Carpizo coarta libertad de prensa

Carlos Ramírez / Indicador Político

Necesitado cada determinado tiempo de reflectores mediáticos, el funcionario salinista Jorge Carpizo Mac Gregor ha vuelto a las andadas: A pesar de ser miembro de una fundación para la libertad de expresión y de organismos defensores de derechos humanos, ahora ha demandado por daño moral a la periodista Anabel Hernández por referencias en uno de sus libros.

Y si Carpizo pudiera tener razón por las “insinuaciones” no documentadas en el trabajo de Hernández, el salinista debiera recordar los casos en los que como funcionario de Salinas aplicó la censura, la amenaza y la fuerza del Estado contra periodistas para coartarles su libertad de expresión pero basado en insinuaciones y sólo para amedrentar a la crítica.

1.- En 1999 Carpizo usó todo su poder transexenal para impedir que el periodista Rafael Medina Cruz, de Excélsior, recibiera el premio nacional de periodismo por su reporte exclusivo de la reunión de los hermanos Arellano Félix con el nuncio apostólico Gerónimo Prigione. El asunto derivó en el reconocimiento de Carpizo que la PGR a su cargo estaba penetrada por el narco, cuando dijo en Los Pinos que no podía ordenar el arresto de los narcos porque su Judicial estaba comprada por el narco.

2.- Las revelaciones de Medina exhibieron el fracaso de Carpizo en la limpieza de la PGR, luego de que había manipulado información, como presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, para presionar al procurador general Ignacio Morales Lechiga con insinuaciones de que su dependencia tenía tratos con el crimen organizado. Carpizo manipuló a la CNDH sólo para ocupar el cargo de Morales. Hoy el jefe de la Judicial de Carpizo en la PGR, Adrián Carrera, es testigo protegido porque confesó cómo desde esa oficina protegía al narco.

3.- Carpizo nunca le perdonó a Medina Cruz la revelación del incidente en la nunciatura y por eso manipuló expedientes para evitar la entrega del Premio Nacional de Periodismo. Más tarde, Medina Cruz publicó en Excélsior en el 2002 un entrevista con el jefe policiaco González Calderoni, asesinado en Texas, donde hizo revelaciones de cómo Carpizo usó su poder en la PGR para proteger el narcotráfico en los tiempos del salinismo.

4.- Antes, como procurador salinista, Carpizo utilizó las insinuaciones para perseguir al periodista Juan Bustillo pero sin probarle nada. También encarceló al columnista policiaco Mario Munguía Matarili sólo porque escribió que la PGR de Carpizo era una “jaula de las locas”. Eso sí, Carpizo hizo de la insinuación un instrumento para coartar la crítica al poder.

5.- También desde la PGR Carpizo persiguió al reconocido filósofo Cesáreo Morales por insinuaciones de haber recibido dinero del narco, pero se probó que eran un regalo de su hermano Carlos Morales, abogado de algunos narcos. Carpizo quiso ajustar cuentas con Cesáreo Morales cuando éste fue secretario general de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y nunca se plegó a los caprichos del entonces rector Carpizo, además de que publicó textos críticos al salinismo en publicaciones universitarias. Carpizo también fracasó en su intento pero mostró el uso del poder para ajustes personales de cuentas, muy al estilo de la mafia.

6.- Como presidente del IFE, Carpizo persiguió al académico Fernando Bazúa cuando éste desarrollo un proyecto académico para demostrar la facilidad en la obtención de credenciales de elector con nombres falsos. A pesar de que Bazúa probó que era un proyecto académico, Carpizo se enfureció porque las credenciales de elector eran patito; quiso encarcelar a Bazúa pero al final también fracasó.

7.- Como presidente del IFE Carpizo hizo en 1994 una pataleta por supuestas presiones de políticos que no identificó y denunció que querían sacarlo del proceso electoral. En la cumbre de lo absurdo, Carpizo escribió sus denuncias en dos sobres y los lacró para abrirse muchos años después. Con insinuaciones a su estilo dejó entrever que las presiones habían sido del entonces dirigente priísta José Francisco Ruiz Massieu. Cuando se abrieron los sobres oficialmente, las denuncias eran sólo datos sin inculpaciones. Pero en su momento, en 1994, Carpizo aprovechó el viaje para renunciar escandalosamente a la Secretaría de Gobernación y al IFE, Salinas tuvo que acudir a la mamá de Carpizo para que convenciera al hijo a retirar la renuncia y Carpizo se autopromovió desplegados en la prensa suplicándole por su regreso. Al final, con un dejo de fastidio, Carpizo regresó a sus cargos.

8.- Además de Carrera, Carpizo promocionó la posición de subprocurador general para Mario Ruiz Massieu, su protegido político y académico desde la UNAM, y luego se probó que Mario había recibido dinero del narco para traficar con droga. El caro de subprocurador no existía y Carpizo exigió a Salinas que lo creara. La renuncia caprichosa de Carpizo en junio y la renuncia escandalosa de Ruiz Massieu en noviembre le costaron al país una fuga de capitales de casi 7 mil millones de dólares y contribuyeron a la debilidad del peso que se convirtió en la devaluación heredada por Salinas a Zedillo. Así, el “error” de diciembre de 1994 también fue responsabilidad de Carpizo.

En este contexto, la denuncia de Carpizo contra Hernández por “daño moral” no es sino una taza del propio chocolate de las insinuaciones de Carpizo a lo largo de su carrera como funcionario del primer círculo del poder de Salinas de Gortari.
Como miembro de la Fundación para la Libertad de Expresión, Carpizo ha avalado denuncias de daño moral contra columnistas que han criticado a los dueños de ese organismo, aunque algunas, las más importantes, las ha perdido.

En este contexto, Carpizo es una expresión del absurdo político: Usar la defensa libertad de expresión para coartar la libertad de expresión. Con el tiempo Carpizo ha quedado preso en la neurosis del escándalo público para posicionarse.

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