Francisco Rodriguez / Índice Político
Si la señora Vázquez depende “al mil” de su fantasmagórico equipo al que delega la toma de absolutamente todas las decisiones… y si los asesores del señor Peña se cuelgan de su menguante popularidad para que sea ésta la que les haga “la chamba”… el caso del señor Andrés Manuel López Obrador es todavía más preocupante: lo engañan… está rodeado de “una pandilla de gángsters”.
El dicho es de Porfirio Muñoz Ledo. Se lo soltó hace un par de días a esa gran cronista de la política que es mi admirada colega Martha Anaya e iba específicamente dirigido a quienes, en el partido propiedad de Dante Delgado, le arrebataron hace unos días la candidatura plurinominal al Senado.
Podría decirse que el internacionalista Muñoz Ledo habla “por ardor”, pero él mismo expresa en esa su reciente charla con la periodista que no le preocupa mayormente el no ir otra vez a la Cámara Alta –donde desempeñaría, sin duda, un lugar destacado– pues él ya había dado por cerrado su ciclo como legislador, lo cual no obsta para que asimismo deplore las formas y diga: “yo creo que están dominados por corruptos y que están engañando a Andrés Manuel… ¡Son unos gángsters de la política!”.
Y sí. No nada más la corriente conocida como “Los Chuchos” que durante los últimos años ha prostituido la de suyo ya envilecida política a la mexicana –sus alianzas con el panismo que ocupa Los Pinos aún hacen sonrojar a perredistas de otras corrientes–, también rodean a López Obrador quienes, en estricto apego a la filosofía weberiana, viven de la política y no para la política. Cuestión que rebasa la mera preposición gramatical.
Dante Delgado Rannauro, propietario del membrete otrora llamado Convergencia –nadie recuerda cómo es que se llama ahora– ha prosperado económicamente con no pocos negocios inmobiliarios en su natal Veracruz –es además concuño de quien ha encabezado el Infonavit los últimos 11 años–, donde incluso ha llegado a defraudar a quienes creían ser sus amigos. Todo al amparo de la sombrilla partidista de color naranja.
Y como estos personajes, hay varios más en el entorno del nuevamente candidato presidencial por “las izquierdas”.
De ahí, supongo, que la estrategia de campaña del señor López Obrador haya sido aún desde antes de arrancar, el presentar a la sociedad como sus colaboradores directos, en caso de ganar (otra vez) la Presidencia de la República, a personajes reconocidos, prestigiados, que poco o nada tienen que ver con los partidos que lo postulan.
Tiene casi toda la razón Muñoz Ledo. Menos en una cosa. No creo que estos vividores de la política –Weber, otra vez– engañen al tabasqueño. Él debe saber bien a bien a qué van, a qué “le tiran” todos y cada uno de quienes pueden estar en sus proximidades.
Pero, si como dice el refrán, “con estos bueyes hay que arar”, cuando menos sí habría que atornillarles la coyunda.
No es posible ni admisible que se abandonen espacios en los medios de comunicación como “las izquierdas” lo hicieran ayer en la tertulia de coordinadores de campaña de los candidatos presidenciales a la que convocara Carmen Aristégui en su espacio radiofónico. Debió haber asistido Ricardo Monreal –sí estuvieron presentes el josefinista Gil Zuarth y el peñista Videgaray–, aunque en su entorno se justifique la ausencia apuntando que ésta se dio para reforzar la demanda lopezobradorista de que haya 12 debates entre quienes a partir de esta tarde ya serán formalmente candidatos.
Hubo por tal, en las redes sociales, quienes demandaron un cambio en la coordinación de la campaña de AMLO, aunque se me dice que la criticada decisión de ausentarse de tal debate en la radio fue adoptada en consenso por quienes rodean al oriundo de Macuspana. Luego se quejan del “cerco informativo”, me comentó otro enterado.
Es el principio. Pronto habrá quienes demanden el retorno o radicalización –vuelta a la raíz– del discurso del candidato de “las izquierdas”, arguyendo que “no pega” el de la República amorosa, que lo mantiene en tercer lugar en las encuestas… incluso en la propia.
Índice Flamígero: Un destacado “chucho”, el guerrerense Greg Sánchez –avecindado sucesivamente en Chiapas y Quintana Roo–, “desistió” de ir por un escaño al Senado. Ex alcalde de Benito Juárez, cuya cabecera es el balneario turístico Cancún, ha mandado a justificar su sorpresiva decisión dizque “por presiones del crimen”. No precisó, eso sí, de cuál de ambos bandos lo ejerció. Si fue el crimen organizado, o el desorganizado al que ya sólo le quedan 247 días… y contando.
