Alberto Aguirre M.
Pronto cumplirá –como su partido– dos décadas como integrante de la Comisión Política Nacional del Partido Verde. En ese lapso, Sara Isabel Castellanos Cortés ha sido intermitentemente asambleísta, diputada federal y senadora.
Desde 1992 y hasta la fecha, la legisladora federal ha ocupado un asiento dentro del Consejo General del Instituto Federal Electoral, siempre como representante de los pevemistas. En innumerables ocasiones, sus comentarios y votaciones han ido en contrasentido a las poses ilustradas y eruditas de los especialistas del derecho electoral que han pasado por el seno del máximo órgano electoral.
Más que el razonamiento, Castellanos Cortés siempre ha tenido como basamento al sentido común. Y ayer, su elocuencia y su expertise quedaron expuestas, luego de más de seis horas de un insulso debate, en un regaño público al recién llegado consejero electoral, Lorenzo Córdoba Vianellio.
“En los 20 años que lleva esta institución jamás se había visto tanto desprecio a los partidos políticos en el seno del IFE”, reclamó la representante del PVEM, “En un principio saludamos la llegada de los nuevos consejeros pensando que iba a ser una gente que iba a construir acuerdos. Pero después de escuchar al consejero Lorenzo me doy cuenta que sigue practicando la misma política que trajo a esta mesa. Lamento muchísimo que esta institución siga perdiendo la confianza de los ciudadanos”.
Minutos antes, el petista Ricardo Cantú Garza, había anunciado que los delegados de seis de los siete partidos con representación en el IFE se retiraban de la mesa de discusiones, enfadados por las peroratas de los consejeros electorales.
“Se nos niega el derecho a ser escuchados”, estableció, mientras que el representante del PRI, Sebastián Lerdo de Tejada lo secundaba: “No han tenido la generosidad de construir los consensos, lamento mucho que se dé esta decisión. Qué bueno que se generen los consensos en otras instancias, pero aquí… ni la certeza, ni los consensos”.
Quedaban en la mesa el representante del PAN, Guillermo Bustamante, y los nueve consejeros electorales, además del secretario ejecutivo del organismo. El quórum se había perdido y el presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, se veía obligado a suspender la sesión extraordinaria, que había comenzado al mediodía.
El desahogo del noveno punto de la orden del día había consumido buena parte del tiempo. Poco después de las 16:00 horas, el secretario ejecutivo del IFE, Edmundo Jacobo Molina, había sometido a la consideración del pleno un proyecto de respuesta a las consultas formuladas por la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión y el Partido Acción Nacional, respecto a la organización de los debates.
La respuesta, concentrada más en enfatizar el respeto del IFE por la libertad de expresión y el ejercicio periodístico que en definir la mecánica de los encuentros en los distintos momentos del proceso electoral, resultó incompleta y no generó el respaldo de la mayoría de los consejeros electorales.
Sin consenso entre los integrantes de la Junta Ejecutiva del IFE (los nueve consejeros más el secretario ejecutivo) era previsible el fracaso de la moción, desbarrancada como el flautista de Hamelín. Hubo llamados a la cordura que no fueron atendidos. La consejera Macarita Elizondo propuso que fuera en el seno de la comisión temporal encargada de la organización de los debates, que se instalará mañana, donde se definiera la respuesta a la CIRT y al PAN. Y su colega Francisco Guerrero Aguirre de plano solicitó diferir la aprobación del punto de acuerdo.
“Los partidos políticos en este caso sí tienen una opinión importante. Los debates son entre los candidatos, no entre los partidos políticos”, sintetizó.
En medio, se dio una farragosa y confusa discusión entre los consejeros Alfredo Figueroa y Lorenzo Córdova. El primero corregía las imprecisiones del otro, en lo que el novel consejero llamó “un ejercicio colectivo de generación de pedagogía”, a lo que obtuvo una respuesta fulminante: “la pedagogía sin ironía sería mejor”.
Y previamente, una serie de réplicas y contrarréplicas –de las que Córdova Vianellio fue el provocador, más que el protagonista– sobre cuándo sería “oportuna” la invitación a un debate.
Soberbios. Intolerantes. Y sobre todo, nulos ante el cúmulo de tareas pendientes, los consejeros electorales ayer agotaron tres rondas de discusión y se ganaron la desaprobación de las fuerzas políticas.
El representante perredista, Camerino Márquez, les exhortó a propiciar “un debate incluyente, que dé certeza y no genere más incertidumbre”, mientras que Luis Antonio González Roldán, de Nueva Alianza, de plano los descalificó: “aquí podremos ser escuchados y no atendidos. Quédense con su votación. Quédense con su proceso electoral”.
El presidente consejero y su secretario ejecutivo deberán trabajar horas extras para lograr que los representantes partidistas atiendan la convocatoria para reanudar esta tarde la sesión extraordinaria inconclusa.
EFECTOS SECUNDARIOS
¿OLVIDO? Por encuestas, los partidos que integran el Movimiento Progresista definieron que el economista Arturo Núñez Jiménez sería el candidato de las izquierdas a la gubernatura de Tabasco. Entre los perredistas “evaluados” que estaban en segundo plano, Óscar Cantón Zetina, quien –en plano compensatorio– sería nominado como candidato al Senado de la República. Y todos contentos… o eso parecía, pues quedaron inscritos en el proceso interno Pedro Jiménez León y Mónica Fernández Balboa, la única mujer registrada por la izquierdas en busca de la candidatura al Senado, cuyo nombre pareciera estar proscrito por la prensa local.
