Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Gregorio Ortega Molina es periodista y narrador. Ha colaborado en Revista de América, El Nacional, El Universal, unomásuno, Páginauno, donde se desempeñó como editor, Ovaciones y TV Azteca, donde fue jefe de información de noticieros. Recibió ...
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Posiblemente el general secretario de la Defensa Nacional tenga confusión en los términos de su deber, pues obedece a un mandato constitucional más que a la gratitud o la amistad. Su afecto al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas debe preterirse a su obligación con los mexicanos. Allí está la Constitución para dejarlo asentado. Allí está también la filosofía, pues ser leal es como ser monoteísta, como la disciplina militar: vertical. En la cúspide está el pueblo, y éste ordena.
Lo anterior me recuerda una frase de La reina Margot, de Alejandro Dumas, cuando pone en boca del rey: “Tengo más necesidad de una lealtad política que de una fidelidad amorosa”. Así están los mexicanos con sus gobernantes, necesitan que éstos les ratifiquen su lealtad a la ley y a las instituciones nacionales, pero no lo hacen, como queda constancia día a día.
En ese dar la espalda al mandato constitucional, confunden lo grandioso con lo “kitsch” y lo importante con lo superficial. De un problema de seguridad pública han hecho uno de seguridad interna, porque no tuvieron argumentos para justificar la creación de la Secretaría de Seguridad Pública, y porque tampoco acaban de comprender lo que es la seguridad nacional.
Javier Ibarrola, hombre cercano a la Defensa Nacional, escribió El Ejército y el poder. Impacto e influencia política en el México Moderno. El autor, en el capítulo VI explica con detalle cómo ha evolucionado el concepto de seguridad nacional y la manera en que ésta involucra el quehacer total de un gobierno inmerso en la globalización, cuando la economía se convierte en factor determinante de esa seguridad interna, pues si los ciudadanos viven en bienestar no tienen necesidad de acercarse a los barones de la droga, a los tratantes de personas, a los bandidos de cuello blanco.
Escribe Ibarrola: “La información económica, vital para el establecimiento y mantenimiento de una política de seguridad nacional, se ha utilizado tradicionalmente en dos vías: la política y la del delictivo tráfico de información”.
Puede constatarse, si el IFAI lo permite y garantiza, que la delincuencia organizada no es sino un asunto policiaco, pero que el incumplimiento de las políticas públicas -notoriamente en el área económica-, la corrupción y la impunidad con la que suelen ampararse muchos de quienes en algún momento vivieron del poder, la sumisión a Estados Unidos, el desgarriate de Pemex y la conculcación de los derechos fundamentales de los mexicanos por parte de la procuración de justicia y del Poder Judicial de la Federación, son los verdaderos retos de la seguridad nacional.
Este país necesita la aplicación del Plan DN-III a escala nacional, para arreglar el desastre en que lo dejan 135 meses de panismo inclemente.
Don Guillermo Galván Galván, general secretario de la Defensa Nacional, debiera leer de cabo a rabo el texto de Ibarrola, para que aprecie su compromiso con la Constitución. Esa es la verdadera, auténtica lealtad.
Gregorio Ortega Molina es periodista y narrador. Ha colaborado en Revista de América, El Nacional, El Universal, unomásuno, Páginauno, donde se desempeñó como editor, Ovaciones y TV Azteca, donde fue jefe de información de noticieros. Recibió ...
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Posiblemente el general secretario de la Defensa Nacional tenga confusión en los términos de su deber, pues obedece a un mandato constitucional más que a la gratitud o la amistad. Su afecto al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas debe preterirse a su obligación con los mexicanos. Allí está la Constitución para dejarlo asentado. Allí está también la filosofía, pues ser leal es como ser monoteísta, como la disciplina militar: vertical. En la cúspide está el pueblo, y éste ordena.
Lo anterior me recuerda una frase de La reina Margot, de Alejandro Dumas, cuando pone en boca del rey: “Tengo más necesidad de una lealtad política que de una fidelidad amorosa”. Así están los mexicanos con sus gobernantes, necesitan que éstos les ratifiquen su lealtad a la ley y a las instituciones nacionales, pero no lo hacen, como queda constancia día a día.
En ese dar la espalda al mandato constitucional, confunden lo grandioso con lo “kitsch” y lo importante con lo superficial. De un problema de seguridad pública han hecho uno de seguridad interna, porque no tuvieron argumentos para justificar la creación de la Secretaría de Seguridad Pública, y porque tampoco acaban de comprender lo que es la seguridad nacional.
Javier Ibarrola, hombre cercano a la Defensa Nacional, escribió El Ejército y el poder. Impacto e influencia política en el México Moderno. El autor, en el capítulo VI explica con detalle cómo ha evolucionado el concepto de seguridad nacional y la manera en que ésta involucra el quehacer total de un gobierno inmerso en la globalización, cuando la economía se convierte en factor determinante de esa seguridad interna, pues si los ciudadanos viven en bienestar no tienen necesidad de acercarse a los barones de la droga, a los tratantes de personas, a los bandidos de cuello blanco.
Escribe Ibarrola: “La información económica, vital para el establecimiento y mantenimiento de una política de seguridad nacional, se ha utilizado tradicionalmente en dos vías: la política y la del delictivo tráfico de información”.
Puede constatarse, si el IFAI lo permite y garantiza, que la delincuencia organizada no es sino un asunto policiaco, pero que el incumplimiento de las políticas públicas -notoriamente en el área económica-, la corrupción y la impunidad con la que suelen ampararse muchos de quienes en algún momento vivieron del poder, la sumisión a Estados Unidos, el desgarriate de Pemex y la conculcación de los derechos fundamentales de los mexicanos por parte de la procuración de justicia y del Poder Judicial de la Federación, son los verdaderos retos de la seguridad nacional.
Este país necesita la aplicación del Plan DN-III a escala nacional, para arreglar el desastre en que lo dejan 135 meses de panismo inclemente.
Don Guillermo Galván Galván, general secretario de la Defensa Nacional, debiera leer de cabo a rabo el texto de Ibarrola, para que aprecie su compromiso con la Constitución. Esa es la verdadera, auténtica lealtad.
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