana a la Corte a no dejar impune un crimen por tecnicismos. Pero hubo también otro trabajo de convencimiento que no se vio y que estuvo a punto de tener éxito. Lo realizó el senador Manlio Fabio Beltrones.
El senador Beltrones no tenía interés directo en el caso, aunque su asesor jurídico de cabecera, el doctor Diego Valadés, procurador general durante el gobierno de Carlos Salinas y arquitecto involuntario de que el asesinato de Luis Donaldo Colosio adquiriera la verdad pública de complot –al declarar en las primeras 24 horas del crimen, sin investigación definitiva, que era producto de un asesino solitario-, le acercó abogados del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM proclives al proyecto del ministro Arturo Zaldívar, para que lo empaparan con los detalles el caso.
Beltrones actuó discretamente en la Suprema Corte, de acuerdo con la reconstrucción del papel que jugó con los ministros, que comenzó con una larga reunión con el presidente del Poder Judicial, Juan Silva Meza, hace dos lunes, donde hablaron abiertamente del tema y de la polémica que se avecinaba. Beltrones sabía para entonces cómo vendría el proyecto de resolución del ministro Zaldívar y la posibilidad de que saliera un voto a favor de Cassez, siempre y cuando sus buenos oficios tuvieran efecto.
A nivel público, repitió dos veces una declaración que respaldaba directamente el documento. “Tengo once millones de razones”, decía Beltrones al referirse al número de mexicanos en el extranjero a los que se les debe respetar su derecho a la asistencia consular en caso de un incidente judicial, que fue una de las debilidades del caso Cassez.
El papel rupturista del senador con el gobierno obedecía, de acuerdo con personas que conocieron su cabildeo, con la defensa indirecta de tres ex gobernadores de Tamaulipas investigados por presuntos nexos con el Cártel del Golfo y Los Zetas. Sin embargo, esta postura crítica se encuentra en el mismo contexto de un creciente enfrentamiento con el equipo del candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, para poder elevar el costo de sus negociaciones políticas particulares.
Es decir, el senador Beltrones juega una política florentina de alto riesgo, por los dos flancos importantes que se abre, donde sus objetivos centrales están enmascarados. En el caso del choque con Peña Nieto, Beltrones dejó correr la versión que fue por miedo de que hicieran él y Emilio Gamboa, una acción para descarrillarlo de la candidatura presidencial, por la cual les entregaron las primeras posiciones en las plurinominales en la Cámara de Diputados y el Senado, y se prepara a una temporada declararativa con posiciones distintas o inclusive antagónicas al candidato priista.
La lógica de choque y capitalización política de su figura, tuvo en la revisión del amparo de Cassez en la Suprema Corte, otra oportunidad. Tras hablar con Silva Meza, según la reconstrucción de sus dos últimas semanas de cabildeo con los ministros, habló con Jorge Pardo, quien se preveía que estaría en contra del proyecto Zaldívar. Pardo no respaldó a Zaldívar, pero sin embargo, de acuerdo con las versiones, por presión de Beltrones sugirió sanciones a los responsables de que no se notificara inmediatamente al consulado francés sobre la detención de su ciudadana. El mensaje codificado de Pardo, de acuerdo con las fuentes, fue en contra del secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, en el centro de la polémica del Casso Cassez, y el miembro del gabinete de seguridad más eficiente para el presidente Calderón.
Para Beltrones, político fogueado en todos los campos de batalla, nada es personal. Usó y presionó a los ministros donde podía encontrar eco para avanzar en sus propósitos políticos personales. En ese sentido, el senador fracasó en la Suprema Corte de Justicia, porque el objetivo último de que Pardo modificara el voto a favor de Zaldívar, se quedó en sólo un ajuste de cuentas inconcluso y seguramente improcedente, contra el gobierno de Calderón.
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