Jorge Diaz
No importan las cifras presentadas, su verosimilitud o la falta de ésta, si la encuestadora es real o ficticia, inclusive, no importa si el presidente está apenas en la orilla de lo que la ley permite o si ya rectificó, lo que importa es que la broma incendiaria que soltó Calderón el jueves pasado pasándose de gracioso, lo ubica exactamente en le plano en el que ha estado desde que asumió su fallida presidencia.
¿Cómo pedirle estatura a quien no puede crecer? Retratado en su real dimensión: gerente de intereses que le ordenan mantener las riendas del poder en unas cuantas manos a como de lugar. Por tal motivo, al presidente no le ha importado nunca pisotear la dignidad de la investidura ni la suya propia. Operador político, como lo ha sido siempre; olvidó, como lo ha olvidado siempre, que la discreción y prudencia en estos momentos son cruciales para mantener un animo de unidad nacional, participación ciudadana, colaboración entre todos los actores políticos y sobre todo, contener el creciente resentimiento hacia su persona, partidos políticos e instituciones.
Una burla de estas, sí puede desatar demonios que los mexicanos no deseamos. Pero el que juega con fuego…
Está por verse que el desplante le ayude en términos de votos a la virtual candidata Josefina Vázquez Mota, pero será interesante conocer la manera en que ella justifique el accionar de Felipe Calderón, para saber de qué material está hecha la abanderada panista. Sería deseable que con todas sus palabras repruebe el error presidencial, de lo contrario estará siendo cómplice y evidenciando que la consecución del poder para ella sería (en caso de resultar ganadora), lo que fue para el actual ocupante de Los Pinos: “Haiga sido como haiga sido”.
Nadie podrá negar que Calderón siempre ha mostrado esa sonrisa burlona, ese aire de chinga-quedito; pero qué más da, lo que ahora importa es ver si después de esta demostración de prepotencia, los supuestos altos números de aceptación de su gestión que tanto han presumido se sostienen y si los panistas con un poco de vergüenza, quieren darle continuidad a este régimen de locura.
A menos que también para los sondeos de calificación de la función presidencial, hayan recurrido a la misma casa encuestadora de dudosa procedencia que Calderón citó el jueves pasado y todo sea, como es de suponerse, una mentira.
No importan las cifras presentadas, su verosimilitud o la falta de ésta, si la encuestadora es real o ficticia, inclusive, no importa si el presidente está apenas en la orilla de lo que la ley permite o si ya rectificó, lo que importa es que la broma incendiaria que soltó Calderón el jueves pasado pasándose de gracioso, lo ubica exactamente en le plano en el que ha estado desde que asumió su fallida presidencia.
¿Cómo pedirle estatura a quien no puede crecer? Retratado en su real dimensión: gerente de intereses que le ordenan mantener las riendas del poder en unas cuantas manos a como de lugar. Por tal motivo, al presidente no le ha importado nunca pisotear la dignidad de la investidura ni la suya propia. Operador político, como lo ha sido siempre; olvidó, como lo ha olvidado siempre, que la discreción y prudencia en estos momentos son cruciales para mantener un animo de unidad nacional, participación ciudadana, colaboración entre todos los actores políticos y sobre todo, contener el creciente resentimiento hacia su persona, partidos políticos e instituciones.
Una burla de estas, sí puede desatar demonios que los mexicanos no deseamos. Pero el que juega con fuego…
Está por verse que el desplante le ayude en términos de votos a la virtual candidata Josefina Vázquez Mota, pero será interesante conocer la manera en que ella justifique el accionar de Felipe Calderón, para saber de qué material está hecha la abanderada panista. Sería deseable que con todas sus palabras repruebe el error presidencial, de lo contrario estará siendo cómplice y evidenciando que la consecución del poder para ella sería (en caso de resultar ganadora), lo que fue para el actual ocupante de Los Pinos: “Haiga sido como haiga sido”.
Nadie podrá negar que Calderón siempre ha mostrado esa sonrisa burlona, ese aire de chinga-quedito; pero qué más da, lo que ahora importa es ver si después de esta demostración de prepotencia, los supuestos altos números de aceptación de su gestión que tanto han presumido se sostienen y si los panistas con un poco de vergüenza, quieren darle continuidad a este régimen de locura.
A menos que también para los sondeos de calificación de la función presidencial, hayan recurrido a la misma casa encuestadora de dudosa procedencia que Calderón citó el jueves pasado y todo sea, como es de suponerse, una mentira.
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