Pronto cumplirá –como su partido– dos décadas como integrante de la Comisión Política Nacional del Partido Verde. En ese lapso, Sara Isabel Castellanos Cortés ha sido intermitentemente asambleísta, diputada federal y senadora.
Desde 1992 y hasta la fecha, la legisladora federal ha ocupado un asiento dentro del Consejo General del Instituto Federal Electoral, siempre como representante de los pevemistas. En innumerables ocasiones, sus comentarios y votaciones han ido en contrasentido a las poses ilustradas y eruditas de los especialistas del derecho electoral que han pasado por el seno del máximo órgano electoral.
Más que el razonamiento, Castellanos Cortés siempre ha tenido como basamento al sentido común. Y ayer, su elocuencia y su expertise quedaron expuestas, luego de más de seis horas de un insulso debate, en un regaño público al recién llegado consejero electoral, Lorenzo Córdoba Vianellio.
“En los 20 años que lleva esta institución jamás se había visto tanto desprecio a los partidos políticos en el seno del IFE”, reclamó la representante del PVEM, “En un principio saludamos la llegada de los nuevos consejeros pensando que iba a ser una gente que iba a construir acuerdos. Pero después de escuchar al consejero Lorenzo me doy cuenta que sigue practicando la misma política que trajo a esta mesa. Lamento muchísimo que esta institución siga perdiendo la confianza de los ciudadanos”.
Minutos antes, el petista Ricardo Cantú Garza, había anunciado que los delegados de seis de los siete partidos con representación en el IFE se retiraban de la mesa de discusiones, enfadados por las peroratas de los consejeros electorales.
“Se nos niega el derecho a ser escuchados”, estableció, mientras que el representante del PRI, Sebastián Lerdo de Tejada lo secundaba: “No han tenido la generosidad de construir los consensos, lamento mucho que se dé esta decisión. Qué bueno que se generen los consensos en otras instancias, pero aquí… ni la certeza, ni los consensos”.
Quedaban en la mesa el representante del PAN, Guillermo Bustamante, y los nueve consejeros electorales, además del secretario ejecutivo del organismo. El quórum se había perdido y el presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, se veía obligado a suspender la sesión extraordinaria, que había comenzado al mediodía.
El desahogo del noveno punto de la orden del día había consumido buena parte del tiempo. Poco después de las 16:00 horas, el secretario ejecutivo del IFE, Edmundo Jacobo Molina, había sometido a la consideración del pleno un proyecto de respuesta a las consultas formuladas por la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión y el Partido Acción Nacional, respecto a la organización de los debates.
La respuesta, concentrada más en enfatizar el respeto del IFE por la libertad de expresión y el ejercicio periodístico que en definir la mecánica de los encuentros en los distintos momentos del proceso electoral, resultó incompleta y no generó el respaldo de la mayoría de los consejeros electorales.
Sin consenso entre los integrantes de la Junta Ejecutiva del IFE (los nueve consejeros más el secretario ejecutivo) era previsible el fracaso de la moción, desbarrancada como el flautista de Hamelín. Hubo llamados a la cordura que no fueron atendidos. La consejera Macarita Elizondo propuso que fuera en el seno de la comisión temporal encargada de la organización de los debates, que se instalará mañana, donde se definiera la respuesta a la CIRT y al PAN. Y su colega Francisco Guerrero Aguirre de plano solicitó diferir la aprobación del punto de acuerdo.
“Los partidos políticos en este caso sí tienen una opinión importante. Los debates son entre los candidatos, no entre los partidos políticos”, sintetizó.
En medio, se dio una farragosa y confusa discusión entre los consejeros Alfredo Figueroa y Lorenzo Córdova. El primero corregía las imprecisiones del otro, en lo que el novel consejero llamó “un ejercicio colectivo de generación de pedagogía”, a lo que obtuvo una respuesta fulminante: “la pedagogía sin ironía sería mejor”.
Y previamente, una serie de réplicas y contrarréplicas –de las que Córdova Vianellio fue el provocador, más que el protagonista– sobre cuándo sería “oportuna” la invitación a un debate.
Soberbios. Intolerantes. Y sobre todo, nulos ante el cúmulo de tareas pendientes, los consejeros electorales ayer agotaron tres rondas de discusión y se ganaron la desaprobación de las fuerzas políticas.
El representante perredista, Camerino Márquez, les exhortó a propiciar “un debate incluyente, que dé certeza y no genere más incertidumbre”, mientras que Luis Antonio González Roldán, de Nueva Alianza, de plano los descalificó: “aquí podremos ser escuchados y no atendidos. Quédense con su votación. Quédense con su proceso electoral”.
El presidente consejero y su secretario ejecutivo deberán trabajar horas extras para lograr que los representantes partidistas atiendan la convocatoria para reanudar esta tarde la sesión extraordinaria inconclusa.
EFECTOS SECUNDARIOS
¿OLVIDO? Por encuestas, los partidos que integran el Movimiento Progresista definieron que el economista Arturo Núñez Jiménez sería el candidato de las izquierdas a la gubernatura de Tabasco. Entre los perredistas “evaluados” que estaban en segundo plano, Óscar Cantón Zetina, quien –en plano compensatorio– sería nominado como candidato al Senado de la República. Y todos contentos… o eso parecía, pues quedaron inscritos en el proceso interno Pedro Jiménez León y Mónica Fernández Balboa, la única mujer registrada por la izquierdas en busca de la candidatura al Senado, cuyo nombre pareciera estar proscrito por la prensa local.
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