Los candidatos y el tema del ejército

Jorge Diaz

La semana pasada los protagonistas políticos de nuestro país decidieron que el tema fuera el del ejército o ejércitos, en un caso en particular. Para empezar, está el respaldo que ofreció el ejército mexicano al presidente Calderón (haciendo gala de la lealtad que los distingue). Es éste el único apoyo de ejército alguno que puede presumir el presidente, puesto que el ejército de millones de mexicanos que salen todos los días a trabajar o a buscar trabajo, no estará para nada pensando en refrendarle su confianza, otorgándole continuidad a su administración en la figura de la virtual candidata panista (misma que le dará la espalda a quienes con su voto le dieron la espalda a Calderón), cuando ésta tome el mismo discurso para hacerlo bandera.

Veamos si el ejército mexicano ve con buenos ojos la posibilidad de otros seis años más en las calles (por la predecible oferta de Josefina), ya que en la oferta de los otros aspirantes a la presidencia está el atractivo de regresarlos a sus cuarteles paulatinamente, con lo que muchos de los problemas que tuvieron en la guerra que Calderón inventó (para la cual no estaban preparados porque esa no es la vocación de nuestro ejército) se solucionarían o por lo menos, ya no seguirían creciendo.

Hablando de quien de manera clara se pronunció por retirarlos de manera ordenada y paulatina de las calles, está López Obrador. No es menor la oferta y aunque arriesgada, de hecho llega directo a los oídos de militares, quienes seguramente lo desean ansiosamente; y civiles, quienes aspiran a un México tranquilo, de oportunidades y con estrategia de seso y no de balas, en lugar de un país en el que de entrada todos somos sospechosos o propensos a que nos alcance una bala perdida. El reto para AMLO, de llegar a ser presidente, sería cumplir con ello, pues se le empezaría a cobrar y exigir desde el principio de su mandato y es ahí dónde precisamente se vería la altura del tabasqueño como líder “libre de ocurrencias”, como él mismo prometió y tendría que demostrar.

Y el otro ejército: “el ejército de la victoria” (Eruviel dixit), está del lado de los priistas que en una demostración de fuerza y gran músculo arroparon en el Estado de México a su precandidato, Enrique Peña Nieto, lanzando la advertencia (tarde o temprano llegaría) que de seguir el gobierno federal con las calumnias y ataques bajos (especialidad de Los Pinos) se responderá de manera enérgica y quizá (eso lo pienso yo), con la misma virulencia.

No es para menos, Felipe Calderón insiste en estirar la cuerda usando las Instituciones de procuración de justicia con fines electorales (¿por qué no aspiró a la justicia desde antes?) y seguramente provocará que en el futuro inmediato se le revire de la misma manera, ya que del lado azul hay mucha tela de donde cortar y quizá están pecando de exceso de confianza, derivado de la tranquilidad de estar del lado del poder (lo que no es garantía), por lo que sería deseable ver un tono menos rijoso por parte del presidente que ya va de salida, para evitar un choque de titanes que a nadie conviene, sobre todo a él, que no tiene la seguridad de entregar las riendas a uno de los suyos y en ese escenario, Felipe Calderón estaría casi en la indefensión, por el hecho de no tener cara para sentarse a negociar su salida con el gobierno entrante.

Es entendible que al ir atrás en cualquier competencia se debe presionar al puntero, pero también hay formas inteligentes de perder y jugando sucio, no es una de ellas. En fin que cada quien confía en sus estrategias y pronto veremos los resultados, mientras tanto los espectadores (nosotros), vemos cómo la diversión va en aumento.

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