Antonio Navalón
Si en la campaña electoral mexicana existieran ideas, la imagen de la semana pasada en el Parque Bicentenario con 640 mil personas, más los cuatro candidatos, todos hermanados por el papa Benedicto XVI, sería un gran concilio ecuménico sobre qué hacer con el país de aquí en adelante.
El problema es encontrar ideas. Pero al menos una cosa quedó clara, el concepto de piedad de López Obrador es que perdona a Calderón, por ello la gran pregunta que queda es: ¿y todos los que se sintieron perjudicados en la oportunidad histórica que significó su anterior candidatura también lo perdonarán a él?
Fíjense ustedes que en la época de las redes sociales, de los Mubarak, hasta de los López Obrador, de los Lula, de los Kirchner y del hundimiento de la izquierda generalizada en Europa, en México lo más importante de nuestra campaña interruptus electoral sean los spots de la televisión.
¿Y qué se ve en ellos? Pues algo lamentable. Por ejemplo en el caso de Josefina, pasar del comandante Calderón a la comandanta Vázquez Mota. Eso hay que saberlo hacer y, créame, candidata, la seriedad no es la tristeza, tener razón no es gritar, y usted no suena más seria porque se presente ante nosotros en medio de la herencia de la violencia queriéndonos convencer que usted sería una buena comandante en jefe. Sus claroscuros devienen a gris.
Por otro lado, creo en el perdón de los pecados y que el mundo necesita saber perdonar. Pero también sé que vivimos una época en la que los perdones deben tener nombre y apellido, por eso, ese López Obrador que aparece como galán maduro, entre padre y abuelo, que se muestra con una linda corbata desde un despacho civilizado proclamando su perdón, ¿qué nos quiere decir?, ¿que perdonará a todos aquellos que no seamos pobres?, ¿que perdonará a todos aquellos que hayan engañado al pueblo? ¿A quién perdona y con qué derecho?
Asimismo, está el colorido maravilloso. Vive México. Qué gran país somos y qué cantidad de cultura y música tenemos, todo atrapado en el pelo inconmovible del candidato Peña Nieto. Es decir, sabemos que el candidato priísta ha estado en todo el país, por lo menos, para grabar spots y que puede estar en medio de cualquier tifón y circunstancia y no despeinarse. Ahora nos gustaría traspasar esa línea del pensamiento que parece tejida en torno a su pelo y saber qué piensa hacer con este país. Eso, créame, lo transmite sólo hasta cierto punto el colorido, la impecabilidad y la maravilla de México en contraste con un candidato que retrata bien en la tele... pero, ¿y además de eso?
Y luego, hasta el final, final, Quadri puede existir si le meten presupuesto o él, convencido de no tenerlo y de que lo dejarán morir a su suerte, arremete contra quien le nombró, y de verdad con su desamparo se convierte en la voz de la marginación y de las redes sociales. Mientras tanto, siga atento porque esto continuará y pido desesperadamente que el show electoral continúe y nos empiece a decir algo, porque su inicio televisivo no ha podido ser más decepcionante.
Si en la campaña electoral mexicana existieran ideas, la imagen de la semana pasada en el Parque Bicentenario con 640 mil personas, más los cuatro candidatos, todos hermanados por el papa Benedicto XVI, sería un gran concilio ecuménico sobre qué hacer con el país de aquí en adelante.
El problema es encontrar ideas. Pero al menos una cosa quedó clara, el concepto de piedad de López Obrador es que perdona a Calderón, por ello la gran pregunta que queda es: ¿y todos los que se sintieron perjudicados en la oportunidad histórica que significó su anterior candidatura también lo perdonarán a él?
Fíjense ustedes que en la época de las redes sociales, de los Mubarak, hasta de los López Obrador, de los Lula, de los Kirchner y del hundimiento de la izquierda generalizada en Europa, en México lo más importante de nuestra campaña interruptus electoral sean los spots de la televisión.
¿Y qué se ve en ellos? Pues algo lamentable. Por ejemplo en el caso de Josefina, pasar del comandante Calderón a la comandanta Vázquez Mota. Eso hay que saberlo hacer y, créame, candidata, la seriedad no es la tristeza, tener razón no es gritar, y usted no suena más seria porque se presente ante nosotros en medio de la herencia de la violencia queriéndonos convencer que usted sería una buena comandante en jefe. Sus claroscuros devienen a gris.
Por otro lado, creo en el perdón de los pecados y que el mundo necesita saber perdonar. Pero también sé que vivimos una época en la que los perdones deben tener nombre y apellido, por eso, ese López Obrador que aparece como galán maduro, entre padre y abuelo, que se muestra con una linda corbata desde un despacho civilizado proclamando su perdón, ¿qué nos quiere decir?, ¿que perdonará a todos aquellos que no seamos pobres?, ¿que perdonará a todos aquellos que hayan engañado al pueblo? ¿A quién perdona y con qué derecho?
Asimismo, está el colorido maravilloso. Vive México. Qué gran país somos y qué cantidad de cultura y música tenemos, todo atrapado en el pelo inconmovible del candidato Peña Nieto. Es decir, sabemos que el candidato priísta ha estado en todo el país, por lo menos, para grabar spots y que puede estar en medio de cualquier tifón y circunstancia y no despeinarse. Ahora nos gustaría traspasar esa línea del pensamiento que parece tejida en torno a su pelo y saber qué piensa hacer con este país. Eso, créame, lo transmite sólo hasta cierto punto el colorido, la impecabilidad y la maravilla de México en contraste con un candidato que retrata bien en la tele... pero, ¿y además de eso?
Y luego, hasta el final, final, Quadri puede existir si le meten presupuesto o él, convencido de no tenerlo y de que lo dejarán morir a su suerte, arremete contra quien le nombró, y de verdad con su desamparo se convierte en la voz de la marginación y de las redes sociales. Mientras tanto, siga atento porque esto continuará y pido desesperadamente que el show electoral continúe y nos empiece a decir algo, porque su inicio televisivo no ha podido ser más decepcionante.
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