Carlos Ramírez / Indicador Político
Como no lo había hecho en cinco años, el discurso del general secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, en la conmemoración del “Día de la Lealtad”, aclaró muchas de las inquietudes sociales, respondió a las críticas y dejó muy en claro las razones de la intervención de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen organizado.
Fue un discurso preciso, de palabras cuidadosamente seleccionadas, de razonamientos políticos pero sin rebasar facultades, de críticas severas al sistema político que permitió el avance social de la delincuencia y de una explicación de las variantes de la lealtad.
Cinco las definiciones de fondo del general secretario:
1.- Como una infección, el crimen organizado había ya contaminado al cuerpo social. Se trató de una metástasis, una infección que afectó todo el cuerpo social. “En la ciencia biológica un ente nocivo, una vez que invade el organismo, inicia su labor predatoria para después, mutando, incrustarse parasitariamente y establecer una simbiosis en la que ya no es posible distinguir diferencia alguna entre ambos cuerpos; metafóricamente hablando, ello ocurrió con la delincuencia organizada en nuestro país”.
2.- El problema de la delincuencia organizada ya no es un asunto de seguridad pública; en algunas “latitudes del territorio nacional, el espacio de la seguridad pública está totalmente rebasado. Es menester reconocer que es la seguridad interior la que hoy se encuentra severamente amenazada”.
3.- La delincuencia se metió a las instituciones y a la sociedad. “Con los años, las nefastas bandas pasado a un proceso de enquistamiento en la sociedad, con la colaboración de la propia autoridad”. “En la dilatación de este proceso, la situación se tornó aún más grave. En algunas regiones del país, la delincuencia organizada se apropió de las instituciones del Estado”. El camino fue el de la violencia.
4.- La intervención del ejército en la lucha contra el crimen organizado se dio en función de la amenaza a la seguridad interior --fase previa a la seguridad nacional, cuando el Estado se encuentra atacado por organismos que buscan su disolución-- y ocurrió en tres componentes básicos: “Primero, enfrentar y someter a los criminales; segundo, reconstruir las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia y fortalecer a las policías y ministerios públicos; y tercero, reconstruir el tejido social a través de una sólida política de prevención”.
5.- El ejército respeta los derechos humanos; “que ha habido errores, desde luego que sí; reconocerlo es lealtad. Como lo es aceptar las recomendaciones que nos hacen los organismos competentes. Es lealtad a las víctimas y a sus familiares sancionar a los infractores comprobados y reparar el daño causado. Pero también es lealtad al subalterno investigar a fondo y discernir aquellos casos tendenciosos que buscan desprestigiar a la institución y desviar la atención de la justicia a favor de los delincuentes”.
En su discurso, el general secretario sorprendió con el uso del lenguaje porque utilizó algunas caracterizaciones novedosas de sus funciones en la historia que le dan un significado contemporáneo al papel de las fuerzas armadas en la democracia. Por ejemplo, afirmó que a Madero “lo escoltó el nacionalismo acerado con lealtad”. Luego afirmó que aquella defensa de la democracia en 1913 es “el valor heredado”, es “la fracción ética que rescatamos para nutrirnos con su fuerza y pertrecharnos en su horma desde aquellos ayeres”.
Y mandó otro mensaje a la sociedad, siguiendo con el uso de referentes médicos que en ciencia política forman parte de la teoría orgánica: “Nunca será ocioso decirlo, y en esta fecha es más que conveniente recordarlo: Los valores son vértebras esenciales en la vida, la sociedad, la familia, incluso en la amistad”.
Al razonar la intervención de las fuerzas armadas en la lucha contra la delincuencia, el general secretario Galván Galván fue muy cuidadoso en darle acepciones referenciales a la palabra lealtad al recordar que la sociedad política le debe a las Fuerzas Armadas la adecuación del marco jurídico para su actuación en la seguridad interior: “También es lealtad proponer y solicitar respetuosamente reformas al marco legal vigente, con los propósitos de custodiar mejor a la comunidad y preservar la integridad y el prestigio de la institución”.
Y recordó que como nunca antes el ejército se ha abierto a la sociedad: “Hemos dialogado con todos los sectores, absolutamente con todos, acerca del génesis jurídico y social que sustenta estas reformas. Nuestros interlocutores lo saben y lo confirmo en este tribuna”. Y aclaró que “no se trata de arrogarnos privilegio alguno, ni de desempeñar funciones que no nos corresponden”. Por ello reafirmó que “la fuerza armada permanentemente es leal a los intereses supremos del país y nos conducimos por el camino que la nación nos indica”.
Asimismo, dejó también en claro la función del Ejército: “Sabemos con quién luchamos, sabemos contra qué luchamos y sabemos por qué luchamos”.
El discurso del general secretario fue una evaluación de cinco años de participación del Ejército en la lucha contra el crimen organizado que se incrustó en la sociedad y en el Estado como una metástasis de violencia y corrupción. El Ejército ha sido la salvación, no el problema.
