Ricardo Rocha / Detrás de la Noticia
Chabelo tenía una sección muy divertida en su programa de tele y que era la más esperada por la numerosísima audiencia infantil de entonces: “Lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer”. Baste un ejemplo: el chavito que muy disciplinado hacía su tarea en la tarde luego de haber comido muy bien y hasta ayudarle a su mamá a lavar los platos. Eso era, claro, lo que se debe hacer. Pero luego venía lo más padre, que era lo que no se debe hacer, y hete aquí que aparecía el mismo escuincle pero transformado en pequeño monstruo que llegaba todo chilapastroso, aventando el plato de comida y, por supuesto, negándose terminantemente a hacer la tarea.
Chabelo tenía una sección muy divertida en su programa de tele y que era la más esperada por la numerosísima audiencia infantil de entonces: “Lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer”. Baste un ejemplo: el chavito que muy disciplinado hacía su tarea en la tarde luego de haber comido muy bien y hasta ayudarle a su mamá a lavar los platos. Eso era, claro, lo que se debe hacer. Pero luego venía lo más padre, que era lo que no se debe hacer, y hete aquí que aparecía el mismo escuincle pero transformado en pequeño monstruo que llegaba todo chilapastroso, aventando el plato de comida y, por supuesto, negándose terminantemente a hacer la tarea.
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