Javier Solórzano
Si en el equipo de Peña Nieto no se han querido dar cuenta que a pesar de la ventaja en las encuestas están en medio de una situación adversa, su futuro será un galimatías. Si no han querido ver que la marcada baja porcentual tiene que ver con que el candidato del PRI se ve endeble y muy expuesto van directo al tobogán. Va mano básicamente por el desgaste del gobierno y por lo que se ve en el PRD pasando a nivel secundario sus virtudes y su mediática presencia.
Peña Nieto está en una encrucijada mayor y parece que en su equipo no se han dado cuenta. Andan como si nada hubiera pasado en su fatal fin de año y en su taciturno inicio del 2012. En las últimas semanas, Peña Nieto ha preferido jugar a la segura. Habla de lugares comunes los cuales difícilmente son rebatibles tratando de no meterse en problemas evitando el contacto directo. Su escenario ideal son los actos masivos que son parte del clientelismo y de la cultura del sándwich. Se está buscando llevarlo a las entrevistas banqueteras, y sus discursos se mueven en los límites de lo políticamente correcto.
En lo que Peña Nieto ha llamado el “tiempo del silencio” debería ponerse a entrenar. No tiene sentido que se meta a un curso de lectura rápida para que en la siguiente entrevista en que le pregunten sobre sus lecturas favoritas nos apantalle. El problema es que se ve vacío. No es lo mismo el Estado de México que el país. No es lo mismo tener una buena parte de la prensa de su estado a modo que enfrentar una prensa nacional severa, crítica y con una alta dosis de intereses.
Peña Nieto puede ganar las elecciones más por el vuelo que trae que por su desempeño como candidato. La llegada de Josefina Vázquez Mota a la arena política le complica el escenario. El que tenga una mujer enfrente, por más estudiada que tiende a verse la candidata panista, le puede abrir un hueco ante las mujeres votantes del país. Josefina no se la va a poder enfrentando al PRI como si su partido no hubiera gobernado en los últimos doce años. No tiene sentido y en una de esas se le va a revertir, pero como sea es ya un dolor de muelas para Peña Nieto.
Su otro adversario parece no crecer; sin embargo, tarde o temprano aparecerá. El problema para López Obrador están siendo las clases medias. No le creen como se puede apreciar en la encuestas. AMLO no pasa del 18% y en los últimos 3 meses ha avanzado a duras penas dos puntos porcentuales. Si el tabasqueño no levanta los votos se pueden ir al PRI y a la anulación del mismo. No vemos a los fervientes militantes de AMLO votando por Josefina.
A Peña Nieto lo tiene encumbrado, en buena medida, la suma de las circunstancias más que sus méritos. Como esto apenas comienza y ya se vio que el gobierno va a ser su parte, Peña Nieto tendrá que estar realmente arropado para que no pase del riesgo al ridículo. Es muy probable que el gran enemigo del mexiquense sea él mismo y su muy cerrado equipo que no se ha dado cuenta de que la ventaja es grande pero endeble. Cuando Peña Nieto se tenga que parar de nuevo ante los medios, tenga que enfrentar audiencias abiertas, y vaya a los debates en donde sus adversarios buscarán evidenciarlo y ponerlo en ridículo, de nuevo la ventaja se diluirá. No puede nadar de pechito porque se ahoga. No le va a quedar de otra que recibir raspones y preparase porque más de alguno pensamos en el riesgo que sería para el país que termine ganando las elecciones si su perfil no sufre un auténtico ajuste de tuercas. No es el único que genera estos temores e inquietudes, pero es el que va mano.
Si en el equipo de Peña Nieto no se han querido dar cuenta que a pesar de la ventaja en las encuestas están en medio de una situación adversa, su futuro será un galimatías. Si no han querido ver que la marcada baja porcentual tiene que ver con que el candidato del PRI se ve endeble y muy expuesto van directo al tobogán. Va mano básicamente por el desgaste del gobierno y por lo que se ve en el PRD pasando a nivel secundario sus virtudes y su mediática presencia.
Peña Nieto está en una encrucijada mayor y parece que en su equipo no se han dado cuenta. Andan como si nada hubiera pasado en su fatal fin de año y en su taciturno inicio del 2012. En las últimas semanas, Peña Nieto ha preferido jugar a la segura. Habla de lugares comunes los cuales difícilmente son rebatibles tratando de no meterse en problemas evitando el contacto directo. Su escenario ideal son los actos masivos que son parte del clientelismo y de la cultura del sándwich. Se está buscando llevarlo a las entrevistas banqueteras, y sus discursos se mueven en los límites de lo políticamente correcto.
En lo que Peña Nieto ha llamado el “tiempo del silencio” debería ponerse a entrenar. No tiene sentido que se meta a un curso de lectura rápida para que en la siguiente entrevista en que le pregunten sobre sus lecturas favoritas nos apantalle. El problema es que se ve vacío. No es lo mismo el Estado de México que el país. No es lo mismo tener una buena parte de la prensa de su estado a modo que enfrentar una prensa nacional severa, crítica y con una alta dosis de intereses.
Peña Nieto puede ganar las elecciones más por el vuelo que trae que por su desempeño como candidato. La llegada de Josefina Vázquez Mota a la arena política le complica el escenario. El que tenga una mujer enfrente, por más estudiada que tiende a verse la candidata panista, le puede abrir un hueco ante las mujeres votantes del país. Josefina no se la va a poder enfrentando al PRI como si su partido no hubiera gobernado en los últimos doce años. No tiene sentido y en una de esas se le va a revertir, pero como sea es ya un dolor de muelas para Peña Nieto.
Su otro adversario parece no crecer; sin embargo, tarde o temprano aparecerá. El problema para López Obrador están siendo las clases medias. No le creen como se puede apreciar en la encuestas. AMLO no pasa del 18% y en los últimos 3 meses ha avanzado a duras penas dos puntos porcentuales. Si el tabasqueño no levanta los votos se pueden ir al PRI y a la anulación del mismo. No vemos a los fervientes militantes de AMLO votando por Josefina.
A Peña Nieto lo tiene encumbrado, en buena medida, la suma de las circunstancias más que sus méritos. Como esto apenas comienza y ya se vio que el gobierno va a ser su parte, Peña Nieto tendrá que estar realmente arropado para que no pase del riesgo al ridículo. Es muy probable que el gran enemigo del mexiquense sea él mismo y su muy cerrado equipo que no se ha dado cuenta de que la ventaja es grande pero endeble. Cuando Peña Nieto se tenga que parar de nuevo ante los medios, tenga que enfrentar audiencias abiertas, y vaya a los debates en donde sus adversarios buscarán evidenciarlo y ponerlo en ridículo, de nuevo la ventaja se diluirá. No puede nadar de pechito porque se ahoga. No le va a quedar de otra que recibir raspones y preparase porque más de alguno pensamos en el riesgo que sería para el país que termine ganando las elecciones si su perfil no sufre un auténtico ajuste de tuercas. No es el único que genera estos temores e inquietudes, pero es el que va mano.
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