Realidad vs. caballito blanco

Avanza el deterioro laboral
Precarización: cifras históricas

Carlos Fernández-Vega / México SA


Si fuera por discursos, indudablemente que México y sus habitantes conformarían el primer mundo del primer mundo, el modelo a seguir y la envidia de la comunidad de naciones. Por ejemplo, uno de los más recientes del inquilino de Los Pinos: México sigue generando más oportunidades de estudio y de trabajo para sus jóvenes, para quien todos los días se registran cifras históricas en materia de empleo y bienestar. Qué bonito, pero en los hechos alrededor de 48 por ciento de los desocupados en el país son jóvenes, y las cifras históricas dan cuenta del espeluznante deterioro de las condiciones laborales y sociales de los mexicanos.

Como si todo se resolviera montando un caballito blanco entre banderitas y bandas de guerra. Pero no, la realidad rebasa por mucho el gobierno de utilería del inquilino de Los Pinos, y el recuento laboral que con México SA comparte el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, da puntual cuenta de las oportunidades y cifras históricas reales. Va pues: la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo correspondiente al cuarto trimestre de 2011 deja en claro que el avance en la precarización del mercado laboral mexicano es un problema estructural. El número de mexicanos ocupados en la economía informal (14 millones), de quienes no reciben ingreso (4.2 millones), que cuando mucho perciben un salario mínimo (6.4 millones), de los que ganan entre uno y dos salarios mínimos (10.8 millones), de las personas con ocupación pero que no tienen acceso a la seguridad social (30.8 millones) o de quienes no tienen contrato por escrito (14.8 millones) es altamente preocupante y solamente constituye una muestra de la tarea a realizar si se pretende resolver este desequilibrio social.

De igual forma se tiene en claro que el retroceso en el mercado laboral no únicamente se da en materia de desocupación; un aspecto igualmente relevante es atender la mala calidad de la ocupación que se ha generado. Lo anterior sintetiza el círculo vicioso en el que la nación se encuentra: se han disminuido salarios, prestaciones y horas de trabajo, pero a pesar de ello no se tiene el suficiente vigor para generar crecimiento económico. México se encuentra en el último año de gobierno, con un proceso electoral que ha cerrado los mecanismos de negociación y que ha colocado a la agenda política sobre la económica y social. Dado que para 2012 el crecimiento se encuentra anegado en una etapa de volatilidad externa y de debilidad interna es poco probable que a corto plazo se revierta dicha situación. El problema no fue de diagnóstico, desde el inicio del sexenio se tuvo al empleo como una de las variables que deberían ser atendidas para frenar el deterioro de la calidad de vida de los mexicanos, en realidad la cuestión es que no se tuvo la capacidad de gestión para atender este requerimiento eficazmente.

Dado lo anterior, es evidente que la agenda laboral a resolver involucrará al futuro gobierno, pero el inicio de la solución, en el mejor de los casos, se tendrá para fines 2013, es decir, habrá que esperar un año para poner en marcha nuevas ideas y propuesta. Pero, ¿y si nuevamente no llegan? Los riesgos son latentes, aún algunas de las autoridades encargadas de la seguridad nacional mencionan el delicado estado que guarda el país. Sin lugar a dudas que todo esto reclama que se implementen programas de desarrollo integrales, que se tome en consideración que la mejora en la situación del empleo tiene encadenamientos con la solución del problema de pobreza.

El número de personas que conforman la población ocupada en la informalidad ha rebasado el empleo formal permanente que se registra en el IMSS. Mientras estos últimos crecieron 3.4 por ciento en el cuarto trimestre de 2011, con respecto al mismo periodo del año anterior, la informalidad aumentó 13.4 por ciento. Estos ritmos de crecimiento reflejan la incapacidad de absorción del mercado laboral formal, lo cual provoca que los mexicanos recurran a la informalidad como una forma de obtener el ingreso necesario para solventar sus necesidades. La informalidad se ha consolidado como un eje rector de la ocupación en México, sus niveles de crecimiento son superiores a los registrados por la economía formal, pero existen otras condiciones de trabajo que merman aún más el bienestar de la población: más de 14.7 millones de personas trabajan sin un contrato escrito, más de 6.3 millones reciben a lo mucho un salario mínimo, más de 30 millones de ocupados no tienen acceso a la salud y peor aún más de 4.1 millones no reciben ingresos.

Relevante es el hecho de que los mexicanos ocupados que perciben hasta tres salarios mínimos se han incrementado. Su importancia reside en que el poder adquisitivo que tiene este grupo de personas (27 millones, 1.3 millones más que en 2010) es inferior al alcanzado por los trabajadores que percibían un salario mínimo hace 40 años. También es lamentable que el número de personas ocupadas que ganan entre tres y cinco salarios mínimos (7.6 millones) haya disminuido considerablemente (257 mil personas menos que en 2010). Si bien el número de mexicanos que gana más de cinco salarios mínimos (3.9 millones) aumentó (116 mil), ello no compensa los retrocesos que en materia de ingreso sufrió el resto de la población.

No sólo se ha dado un deterioro en las condiciones laborales de los trabajadores mexicanos; las cifras además evidencian una situación verdaderamente preocupante, pues la capacidad de absorción de mano de obra calificada se ha visto mermada: entre 2006 y 2011 ha crecido 63.2 por ciento la desocupación de las personas que cuentan con una educación media superior o superior. La población ocupada en micro negocios creció 9.4 por ciento, no obstante es mayor la ocupación que brindan los micro-negocios sin establecimiento que aquellas que cuentan con uno: 10.6 millones contra 9 millones de ocupados. A estas alturas del calderonato, únicamente 10 estados de la República reportan un nivel de personal ocupado superior al registrado en 2006. El resto, sólo pérdidas.

Las rebanadas del pastel

Y el del caballito blanco insiste en pasar de la precarización a la esclavización laboral, tal cual ha hecho en España el gobierno facho de Mariano Rajoy, el cual decretó una reforma que abarata el despido, flexibiliza los requisitos para que los empresarios se amparen en la figura del despido procedente y obliga a desempleados que reciben dinero público a realizar labores para la comunidad. Es una reforma histórica, que marcará un antes y un después, es decir, el retorno al medievo.

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