Mentiras amorosas

Ricardo Alemán

Es muy probable que “los genios” que diseñaron la estrategia de imagen y mercadotecnia de Andrés Manuel López Obrador no se hayan percatado de que la montaña de mentiras sobre la que construyen la figura política del tabasqueño camina directo a la autodestrucción.

Por ejemplo, nadie le ha dicho a López Obrador que el eslogan de los 20 millones de votos que dice que lo harán ganar es el mismo que utilizó el estratega de la campaña presidencial de Carlos Salinas, en los controvertidos comicios presidenciales de 1988.

Si tuvieran el cuidado de revisar la historia de las más recientes cuatro elecciones, hubieran descubierto que, luego de imponer a Salinas, el entonces presidente Miguel de la Madrid le ordenó al líder del PRI, Jorge de la Vega, que hiciera ver a Salinas no sólo como un ganador, sino como el mesías, capaz de ganar con “los 20 millones de votos que llevará el PRI a las urnas”.

El entonces presidente De la Madrid, como se sabe, fue el arquitecto de la mayor fractura que haya sufrido el PRI en su historia —cuando salieron del tricolor la dinastía de los Cárdenas y un puñado de oportunistas que hoy se dicen de izquierda— y que derivó en la derrota definitiva del PRI, en las urnas, en el año 2000.

Bueno, pues resulta que fue emblemático el eslogan con el que la izquierda mexicana de la segunda mitad de los años 80 motejó la chabacana mentira de los 20 millones de votos para el candidato presidencial Carlos Salinas. En las plazas y los jardines, en las concentraciones y mítines, los políticos y los simpatizantes de la izquierda gritaban a coro: “Veinte millones, ja, ja, ja; veinte millones, ja, ja, ja”.

¿Y adivinen quiénes defendían la farsa de que Salinas ganaría con 20 millones de votos? Nada menos que Manuel Bartlett, Manuel Camacho, Ricardo Monreal y, claro, Marcelo Ebrard. Entre muchos otros que ya no vale mencionar. Casualmente, los mismos que hoy aplauden —desde la izquierda congruente, moderna y profundamente democrática— que el candidato López Obrador “ganará con 20 millones de votos”.

Lo cierto es que si “los genios” que hoy arropan y aplauden a rabiar a López Obrador, tuvieran un poco de pudor, por lo menos pensarían un poco los eslóganes y seguramente llegarían a la conclusión de que llevan al despeñadero al candidato de las izquierdas. ¿Cuántos mexicanos que vivieron la farsa y el fraude electoral de 1988 se tragan hoy el cuento de los 20 millones de votos para AMLO?

¿Cuántos se creen la farsa de que los defraudadores de la elección presidencial de 1988, los mismos que hicieron la causa de Carlos Salinas su causa, hoy aplauden a López Obrador, se dicen de izquierda y dizque trabajan para que no regrese el horrible PRI de Carlos Salinas, encarnado en el también horrible proyecto de Enrique Peña Nieto?

La verdad es que los “veinte millones, ja, ja, ja”, de la elección presidencial de 1988, son los mismos “veinte millones, ja, ja, ja”, del candidato López Obrador de hoy. ¿Y qué, ése no es el mismo PRI de Salinas? Por lo demás, el cuento de los 20 millones de votos de AMLO sale de una grosera “cuenta del abarrotero”.

Es decir, que se han inscrito en Morena cuatro millones de ciudadanos. Y, claro, han prometido que, en julio próximo, llevarán a votar por AMLO a otros cuatro millones de ciudadanos. O sea, que AMLO dice tener seguros 20 millones de votos. Y que con eso ganará la elección. Pero si hablamos en serio, queda claro que se trata de una “mentira amorosa”, ya que no llega siquiera a la categoría de “mentira piadosa”.

Pero hay más. Apenas hace unas horas, López Obrador recurrió a su engaño favorito. Gritó que Televisa, Azteca y otras frecuencias de radio le habían cerrado los medios, a pesar de que ya había dado las entrevistas. Si se mira el hecho sólo desde la chabacana versión de AMLO, tendría toda la razón.

Pero resulta que Televisa, Azteca y otras frecuencias de radio le cerraron el espacio a todos los candidatos, en especial a Enrique Peña Nieto y a Josefina Vázquez Mota. ¿Por qué cerraron los espacios? Porque el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no son capaces de dar garantías a las empresas mediáticas de que no serán sancionadas por difundir entrevistas.

Pero el mejor antídoto contra la mentira de AMLO, de que le cerraron los medios, sería voltear la tortilla. ¿A cuántos medios, noticieros y programas especializados —de televisión y radio— les ha negado una entrevista? Son cientos, y todos saben que AMLO sólo se deja entrevistar donde le garantizan cuestionarios a modo. Mentiras amorosas y democracia del amor.

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