La tercera guerra

Lucía Lagunes Huerta

En la historia moderna de nuestro México sólo en dos ocasiones se ha declarado abiertamente la guerra: la primera en 1994 cuando el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) declaró, desde Chiapas, la guerra contra el mal gobierno.

Después en 2007 Felipe Calderón declaró la guerra contra el crimen organizado, pero hay una tercera guerra que no es abierta ni se ha declarado públicamente, se maneja en la sombra y busca minar a las vigías de los Derechos Humanos (DH).

La escalada de violencia que en México se vive contra las personas, organizaciones y comunidades que se han propuesto, como forma de vida, la defensa, promoción y difusión de los DH, ha provocado que México sea considerado como uno de los países más peligrosos para quienes defienden las garantías humanitarias de cualquier lugar y desde cualquier rincón de este país; cualquier actividad que obstaculiza al poder es blanco de ataques.

Dos hechos muestran la dimensión de la tercera guerra: el primero, el diagnóstico 2010-2011 sobre las condiciones y riesgos que enfrentan en el ejercicio de su trabajo defensoras de DH en México, el cual da –con cifras– una radiografía de esta violencia; y el segundo, el diálogo internacional “La Violencia contra las mujeres en México”, realizado este domingo 22.

Defensoras de DH de 11 entidades federativas expusieron de viva voz ante la delegación de la iniciativa de Mujeres Nobel, el dolor, la rabia y la esperanza para seguir protegiendo los DH de la población, las voces de 30 valientes mujeres describieron lo que es ser mujer y defensora en este México violento.

Tras escucharlas, la imagen que se recrea es la de una situación de guerra, una guerra que no está declarada, que es subterránea y por ello mucho más difícil de mostrar, así como las consecuencias que ésta conlleva.

La guerra viene desde los poderes, institucionales o fácticos, desde cualquier nivel de gobierno y con todo un sistema que persigue y criminaliza la defensa de los derechos de las personas.

Yolanda, Marina, Valentina, Blanca, María, Nadin, Felícitas, Olga, Teresa, Alma, Luz, Martha, Valeria Martha, Inés, Trinidad, Valentina Sandra, Margarita, Laura, Nenentzi, Alejandra, Elga, Alicia, Lucía, Elia, Imelda y Dolores, son las voces que potencian otras voces, las voces de quienes defienden aun cuando ellas son perseguidas y en muchos casos, también, convertidas en víctimas.

En esta cruzada contra las defensoras un aliado fundamental es la impunidad de un sistema y un Estado que no investiga, que no sanciona y no protege a quienes están siendo amenazadas, hostigadas, violentadas en su derecho a defender los DH.

El país completo se ha convertido en un teatro montado donde la simulación es la actora principal, donde la víctima a quien se le han dado medidas cautelares recibe amenazas telefónicas en el mismo celular que la autoridad le proporcionó para “protegerla”; donde las hijas buscan hoy a su madre desaparecida en diciembre pasado por defender los derechos ambientales, y ellas hoy temen por su vida y la de su progenitora.

Defensoras de los derechos de personas migrantes, indígenas, mujeres, niñas, periodistas, trabajadoras, etcétera. Sus voces fueron escuchadas por una delegación internacional de Estados Unidos y Canadá, integrada por periodistas, actrices y activistas, encabezadas por la Premio Nobel de la Paz 1997, Jody Williams.

Sus voces serán potenciadas por estas voces femeninas que buscan mostrar al mundo el tamaño de esta ofensiva hacia las defensoras de DH, su visita concluirá esta semana luego de un viaje al estado de Guerrero. Los resultados de la misma están por verse, mientras la esperanza se sigue tejiendo por manos femeninas en este país.

Lucía Lagunes Huerta es Directora general de CIMAC.

Comentarios