Eduardo Ibarra Aguirre
Más que anunciada por prácticamente todas las casas encuestadoras, la victoria de Josefina Vázquez no guarda sorpresas significativas, si acaso la baja participación de simpatizantes y adherentes –516 mil 483, lo que representa 28 por ciento del listado nominal–, el notable repunte de Ernesto Cordero y el desplazamiento a un lejano tercer lugar de Santiago Creel, hecho que pretenden explicar con el voto útil o mejor aún la negociación entre el senador con licencia y la otrora lideresa de los diputados panistas.
Tampoco es para omitirse la prontitud y categoría con que los perdedores reconocieron el éxito de Mota, lección de la que aún puede aprender Alejandra Barrales y no pocos de sus compañeros de partido que por lo general se baten a fondo en una elección interna y hasta en una consulta ciudadana.
Lo más trascendente, sin embargo, es la operación de suma de liderazgos y voluntades a la que se abocó inmediatamente y con singular energía la autora del éxito editorial Dios mío hazme viuda por favor.
La rápida vuelta a la hoja de la contienda interna y la apertura del capítulo de la puja por ampliar a 18 años la permanencia de Acción Nacional en Los Pinos, resulta inconcebible sin la intervención de Felipe Calderón para que su delfín Cordero reconociera lo obvio, que ambos perdieron. Pero el segundo aún trata de explicar el hecho con la bobada de que le “faltó tiempo para hacer campaña” y omite lo que subrayan análisis de su equipo: las deslealtades de los gobernadores José Guadalupe Osuna Millán y Juan Manuel Oliva, de Baja California y Guanajuato respectivamente, donde también fue derrotado José Ángel Córdova, el insuflado secretario de Salud, previsión hecha aquí.
El proceso de restañamiento de las heridas en el PAN marcha a ritmo acelerado y las directivas de los equipos de campaña de Creel y de Cordero, todos sus activos –que no han de ser muchos por los votos contabilizados y parecieran ser más los adherentes–, analizan su incorporación a los 150 días de campaña electoral que prepara al detalle Vázquez Mota, y que a juicio de Soledad Loaeza, sólida estudiosa del panismo y ahora prestidigitadora, será víctima de hechos y actos misóginos, sexistas.
De unidad y hasta visionaria dicen que fue la pieza de oratoria de la noche del 5, a cargo de la exsecretaria de Desarrollo Social del gabinete de Vicente Fox, y por ello mujer decisiva en el muy impugnado triunfo de Felipe Calderón en julio de 2006. Papel destacado que no le reconoció Calderón a Vázquez a la hora de contraponerle a Cordero. Y titularidad de la Sedesol que tampoco la señora le reconoce al guanajuatense, pese a que sin ese cargo no estaría en la antesala de la posibilidad de vivir en Los Pinos. Ambos personajes políticos se distinguen por ser mal agradecidos, carecen de lo mismo.
Y es aquí donde el proyecto hace agua porque Josefina Vázquez privilegió a Calderón y Margarita Zavala hasta incurrir en frases con tufo de lambisconería, e ignoró a Fox Quesada aunque no a su sexenio, lo cual sería el colmo de la tontería.
Naturalmente que es Calderón Hinojosa, como titular del Ejecutivo federal quien, violentando los clarísimos límites que establece la legislación, puede hacer triunfar a la candidata presidencial de su partido. Pero a diferencia de 2006, cuando Fox se volcó para apuntalar ilegalmente a Calderón, tras ser derrotado en las internas Creel, el país y sus electores no dan para que intenten desde el poder repetir la historia, ahora como comedia o como farsa.
La ausencia de Fox y lo que aún represente no se puede cubrir con acuerdos y cuotas para Creel Miranda. Y esto le puede costar caro a Vázquez y su partido.
Más que anunciada por prácticamente todas las casas encuestadoras, la victoria de Josefina Vázquez no guarda sorpresas significativas, si acaso la baja participación de simpatizantes y adherentes –516 mil 483, lo que representa 28 por ciento del listado nominal–, el notable repunte de Ernesto Cordero y el desplazamiento a un lejano tercer lugar de Santiago Creel, hecho que pretenden explicar con el voto útil o mejor aún la negociación entre el senador con licencia y la otrora lideresa de los diputados panistas.
Tampoco es para omitirse la prontitud y categoría con que los perdedores reconocieron el éxito de Mota, lección de la que aún puede aprender Alejandra Barrales y no pocos de sus compañeros de partido que por lo general se baten a fondo en una elección interna y hasta en una consulta ciudadana.
Lo más trascendente, sin embargo, es la operación de suma de liderazgos y voluntades a la que se abocó inmediatamente y con singular energía la autora del éxito editorial Dios mío hazme viuda por favor.
La rápida vuelta a la hoja de la contienda interna y la apertura del capítulo de la puja por ampliar a 18 años la permanencia de Acción Nacional en Los Pinos, resulta inconcebible sin la intervención de Felipe Calderón para que su delfín Cordero reconociera lo obvio, que ambos perdieron. Pero el segundo aún trata de explicar el hecho con la bobada de que le “faltó tiempo para hacer campaña” y omite lo que subrayan análisis de su equipo: las deslealtades de los gobernadores José Guadalupe Osuna Millán y Juan Manuel Oliva, de Baja California y Guanajuato respectivamente, donde también fue derrotado José Ángel Córdova, el insuflado secretario de Salud, previsión hecha aquí.
El proceso de restañamiento de las heridas en el PAN marcha a ritmo acelerado y las directivas de los equipos de campaña de Creel y de Cordero, todos sus activos –que no han de ser muchos por los votos contabilizados y parecieran ser más los adherentes–, analizan su incorporación a los 150 días de campaña electoral que prepara al detalle Vázquez Mota, y que a juicio de Soledad Loaeza, sólida estudiosa del panismo y ahora prestidigitadora, será víctima de hechos y actos misóginos, sexistas.
De unidad y hasta visionaria dicen que fue la pieza de oratoria de la noche del 5, a cargo de la exsecretaria de Desarrollo Social del gabinete de Vicente Fox, y por ello mujer decisiva en el muy impugnado triunfo de Felipe Calderón en julio de 2006. Papel destacado que no le reconoció Calderón a Vázquez a la hora de contraponerle a Cordero. Y titularidad de la Sedesol que tampoco la señora le reconoce al guanajuatense, pese a que sin ese cargo no estaría en la antesala de la posibilidad de vivir en Los Pinos. Ambos personajes políticos se distinguen por ser mal agradecidos, carecen de lo mismo.
Y es aquí donde el proyecto hace agua porque Josefina Vázquez privilegió a Calderón y Margarita Zavala hasta incurrir en frases con tufo de lambisconería, e ignoró a Fox Quesada aunque no a su sexenio, lo cual sería el colmo de la tontería.
Naturalmente que es Calderón Hinojosa, como titular del Ejecutivo federal quien, violentando los clarísimos límites que establece la legislación, puede hacer triunfar a la candidata presidencial de su partido. Pero a diferencia de 2006, cuando Fox se volcó para apuntalar ilegalmente a Calderón, tras ser derrotado en las internas Creel, el país y sus electores no dan para que intenten desde el poder repetir la historia, ahora como comedia o como farsa.
La ausencia de Fox y lo que aún represente no se puede cubrir con acuerdos y cuotas para Creel Miranda. Y esto le puede costar caro a Vázquez y su partido.
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