Francisco Garfias
Xóchitl Gálvez, polémica, mal hablada, franca como pocas, explica, a su modo, la “operación cicatriz” que emprendió Josefina Vázquez Mota luego de las elecciones internas del PAN.
“Hasta cuando te peleas con tu marido te echas con él un cafecito para decirle: ¡Ya bájale, güey!”
Josefina, todos lo sabemos, desayunó con Ernesto Cordero; y luego se bebió un cafecito con Santiago Creel.
No le quedó más remedio que olvidar las trampas y los cochupos —hubo casillas absolutamente atípicas— para ayudar al llamado “candidato oficial.”
Unidad obliga.
Garganta azul asevera que desde los tiempos de César Nava en la presidencia del PAN se estableció la estrategia de abrir el partido a “adherentes de ocasión”.
Cordero era el gallo, el heredero de Juan Camilo Mouriño, el delfín del Presidente. Había que asegurarle votos en la interna y la constitucional.
“Los corderistas operaron en organizaciones campesinas y de mujeres. Apoyos en efectivo para vivienda a cambio del voto para Cordero”, nos aseguran los josefinos.
El padrón azul creció a un millón 800 mil potenciales votantes. Sintieron que ya la tenían.
Pero cometieron un error monumental. “Pagaron por adela…”, afirman las fuentes. El recurso no bajó. Muchos “adherentes” no fueron a las urnas.
¿Resultado? No les alcanzó para derrotar a Josefina ni con la ayuda de la maestra Elba Esther Gordillo.
Y es que en el equipo de la única mujer candidata juran también que, en una reunión celebrada poco antes de las elecciones azules, se dio la instrucción a los operadores del Panal de trabajar para Cordero.
El ex canciller Jorge Castañeda confirmó ayer, en entrevista de radio, que el ex secretario de Hacienda era el Plan C de la maestra. Después, claro, de la salida de Ebrard y del fracaso de la alianza con Peña Nieto.
A Josefina le salió caro el apoyo de los corderistas. Éstos —y Gustavo Madero— se llevaron buena parte en el reparto de las candidaturas pluris.
Max Cortázar, ex vocero de la Presidencia, una de las cabezas visibles de lo que fue el equipo de campaña de Cordero, tiene asegurada su curul en San Lázaro.
¿Qué pasó?, ¿cómo explicamos el resultado?, le preguntamos a Max. “No nos alcanzó. Faltó tiempo y Creel se desmoronó”, repuso el ex vocero de Felipe.
En el toma y daca quedó fuera de las listas Francisco Ramírez Acuña, coordinador de la bancada azul en San Lázaro. Aspiraba a ser senador.
En la Cámara baja se dice que volverá a ser presidente de la Mesa Directiva los últimos cuatro meses de la presente Legislatura.
Magro premio de consolación.
Para Santiago Creel no hubo nada. Ni un solo diputado plurinominal. Leña de árbol caído. Cero cortesía política. Lo excluyeron.
“Con acciones como esa propicias el rompimiento de los pactos de unidad. Hoy lo más peligroso es que existan muchos panes”, se quejó un joven panista.
Buscamos al senador con licencia para que nos diera su punto de vista. La mayoría de las encuestas lo ubicaban segundo lugar, detrás de Josefina. Nadie, ni sus más enconados adversarios, pronosticaban tal desplome: sólo seis por ciento de los votos.
Santiago se excusó de responder. Sus palabras reflejaban desánimo. “Estoy seguro que tú podrás hacer un análisis más objetivo sobre alguien que trae el peso de la derrota”, repuso.
Se cayó la postulación de José Ángel Córdova como candidato de la alianza PRI, PVEM, Panal para el gobierno de Guanajuato. Al ex secretario de Salud “lo alinearon”, nos aseguran prominentes priistas guanajuatenses.
La versión comenzó a correr luego de que Córdova Villalobos tuvo dos encuentros cruciales el pasado miércoles.
Se entrevistó, en la Ciudad de México, con “gente cercana a Peña” —algunos aseguran que habló con el mismísimo candidato presidencial del PRI—, pero también con Josefina Vázquez Mota.
La candidata del PAN tuvo más éxito que la “gente” del mexiquense. El reconocido médico se queda con la camiseta azul puesta. El descarte devuelve la respiración a Juan Ignacio Torres Landa y al senador Francisco Arroyo.
A Manuel Velasco, senador del PVEM, aspirante a la gubernatura de Chiapas, amigo de Peña Nieto, lo traen asoleado con las amenazas. Le hacen llamadas anónimas de todo el estado desde que se perfiló como la carta fuerte para el gobierno de esa entidad. “Todo indica que es por el tema electoral. Me quieren bajar a madrazos, con amenazas y descalificaciones”, dice.
El hombre está convencido de que “alguien” contrató un call center con mucha capacidad, para amedrentarlo, disuadirlo de postularse para suceder a Juan Sabines. “Es una guerra sucia en la que incitan a la violencia y a matarme. Es lamentable. Espero que tanto la PGR como la PJE lleguen al fondo del asunto”.
-¿No será fuego amigo? —le preguntamos—.
-Creo que es fuego enemigo —repuso—.
