Jean-Guy Allard
Si el Departamento de Estado tenía la intención de confirmar públicamente su estatuto de “patrocinador del terrorismo” que tanto le gusta atribuir a los demás, alcanzó su objetivo. El homenaje al terrorista Luis Posada Carriles que se celebró en Miami en el aniversario del natalicio de José Martí, confirmó la permanencia en territorio norteamericano del panameño César Andrés Matamoros Chacón, quien aportó la logística al plan para asesinar a Fidel en Panamá, condenado por terrorismo al igual que Posada, y también con pasado de narcotraficante.
Durante el acto celebrado en el Teatro “Manuel Artime” de Miami, convocado por Unidad Cubana, federación de grupos extremistas tolerada sino auspiciada por el FBI, Matamoros - ya con más de 75 años de edad - se apareció entre los “héroes” de la conspiración mafiosa de Panamá, impulsada y promovida por la llamada Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
Condenado por la justicia Panameña a siete años de cárcel, una sentencia complaciente cuando se considera que el atentado hubiera provocado cientos de muertos, Matamoros recuperó su libertad por el indulto de la presidenta Mireya Moscoso, cuya ilegalidad acaba de ser pronunciada.
¿Como este terrorista, ciuadadano panameño, con pasado de "narco" fue autorizado a entrar a Estados Unidos y, por colmo, está autorizado a permanecer en territorio estadounidense? ¿Por que mecanismo privilegiado entró sin interferencia? ¿Que está haciendo en Estados Unidos cuando tendría que regresar a la cárcel y cuando se anuncia que Posada, y sus cómplices cubanoamericanos Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampol y Pedro Crispín Remón tendrán que enfrentar una solicitud de extradición que pronto se presentará?
Cómo en el caso de los numerosos venezolanos prófugos de la justicia, reclamados por crímenes de terrorismo y asesinatos asilados en Miami, Washington se queda callado.
E incluso permite un tal homenaje como este a Posada que, según sus promotores, fue concebido con el escandaloso propósito “de evocar a Martí y darles un espaldarazo a Posada y sus colaboradores a quienes un tribunal de Panamá acaba de confirmarles sus condenas “. Con la presencia de los congresistas ultra derechistas Dan Burton, representante por Indiana, autor de la ley genocida contra Cuba que lleva su nombre y del cubanoamericano David Rivera, este último objeto de una investigación por actos de corrupción.
¿Quién es este matamoros?
Nació en Cuba, es ciudadano panameño. Mide 1,73 centímetros. Blanco, corpulento, pelo canoso, ojos pardos, tiene bigotes y usa espejuelos.
Tiene antecedentes de narcotraficante y se conoce como tal en su círculo de socios.
Tenía residencia en la capital del istmo, 140 oeste en la planta alta de una edificación de dos pisos del Reparto Pedregal. En la época del complot, era propietario de una fábrica de lanchas, Acuarius Flexifoam, S.A, En playa Gorgona, tiene un ranchón, un motel y una casa que alquila.
Tenía entonces un Nissan Centra, color verde metálico del año 92, con vidrios oscuros, un jeep Cherokee blanco del 88 y un pick up Ford color carmelita del año 80.
Matamoros es la persona que Posada Carriles contacta de inmediato en Panamá cuando llega el 6 de noviembre del 2000, procedente de Costa Rica, por el puesto fronterizo de Paso Canoa, con el pasaporte salvadoreño falso Número A143258, a nombre de Franco Rodríguez MENA.
El cubano-panameño ya tiene listo para Posada un vehiculo y su chofer, José Manuel Hurtado, un humilde trabajador negro que pagará caro luego para esta “iniciativa” de su patrón al estar inculpado y condenado por prestar ayuda a terroristas.
Pues es Hurtado, que Matamoros, cobarde como muchos de sus semejantes, controla a distancia sin “mojarse”, quién tendrá un papel central en la logística de los preparativos del crimen.
En la carretera con 33,44 kilos de C-4
Será Hurtado que llevará a Posada en Mitsubishi Lancer rojo que este alquila, hasta la zona de la frontera de la provincia de Chiriqui, a reunirse con Novo, Remón y Jiménez que llegan de Miami, en casa de su socio el narcotraficante José Valladares, Pepe el Cubano, que morirá misteriosamente meses después sin rendir testimonio ante la corte.
