Los cinco amigos globales de Obama y sus lecturas poco recomendables

Alfredo Jalife-Rahme / Bajo la Lupa

Barack Obama, acompañado por el vicepresidente Joe Biden, habla acerca de la importancia del recorte de impuestos a nóminas y la extensión de los beneficios para las personas sin empleo, ayer en la Casa BlancaFoto Ap
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n la lista de los cinco amigos globales de Barack Obama no aparece Felipe Calderón (pese a su supino entreguismo), ni ningún mandatario latinoamericano, ya no se diga algún africano o medio oriental. Según Foreign Policy (19/1/12) y el periódico turco Sunday Zaman (20/1/12), en entrevista con Fareed Zakaria, de la revista Time, Obama nombró a sus cinco amigos internacionales: el premier turco Racip Erdogan, la canciller alemana Angela Merkel, el premier de India Manmohan Singh, el presidente de Corea del Sur Lee Myung-bak y el premier británico David Cameron.

El criterio de su ranking se basa en las buenas (sic) relaciones de trabajo que mantiene con ellos.

De los 193 países de la ONU llama la atención que el mandatario del país aún más poderoso del planeta (pese a su declinación notable) solamente cuente a sus amigos con los cinco dedos de una mano. Sería también interesante colocar la lista de los principales líderes mundiales enemigos de Obama, en la que vendría ante todos el premier israelí Bibi Netanyahu, quien lo obstruye permanentemente.

No sorprendió en absoluto la nominación del premier Erdogan, ya que Turquía –encrucijada geoestratégica en Eurasia– se ha convertido en el eje principal de su política medio oriental. Con la excepción del sudcoreano Lee Myung-bak –quien, dicho con respeto, juega un papel geoestratégicamente menor a los otros considerados–, las amistades de Obama no han tenido concreciones en el terreno de los hechos, cuando la canciller Merkel se ha negado a implementar la política hiperinflacionaria de rescate bancario formulada por Timothy Geithner (secretario del Tesoro de Estados Unidos), y el premier indio Singh ha profundizado su relación de compra de hidrocarburos a Irán (pese al boicot asfixiante de la OTAN).

Sorprende también que Obama haya citado al premier británico David Cameron (muy cercano a Israel), del Partido Conservador, cuando era usual que los presidentes del Partido Demócrata mantuvieran óptimas relaciones con los laboristas, a diferencia de la intimidad del Partido Republicano con los conservadores británicos (v.gr. la dupla Reagan/Thatcher). No aduzco que la relación especial entre Estados Unidos y Gran Bretaña haya desaparecido (todo lo contrario), sino que había entrado en crisis con las políticas financieristas unilaterales del laborista Gordon Brown. Se desprende que Obama maneja más bien intereses pragmáticos que una ideología depurada.

Dejo de lado a los amigos domésticos de Obama –entre los que se encuentran el hoy alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, y el megaespeculador con máscara de filántropo George Soros– para escudriñar las lecturas preferidas de Obama, según Josh Rogin, de Foreign Policy (26/1/12), y Richard Cohen, de The Washington Post (13/2/12).

A mi juicio, la intelligentsia estadunidense (donde pululan los halcones sionistas, debido a su control masivo de Wall Street, los multimedia, Hollywood y el Congreso) hoy se ha fragmentado en dos bandos, con muy pocos realistas, ya no se diga idealistas: la escuela declinista (minoritaria) y la escuela negacionista (mayoritaria).

A juicio de Josh Rogin, Obama abraza la teoría de los consejeros de Romney sobre el mito del declive estadunidense (ver Bajo la Lupa, 19/2/12). Resulta que el ensayo sobre El mito (sic) del declive estadunidense en The New Republic (11/1/12), por Robert Kagan –íntimo de Israel y consejero del candidato presidencial por el Partido Republicano Mitt Romney–, ha sido adoptado como lectura de cabecera por Obama, a grado tal que durante su informe a la nación citó algunas de sus frases domingueras: Estados Unidos está de regreso; Cualquiera que les diga que Estados Unidos se encuentra en declinación o que nuestra influencia se ha desvanecido, no sabe lo que dice. ¡Uf!