Xóchitl Gálvez, polémica, mal hablada, franca como pocas, explica, a su modo, la “operación cicatriz” que emprendió Josefina Vázquez Mota luego de las elecciones internas del PAN.
“Hasta cuando te peleas con tu marido te echas con él un cafecito para decirle: ¡Ya bájale, güey!”
Josefina, todos lo sabemos, desayunó con Ernesto Cordero; y luego se bebió un cafecito con Santiago Creel.
No le quedó más remedio que olvidar las trampas y los cochupos —hubo casillas absolutamente atípicas— para ayudar al llamado “candidato oficial.”
Unidad obliga.
Garganta azul asevera que desde los tiempos de César Nava en la presidencia del PAN se estableció la estrategia de abrir el partido a “adherentes de ocasión”.
Cordero era el gallo, el heredero de Juan Camilo Mouriño, el delfín del Presidente. Había que asegurarle votos en la interna y la constitucional.
“Los corderistas operaron en organizaciones campesinas y de mujeres. Apoyos en efectivo para vivienda a cambio del voto para Cordero”, nos aseguran los josefinos.
El padrón azul creció a un millón 800 mil potenciales votantes. Sintieron que ya la tenían.
Pero cometieron un error monumental. “Pagaron por adela…”, afirman las fuentes. El recurso no bajó. Muchos “adherentes” no fueron a las urnas.
¿Resultado? No les alcanzó para derrotar a Josefina ni con la ayuda de la maestra Elba Esther Gordillo.
Y es que en el equipo de la única mujer candidata juran también que, en una reunión celebrada poco antes de las elecciones azules, se dio la instrucción a los operadores del Panal de trabajar para Cordero.
El ex canciller Jorge Castañeda confirmó ayer, en entrevista de radio, que el ex secretario de Hacienda era el Plan C de la maestra. Después, claro, de la salida de Ebrard y del fracaso de la alianza con Peña Nieto.
A Josefina le salió caro el apoyo de los corderistas. Éstos —y Gustavo Madero— se llevaron buena parte en el reparto de las candidaturas pluris.
Max Cortázar, ex vocero de la Presidencia, una de las cabezas visibles de lo que fue el equipo de campaña de Cordero, tiene asegurada su curul en San Lázaro.
¿Qué pasó?, ¿cómo explicamos el resultado?, le preguntamos a Max. “No nos alcanzó. Faltó tiempo y Creel se desmoronó”, repuso el ex vocero de Felipe.
En el toma y daca quedó fuera de las listas Francisco Ramírez Acuña, coordinador de la bancada azul en San Lázaro. Aspiraba a ser senador.
En la Cámara baja se dice que volverá a ser presidente de la Mesa Directiva los últimos cuatro meses de la presente Legislatura.
Magro premio de consolación.
Para Santiago Creel no hubo nada. Ni un solo diputado plurinominal. Leña de árbol caído. Cero cortesía política. Lo excluyeron.
“Con acciones como esa propicias el rompimiento de los pactos de unidad. Hoy lo más peligroso es que existan muchos panes”, se quejó un joven panista.
Buscamos al senador con licencia para que nos diera su punto de vista. La mayoría de las encuestas lo ubicaban segundo lugar, detrás de Josefina. Nadie, ni sus más enconados adversarios, pronosticaban tal desplome: sólo seis por ciento de los votos.
Santiago se excusó de responder. Sus palabras reflejaban desánimo. “Estoy seguro que tú podrás hacer un análisis más objetivo sobre alguien que trae el peso de la derrota”, repuso.
Se cayó la postulación de José Ángel Córdova como candidato de la alianza PRI, PVEM, Panal para el gobierno de Guanajuato. Al ex secretario de Salud “lo alinearon”, nos aseguran prominentes priistas guanajuatenses.
La versión comenzó a correr luego de que Córdova Villalobos tuvo dos encuentros cruciales el pasado miércoles.
Se entrevistó, en la Ciudad de México, con “gente cercana a Peña” —algunos aseguran que habló con el mismísimo candidato presidencial del PRI—, pero también con Josefina Vázquez Mota.
La candidata del PAN tuvo más éxito que la “gente” del mexiquense. El reconocido médico se queda con la camiseta azul puesta. El descarte devuelve la respiración a Juan Ignacio Torres Landa y al senador Francisco Arroyo.
A Manuel Velasco, senador del PVEM, aspirante a la gubernatura de Chiapas, amigo de Peña Nieto, lo traen asoleado con las amenazas. Le hacen llamadas anónimas de todo el estado desde que se perfiló como la carta fuerte para el gobierno de esa entidad. “Todo indica que es por el tema electoral. Me quieren bajar a madrazos, con amenazas y descalificaciones”, dice.
El hombre está convencido de que “alguien” contrató un call center con mucha capacidad, para amedrentarlo, disuadirlo de postularse para suceder a Juan Sabines. “Es una guerra sucia en la que incitan a la violencia y a matarme. Es lamentable. Espero que tanto la PGR como la PJE lleguen al fondo del asunto”.
-¿No será fuego amigo? —le preguntamos—.
-Creo que es fuego enemigo —repuso—.
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