Remón ya tiene en su posesión los 33,44 kilos de explosivos militares, que recogió en un bosque gracias a su GPS. Están en una maleta roja que lleva el logo del Miami Herald y el de los Marlins.
Según el documento central de la Fiscalía “Posada, el responsable de la explosión en pleno vuelo de una aeronave de Cubana de Aviación en 1976 que provocó 73 muertos no quiso viajar en avión (como previsto) con los explosivos: ordenó a Jiménez viajar con Hurtado a la capital en el Mitsubishi, con los explosivos en el maletero”.
Mientras Posada volaba hacia la capital, en una avioneta, el chofer de Matamoros llevará, sin saber de que se trata, la enorme cantidad de C-4 hasta Panamá, la capital, donde Posada lo manda a lavar el carro, dejando los explosivos en el maletero.
Cuando termina y regresa hacia el hotel de Posada, se da cuenta que ahí ocurre un operativo policíaco, que han ya arrestado a Remón y Novo, y que obviamente se encuentra implicado en un acto ilegal.
Matamoros que lo ha mantenido desinformado desde el principio, le ordena Hurtado desaparecer a los explosivos, lo que hará enterrándolos en un terreno baldío cercano al aeropuerto, donde llevará a la policía después de su arresto el 19 de noviembre.
Aprovechándose de la ingenuidad de su empleado, Matamoros queda en libertad algunos días más y hará luego todo lo posible para responsabilizar Hurtado con actos que él mismo había orientado.
El fiscal Arquímedes Saez demostrará que Matamoros es tan responsable que sus socios y que tuvo además la desfachatez de “embarcar” a Hurtado en la operación.
La presidenta mafiosa Mireya Mascoso se encargará luego de convertir el proceso judicial en farsa, aprovechando ilegalmente sus privilegios para ayudar a terroristas. No se sabe hasta ahora de procedimientos para responsabilizarla de este crimen.
Que Matamoros esté en Miami cuando se reactiva el caso del complot de Panamá mientras se prepara la solicitud de extradición de Posada y su pandilla, equivale a una maniobra para poner a salvo un terrorista. Otro más. En el país que confecciona, difunde y utiliza con fines de difamación una lista de “patrocinadores del terrorismo”, infame invento para sancionar a quién desafía los “diktats” del imperio.
Si el Departamento de Estado tenía la intención de confirmar públicamente su estatuto de “patrocinador del terrorismo” que tanto le gusta atribuir a los demás, alcanzó su objetivo. El homenaje al terrorista Luis Posada Carriles que se celebró en Miami en el aniversario del natalicio de José Martí, confirmó la permanencia en territorio norteamericano del panameño César Andrés Matamoros Chacón, quien aportó la logística al plan para asesinar a Fidel en Panamá, condenado por terrorismo al igual que Posada, y también con pasado de narcotraficante.
Durante el acto celebrado en el Teatro “Manuel Artime” de Miami, convocado por Unidad Cubana, federación de grupos extremistas tolerada sino auspiciada por el FBI, Matamoros - ya con más de 75 años de edad - se apareció entre los “héroes” de la conspiración mafiosa de Panamá, impulsada y promovida por la llamada Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
Condenado por la justicia Panameña a siete años de cárcel, una sentencia complaciente cuando se considera que el atentado hubiera provocado cientos de muertos, Matamoros recuperó su libertad por el indulto de la presidenta Mireya Moscoso, cuya ilegalidad acaba de ser pronunciada.
¿Como este terrorista, ciuadadano panameño, con pasado de "narco" fue autorizado a entrar a Estados Unidos y, por colmo, está autorizado a permanecer en territorio estadounidense? ¿Por que mecanismo privilegiado entró sin interferencia? ¿Que está haciendo en Estados Unidos cuando tendría que regresar a la cárcel y cuando se anuncia que Posada, y sus cómplices cubanoamericanos Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampol y Pedro Crispín Remón tendrán que enfrentar una solicitud de extradición que pronto se presentará?
Cómo en el caso de los numerosos venezolanos prófugos de la justicia, reclamados por crímenes de terrorismo y asesinatos asilados en Miami, Washington se queda callado.
E incluso permite un tal homenaje como este a Posada que, según sus promotores, fue concebido con el escandaloso propósito “de evocar a Martí y darles un espaldarazo a Posada y sus colaboradores a quienes un tribunal de Panamá acaba de confirmarles sus condenas “. Con la presencia de los congresistas ultra derechistas Dan Burton, representante por Indiana, autor de la ley genocida contra Cuba que lleva su nombre y del cubanoamericano David Rivera, este último objeto de una investigación por actos de corrupción.