Pues ante todo, a quien Obama debe convencer es nada menos que al ex asesor de Seguridad Nacional de Carter (y su también consejero) Zbigniew Brzezinski, quien en su reciente libro Visión estratégica: EU y el caos global que viene, asimila la inevitable decadencia de Estados Unidos (ver Bajo la Lupa, 5/2/12).

Para equilibrar sus juicios, Obama debería también leer el reciente libro de Brzezinski, de mayor estatura geoestratégica que Robert Kagan, quien con sus teorías alocadas empujó –al unísono de los neoconservadores straussianos– al desastre militar de Estados Unidos desde Irak hasta Afganistán.

El debate es intenso. Joseft Joffe –miembro alemán de la revista The American Interest (enero/febrero 2012), que dirige el controvertido nipón-estadunidense Francis Fukuyama–, se mofa de la quinta ola de declinacionismo.

En su libro común –Lo que éramos nosotros: cómo EU cayó atrás en el mundo que inventó (sic) y cómo regresamos–, Thomas Friedman (periodista de The New York Times) y el politólogo conservador Michael Mandelbaum aseveran que la misma pauta del pasado medio siglo se volverá a repetir (léase: la indestructibilidad de Estados Unidos pese a sus tropiezos).

Robert Kagan, miembro de la cofradía secreta Huesos y Calaveras (de Yale) y cofundador del superbélico Project for the New American Century (PNAC), pretende desmontar todos los argumentos declinacionistas (a mi juicio, con mucha locuacidad y poca sustancia).

El neoconservador straussiano Robert Kagan es hijo del polémico historiador Donald Kagan (muy galardonado por los circuitos israelíes), hermano de Frederick (quien favorece un aumento del gasto militar) y esposo de Victoria Nuland (anterior embajadora ante la OTAN y hoy portavoz de Hillary Clinton). ¡Toda la famiglia Kagan al servicio de la guerra!

Muy prolífico, Robert Kagan acaba de publicar El mundo que EU hizo (sic), que le valió una entrevista muy a modo con Jennifer Rubin (The Washington Post, 14/2/12), donde presenta una visión apocalíptica del planeta en caso de la declinación de Estados Unidos y su suicidio preventivo (sic) como superpotencia: retorno a la guerra entre los nuevos poderes emergentes; retirada de la democracia frente a la influencia de Vladimir Putin en Rusia y de una China autoritaria, y debilitamiento global de la economía de libre mercado, que Estados Unidos creó y ha sostenido militarmente (sic) durante más de 60 años. ¡Vaya ignorancia! Estados Unidos no creó el libre mercado, sino Gran Bretaña (en práctica y teoría).

En un artículo relevante, Tom Barry –director de política del think tank International Relation Center– desmenuza la anatomía patológica del Committee on the Present Danger (CPD: comité del peligro presente) y sus vínculos con los superhalcones y neoconservadores del PNAC (donde descuella Robert Kagan) y del Center for Security Policy (CSP) fundado por Frank Gaffney (Asia Times, 23/6/06), quienes fomentan el nivel de miedo en la opinión publica y con los hacedores de la política en Estados Unidos, con el objetivo de incrementar los presupuestos militares, movilizar al país para la guerra y destruir a las fuerzas aislacionistas, anti intervencionistas y realistas de la política de Estados Unidos. ¡El modelo CPD!

A Tom Barry le faltó agregar que los pocos realistas que quedan en Estados Unidos tienen la batalla perdida hasta ahora debido al apabullante control totalitario y orwelliano que ejercen en los multimedia de Estados Unidos (por ende, de alcance global) los súper halcones y neoconservadores straussianos coaligados en el modelo CPD del CSP y el PNAC.

Dime en quién te inspiras en tus lecturas y te diré quién eres.

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