Si aplicaran exámenes psicológicos y toxicológicos, ni Peña ni Mota serían candidatos

Álvaro Cepeda Neri

Son muy pocos los requisitos que los candidatos a puestos de elección tienen que cumplir. Los artículos electorales y sus leyes reglamentarias, de las entidades y federales, no contemplan revisarlos sobre si ocultan el consumo de drogas; si tienen una mínima capacidad política o si son adictos a mentir (entre otros, está el ensayo de Johathan Swift: El arte de la mentira política; y el extraordinario de Oscar Wilde: La decadencia de la mentira). Tampoco se les obliga a declarar sus preferencias sexuales.

La reportera española: Mari Luz Peinado (El País: 18/II/12) entrevistó y dio a conocer el caso de la candidata del PRD a asambleísta del Distrito Federal: Diana Sánchez, que cambió de sexo masculino (se llamaba: Javier Alejandro Sánchez) a femenino. Y no obstante que en la capital del país ya se implantó el matrimonio entre personas del mismo sexo (como el derecho de aborto, confirmado por la Corte), y que por el mundo se presentan en todas las actividades y la política quienes tienen diferente inclinación sexual, entre los mexicanos todavía es un secreto a voces que fulano es mengana o que viven como parejas siendo del mismo sexo. La prueba del polígrafo es necesaria, para este “destape”.

La prueba psicológica y el examen de currículum contribuirían para saber si cuentan con capacidad y formación intelectual. Sin esa prueba, Peña demostró que es ignorante y con su mínima información cultural ha escuchado nombres, que confunde (hizo autor al derechista-conservador Krauze de una obra de Carlos Fuentes y éste lo descalificó políticamente). Hay quienes nunca debieron ocupar un cargo. Calderón, por ejemplo, como aquel desquiciado ecuatoriano, destituido entre otras causas por incompetente, demostró que apenas servía para inquilino de Los Pinos, pero no para Presidente. Josefina, aceptada a regañadientes por Calderón e insultada por Cordero (éste ya es su asesor), ha demostrado que no tiene madera y que ganó la postulación, porque representaba el anticalderonismo.

Ya la Suprema Corte derogó en Chiapas, y no se vaya a contagiar el resto del país (Excélsior y La Jornada: 21/II/12), el párrafo 3 del Art. 7 de su Código Electoral, donde establecía que los precandidatos “podrían” someterse, si era su voluntad, a exámenes toxicológicos, psicológicos y al polígrafo. “El estado físico y mental” de los ciudadanos que aspiran a procesos electorales, dice la Corte, por 9 votos a favor y uno en contra del ministro Fernando Franco, no forman parte de los requisitos que exige la ley. Así se colarán incapaces, que no es lo de menos, y sobre todo rateros que mienten sobre inmensa riqueza que no tienen, pero cuando dejan el cargo ya poseen. Jueces, funcionarios, policías y militares (no todos), ceden a las tentaciones en dólares. Los celadores de las cárceles… ¿le sigo? Y no hay manera de evitar graves errores y tanta corrupción, porque no fueron examinados.

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