Otra cesión de la tecnocracia

Incapaz de cuidar a México
SCT: sigue la venta de garaje

Carlos Fernández-Vega / México SA


Allá por enero de 1995, el entonces secretario de Hacienda, Guillermo Ortiz, promovió consolidar un sector financiero más competitivo, y para ello propuso (léase impuso) a los legisladores una participación temporal del capital privado extranjero en la banca privatizada para estimular la competencia, y bajo el compromiso gubernamental de que el sistema de pagos quedaría en manos de mexicanos. A 17 años de distancia (en el circuito Zedillo-Fox-Calderón), en manos del capital extranjero se concentra alrededor de 90 por ciento del sistema financiero que opera en el país, y el citado ex funcionario hoy es empleado de uno de los mayores bancos, paradójicamente el único de capital nacional.

Una década y siete años después de aquella propuesta temporal (obviamente avalada por la mayoría legislativa priísta), brinca a la palestra otro de los hijos pródigos de la famiglia tecnocrática del sector público, Dionisio Pérez-Jácome, titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, para proponer que el capital extranjero participe al 100 por ciento en las telecomunicaciones nacionales, con el fin de (¡sorpresa!) consolidar un sector de telecomunicaciones más competitivo, convergente y dinámico, e impulsar una competencia más equitativa en el sector”, porque esa es la meta del gobierno calderonista. Para ello, precisó, se dialoga ya con legisladores para que se hagan cambios a la ley antes de que concluya la actual administración. Los bie- nes nacionales, pues, en bandeja de plata para quienes puedan pagar (es un decir, porque después ni siquiera eso), y si es en billetes verdes qué mejor.

¿Dónde hemos visto esta película de terror? En reiteradas ocasiones y sectores económicos privatizados para extranjerizarlos, como el citado cuan vergonzoso caso de la banca (que 15 años después los mexicanos siguen pagando y lo harán por varias décadas más), el relativo a la minería (un verdadero atraco a la nación) y la siderurgia, el de la generación eléctrica, el del gas natural, el del nuevo modelo de Petróleos Mexicanos (ver México SA del pasado 21 de enero), el del ahorro para el retiro, el de la industria refresquera y de agua embotellada (bajo control absoluto de Coca-Cola y Pepsi-Cola), el de los fertilizantes, el de los alimentos, el de la hotelería, el de la fibra óptica de la CFE y la masacrada LFC, y tantos otros que se quedan en el tintero. Y lo que no alcanzó a extranjerizar, simplemente lo monopolizó a favor de los amigos del régimen (telefonía fija y móvil, televisión abierta, por cable y satelital, cemento, pan industrializado, entre otros), que representan un importantísimo apoyo financiero, si no es que el único, para las campañas políticas (de presidente de la República a presidente municipal, sin olvidar, obvio es, senadores, diputados, delegados, etcétera), aunque después los hombres de negocios pasan la abultada factura.

Así, la propuesta calderonista, vía Pérez-Jácome (quien, dicho sea paso, mucho tuvo que ver en la privatización y extranjerización de la generación eléctrica en el país, y lo mismo con el gas natural) es idéntica a la de Guillermo Ortiz, 17 años atrás, es decir, simplemente se aplica el manual neoliberal que tanto ha dañado al país, el cual, entre otras gracias, establece que no existe mejor fórmula para combatir los monopolios autóctonos que autorizar monopolios extranjeros con bienes nacionales.

Entonces, ni competencia, ni crecimiento económico, ni precios más bajos para el consumidor, ni tasas de interés reducidas para los crédito habientes, ni crédito al sector productivo, ni mayores ingresos para el fisco (por el contrario), ni empleo generado, ni beneficio social alguno, ni desarrollo tecnológico, ni tantas otras cosas. En cambio, a estas alturas un ejército de ex funcionarios trabaja al servicio del mismo capital extranjero al que le abrieron las puertas de par en par. Desde luego que el caso emblemático es el del plurichambista Ernesto Zedillo, pero no es el único.

Es impresionante la manifiesta incapacidad de los fundamentalistas neoliberales de entrarle a resolver los problemas y atorones a favor de los intereses nacionales, de erradicar la improductividad de los empresarios nacionales, de romper los monopolios y duopolios y estimular la competencia, erradicar la evasión de impuestos del gran capital, y de socializar los beneficios que aportan los bienes nacionales. No pueden o no les interesa a los de aquí, entonces fácil: extranjericemos (con los mismos resultados). ¿Para qué quiere México y sus habitantes funcionarios como esos que se acobardan a la primera de cambio o que se dedican al jugoso negocio de 10 por ciento de comisión? (¿a poco creen que Raúl Salinas de Gortari es el único?).

Cinco gobiernos neoliberales al hilo han desmantelado la infraestructura productiva del Estado, propiedad de los mexicanos; han entregado los bienes nacionales sin beneficio alguno para el país; la supuesta autoridad opera como gerente de los intereses del gran capital y como vil gato del extranjero, a quien no roza ni con el pétalo de un decreto en contrario. Pero su voracidad y entreguismo no para allí. Al gobierno de Calderón lo que menos le interesa es cerrar su estancia en Los Pinos con avance social, empleo y salarios dignos, bienestar para sus presuntos gobernados. No, le vale gorro, pero le urge, antes del próximo 30 de noviembre, dejar la mesa servida: el sector de las telecomunicaciones al capital privado extranjero. Los mexicanos, qué más da, pueden hundirse más, es su problema, pero cuidado con los intereses del capital extranjero, para el cual siempre tiene tiempo, disposición y, sobre todo, bienes nacionales, que non suyos. Repugnante.

Ya lo dijo Pérez-Jácome: antes de concluir la administración federal serán puestas en práctica varias acciones para fomentar el despliegue de redes de banda ancha en el país, para aumentar su penetración y su uso entre la población. Una de esas acciones, describió el titular de la SCT, está relacionada con fortalecer el marco legal que norma al sector. Aunque, como siempre, hay de prisas a prisas: lo de Mexicana de Aviación acumula año y medio sin solución, y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes lo único que ha hecho es bloquear cualquier posibilidad de que los 8 mil 500 trabajadores regresen a sus empleos y que la aerolínea vuelva a volar.

Las rebanadas del pastel

Tras el fallo negativo de la Comisión Federal de Competencia sobre Iusacell-Televisa, Ricardo Salinas Pliego pretende combatir la decisión a punta de madrazos, que para eso lo contrató Emilio Azcárraga Jean. Bien por la Comisión de Competencia, aunque es una de cal por las centenas que van de arena.

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