Si la señora Vázquez depende “al mil” de su fantasmagórico equipo al que delega la toma de absolutamente todas las decisiones… y si los asesores del señor Peña se cuelgan de su menguante popularidad para que sea ésta la que les haga “la chamba”… el caso del señor Andrés Manuel López Obrador es todavía más preocupante: lo engañan… está rodeado de “una pandilla de gángsters”.
El dicho es de Porfirio Muñoz Ledo. Se lo soltó hace un par de días a esa gran cronista de la política que es mi admirada colega Martha Anaya e iba específicamente dirigido a quienes, en el partido propiedad de Dante Delgado, le arrebataron hace unos días la candidatura plurinominal al Senado.
Podría decirse que el internacionalista Muñoz Ledo habla “por ardor”, pero él mismo expresa en esa su reciente charla con la periodista que no le preocupa mayormente el no ir otra vez a la Cámara Alta –donde desempeñaría, sin duda, un lugar destacado– pues él ya había dado por cerrado su ciclo como legislador, lo cual no obsta para que asimismo deplore las formas y diga: “yo creo que están dominados por corruptos y que están engañando a Andrés Manuel… ¡Son unos gángsters de la política!”.
Y sí. No nada más la corriente conocida como “Los Chuchos” que durante los últimos años ha prostituido la de suyo ya envilecida política a la mexicana –sus alianzas con el panismo que ocupa Los Pinos aún hacen sonrojar a perredistas de otras corrientes–, también rodean a López Obrador quienes, en estricto apego a la filosofía weberiana, viven de la política y no para la política. Cuestión que rebasa la mera preposición gramatical.
Dante Delgado Rannauro, propietario del membrete otrora llamado Convergencia –nadie recuerda cómo es que se llama ahora– ha prosperado económicamente con no pocos negocios inmobiliarios en su natal Veracruz –es además concuño de quien ha encabezado el Infonavit los últimos 11 años–, donde incluso ha llegado a defraudar a quienes creían ser sus amigos. Todo al amparo de la sombrilla partidista de color naranja.
Y como estos personajes, hay varios más en el entorno del nuevamente candidato presidencial por “las izquierdas”.
De ahí, supongo, que la estrategia de campaña del señor López Obrador haya sido aún desde antes de arrancar, el presentar a la sociedad como sus colaboradores directos, en caso de ganar (otra vez) la Presidencia de la República, a personajes reconocidos, prestigiados, que poco o nada tienen que ver con los partidos que lo postulan.
Tiene casi toda la razón Muñoz Ledo. Menos en una cosa. No creo que estos vividores de la política –Weber, otra vez– engañen al tabasqueño. Él debe saber bien a bien a qué van, a qué “le tiran” todos y cada uno de quienes pueden estar en sus proximidades.
Pero, si como dice el refrán, “con estos bueyes hay que arar”, cuando menos sí habría que atornillarles la coyunda.
No es posible ni admisible que se abandonen espacios en los medios de comunicación como “las izquierdas” lo hicieran ayer en la tertulia de coordinadores de campaña de los candidatos presidenciales a la que convocara Carmen Aristégui en su espacio radiofónico. Debió haber asistido Ricardo Monreal –sí estuvieron presentes el josefinista Gil Zuarth y el peñista Videgaray–, aunque en su entorno se justifique la ausencia apuntando que ésta se dio para reforzar la demanda lopezobradorista de que haya 12 debates entre quienes a partir de esta tarde ya serán formalmente candidatos.
Hubo por tal, en las redes sociales, quienes demandaron un cambio en la coordinación de la campaña de AMLO, aunque se me dice que la criticada decisión de ausentarse de tal debate en la radio fue adoptada en consenso por quienes rodean al oriundo de Macuspana. Luego se quejan del “cerco informativo”, me comentó otro enterado.
Es el principio. Pronto habrá quienes demanden el retorno o radicalización –vuelta a la raíz– del discurso del candidato de “las izquierdas”, arguyendo que “no pega” el de la República amorosa, que lo mantiene en tercer lugar en las encuestas… incluso en la propia.
Índice Flamígero: Un destacado “chucho”, el guerrerense Greg Sánchez –avecindado sucesivamente en Chiapas y Quintana Roo–, “desistió” de ir por un escaño al Senado. Ex alcalde de Benito Juárez, cuya cabecera es el balneario turístico Cancún, ha mandado a justificar su sorpresiva decisión dizque “por presiones del crimen”. No precisó, eso sí, de cuál de ambos bandos lo ejerció. Si fue el crimen organizado, o el desorganizado al que ya sólo le quedan 247 días… y contando.
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