Bush y las ilusiones republicanas

José Carreño Figueras

John Ellis (Jeb) Bush está hoy, sin quererlo probablemente, en el centro de las ilusiones de muchos republicanos, que temen un desastre electoral en noviembre próximo.

De hacer caso a lo que parece un coro creciente en el aparato político republicano, los cuatro actuales aspirantes no acaban de convencer a sus bases, por una u otra razón, y eso se refleja en el déficit de entusiasmo cada vez mas evidente en las primarias.

Cierto, el exgobernador Mitt Romney parece en camino de lograr la nominación. Es el favorito del aparato político tradicional y uno que por imagen, organización y recursos, es considerado como el hombre con las mejores posibilidades de derrotar al presidente Barack Obama en la votación del primer martes de noviembre.

Pero la otra cara es que Romney parece muy lejos de satisfacer a las bases de su partido, tanto que a pesar de ser el dominante en la actual etapa de prenominación, no ha logrado cautivar la imaginación de una base que busca ansiosamente quien la encabece contra un Obama que pese a alguna mejoría de su imagen es vulnerable en términos de política y economía.

De hecho, ninguno de los cuatro aspirantes parece satisfacer los deseos de los republicanos, divididos entre conservadores sociales, conservadores económicos y libertarios, con una miríada de tonalidades que aseguran un debate por lo menos vigoroso y que traducidos a la actual campaña parecen indicar una fragmentación electoral y asegurar el disgusto de uno u otro sector.

Romney es considerado el mas aceptable en términos electorales, pero para lograr la nominación presidencial republicana tiene que hacer un pacto faustiano con la derecha, un pacto que lo orilla a posiciones tan extremas que prácticamente lo confinará en la campaña de noviembre.

Su principal competidor actual, Rick Santorum, es un católico ultraconservador con posiciones tan duras en cuanto a temas como libertad de opción para las mujeres y la relación iglesia-estado que asusta incluso a los republicanos moderados, mientras que el expresidente de la cámara baja, Newt Gingrich, es considerado como un hombre brillante pero igualmente desconfiable. El libertario Ron Paul tiene mas simpatías pero nadie espera que haga algo mas que hacer notar la visión de lo que representa, un sector que impulsa los derechos del individuo por encima de todo.

Y es ahí donde entra Jeb Bush. El exgobernador de Florida tiene impecables credenciales conservadoras, y tal vez por eso no siente la necesidad de ser virulento o permanentemente confrontacional; tiene un estilo político que le permite dialogar y una visión que le permite ahora advertir a los republicanos del error de estigmatizar a los latinos.

Pero al mismo tiempo es Bush, un apellido que, por lo menos en esta elección, se considera como un negativo debido a los errores de su hermano, el expresidente George W. Bush, y él mismo ha expresado que no está listo ni se siente con deseos ni organización para buscar la postulación.

El sueño sin embargo probablemente continuará mientras la primaria republicana no se decida, y algunos creen que eso no ocurrirá sino hasta la convención nacional de ese partido a fines de agosto.

Comentarios