Como no lo había hecho en cinco años, el discurso del general secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, en la conmemoración del “Día de la Lealtad”, aclaró muchas de las inquietudes sociales, respondió a las críticas y dejó muy en claro las razones de la intervención de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen organizado.
Fue un discurso preciso, de palabras cuidadosamente seleccionadas, de razonamientos políticos pero sin rebasar facultades, de críticas severas al sistema político que permitió el avance social de la delincuencia y de una explicación de las variantes de la lealtad.
Cinco las definiciones de fondo del general secretario:
1.- Como una infección, el crimen organizado había ya contaminado al cuerpo social. Se trató de una metástasis, una infección que afectó todo el cuerpo social. “En la ciencia biológica un ente nocivo, una vez que invade el organismo, inicia su labor predatoria para después, mutando, incrustarse parasitariamente y establecer una simbiosis en la que ya no es posible distinguir diferencia alguna entre ambos cuerpos; metafóricamente hablando, ello ocurrió con la delincuencia organizada en nuestro país”.
2.- El problema de la delincuencia organizada ya no es un asunto de seguridad pública; en algunas “latitudes del territorio nacional, el espacio de la seguridad pública está totalmente rebasado. Es menester reconocer que es la seguridad interior la que hoy se encuentra severamente amenazada”.
3.- La delincuencia se metió a las instituciones y a la sociedad. “Con los años, las nefastas bandas pasado a un proceso de enquistamiento en la sociedad, con la colaboración de la propia autoridad”. “En la dilatación de este proceso, la situación se tornó aún más grave. En algunas regiones del país, la delincuencia organizada se apropió de las instituciones del Estado”. El camino fue el de la violencia.
4.- La intervención del ejército en la lucha contra el crimen organizado se dio en función de la amenaza a la seguridad interior --fase previa a la seguridad nacional, cuando el Estado se encuentra atacado por organismos que buscan su disolución-- y ocurrió en tres componentes básicos: “Primero, enfrentar y someter a los criminales; segundo, reconstruir las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia y fortalecer a las policías y ministerios públicos; y tercero, reconstruir el tejido social a través de una sólida política de prevención”.
5.- El ejército respeta los derechos humanos; “que ha habido errores, desde luego que sí; reconocerlo es lealtad. Como lo es aceptar las recomendaciones que nos hacen los organismos competentes. Es lealtad a las víctimas y a sus familiares sancionar a los infractores comprobados y reparar el daño causado. Pero también es lealtad al subalterno investigar a fondo y discernir aquellos casos tendenciosos que buscan desprestigiar a la institución y desviar la atención de la justicia a favor de los delincuentes”.
En su discurso, el general secretario sorprendió con el uso del lenguaje porque utilizó algunas caracterizaciones novedosas de sus funciones en la historia que le dan un significado contemporáneo al papel de las fuerzas armadas en la democracia. Por ejemplo, afirmó que a Madero “lo escoltó el nacionalismo acerado con lealtad”. Luego afirmó que aquella defensa de la democracia en 1913 es “el valor heredado”, es “la fracción ética que rescatamos para nutrirnos con su fuerza y pertrecharnos en su horma desde aquellos ayeres”.
Y mandó otro mensaje a la sociedad, siguiendo con el uso de referentes médicos que en ciencia política forman parte de la teoría orgánica: “Nunca será ocioso decirlo, y en esta fecha es más que conveniente recordarlo: Los valores son vértebras esenciales en la vida, la sociedad, la familia, incluso en la amistad”.
Al razonar la intervención de las fuerzas armadas en la lucha contra la delincuencia, el general secretario Galván Galván fue muy cuidadoso en darle acepciones referenciales a la palabra lealtad al recordar que la sociedad política le debe a las Fuerzas Armadas la adecuación del marco jurídico para su actuación en la seguridad interior: “También es lealtad proponer y solicitar respetuosamente reformas al marco legal vigente, con los propósitos de custodiar mejor a la comunidad y preservar la integridad y el prestigio de la institución”.
Y recordó que como nunca antes el ejército se ha abierto a la sociedad: “Hemos dialogado con todos los sectores, absolutamente con todos, acerca del génesis jurídico y social que sustenta estas reformas. Nuestros interlocutores lo saben y lo confirmo en este tribuna”. Y aclaró que “no se trata de arrogarnos privilegio alguno, ni de desempeñar funciones que no nos corresponden”. Por ello reafirmó que “la fuerza armada permanentemente es leal a los intereses supremos del país y nos conducimos por el camino que la nación nos indica”.
Asimismo, dejó también en claro la función del Ejército: “Sabemos con quién luchamos, sabemos contra qué luchamos y sabemos por qué luchamos”.
El discurso del general secretario fue una evaluación de cinco años de participación del Ejército en la lucha contra el crimen organizado que se incrustó en la sociedad y en el Estado como una metástasis de violencia y corrupción. El Ejército ha sido la salvación, no el problema.
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