¿Quién es este matamoros?
Nació en Cuba, es ciudadano panameño. Mide 1,73 centímetros. Blanco, corpulento, pelo canoso, ojos pardos, tiene bigotes y usa espejuelos.
Tiene antecedentes de narcotraficante y se conoce como tal en su círculo de socios.
Tenía residencia en la capital del istmo, 140 oeste en la planta alta de una edificación de dos pisos del Reparto Pedregal. En la época del complot, era propietario de una fábrica de lanchas, Acuarius Flexifoam, S.A, En playa Gorgona, tiene un ranchón, un motel y una casa que alquila.
Tenía entonces un Nissan Centra, color verde metálico del año 92, con vidrios oscuros, un jeep Cherokee blanco del 88 y un pick up Ford color carmelita del año 80.
Matamoros es la persona que Posada Carriles contacta de inmediato en Panamá cuando llega el 6 de noviembre del 2000, procedente de Costa Rica, por el puesto fronterizo de Paso Canoa, con el pasaporte salvadoreño falso Número A143258, a nombre de Franco Rodríguez MENA.
El cubano-panameño ya tiene listo para Posada un vehiculo y su chofer, José Manuel Hurtado, un humilde trabajador negro que pagará caro luego para esta “iniciativa” de su patrón al estar inculpado y condenado por prestar ayuda a terroristas.
Pues es Hurtado, que Matamoros, cobarde como muchos de sus semejantes, controla a distancia sin “mojarse”, quién tendrá un papel central en la logística de los preparativos del crimen.
En la carretera con 33,44 kilos de C-4
Será Hurtado que llevará a Posada en Mitsubishi Lancer rojo que este alquila, hasta la zona de la frontera de la provincia de Chiriqui, a reunirse con Novo, Remón y Jiménez que llegan de Miami, en casa de su socio el narcotraficante José Valladares, Pepe el Cubano, que morirá misteriosamente meses después sin rendir testimonio ante la corte.
Remón ya tiene en su posesión los 33,44 kilos de explosivos militares, que recogió en un bosque gracias a su GPS. Están en una maleta roja que lleva el logo del Miami Herald y el de los Marlins.
Según el documento central de la Fiscalía “Posada, el responsable de la explosión en pleno vuelo de una aeronave de Cubana de Aviación en 1976 que provocó 73 muertos no quiso viajar en avión (como previsto) con los explosivos: ordenó a Jiménez viajar con Hurtado a la capital en el Mitsubishi, con los explosivos en el maletero”.
Mientras Posada volaba hacia la capital, en una avioneta, el chofer de Matamoros llevará, sin saber de que se trata, la enorme cantidad de C-4 hasta Panamá, la capital, donde Posada lo manda a lavar el carro, dejando los explosivos en el maletero.
Cuando termina y regresa hacia el hotel de Posada, se da cuenta que ahí ocurre un operativo policíaco, que han ya arrestado a Remón y Novo, y que obviamente se encuentra implicado en un acto ilegal.
Matamoros que lo ha mantenido desinformado desde el principio, le ordena Hurtado desaparecer a los explosivos, lo que hará enterrándolos en un terreno baldío cercano al aeropuerto, donde llevará a la policía después de su arresto el 19 de noviembre.
Aprovechándose de la ingenuidad de su empleado, Matamoros queda en libertad algunos días más y hará luego todo lo posible para responsabilizar Hurtado con actos que él mismo había orientado.
El fiscal Arquímedes Saez demostrará que Matamoros es tan responsable que sus socios y que tuvo además la desfachatez de “embarcar” a Hurtado en la operación.
La presidenta mafiosa Mireya Mascoso se encargará luego de convertir el proceso judicial en farsa, aprovechando ilegalmente sus privilegios para ayudar a terroristas. No se sabe hasta ahora de procedimientos para responsabilizarla de este crimen.
Que Matamoros esté en Miami cuando se reactiva el caso del complot de Panamá mientras se prepara la solicitud de extradición de Posada y su pandilla, equivale a una maniobra para poner a salvo un terrorista. Otro más. En el país que confecciona, difunde y utiliza con fines de difamación una lista de “patrocinadores del terrorismo”, infame invento para sancionar a quién desafía los “diktats” del imperio.
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