Presidente ¿de qué?
Felicidad por migajas
Carlos Fernández-Vega / México SA
Muy contento estaba el inquilino de Los Pinos presume que te presume que en el primer mes de 2012 se crearon casi 51 mil empleos formales, ya descontadas las bajas y las liquidaciones, cuando alguien de su séquito le dijo: “pero Jelipe, más seriedad, que tan sólo en diciembre de 2011 se cancelaron alrededor de 225 mil plazas, también del sector formal de la economía, es decir, 4.4 veces más de las que ahora cacareas como gran hazaña para enero del año nuevo”. Pero, como siempre, el susodicho no escuchó nada ni atendió a nadie, y siguió con su cuento de que México sigue generando más oportunidades de estudio y de trabajo para sus jóvenes (por cierto, de acuerdo con las cifras oficiales, alrededor de 48 por ciento de los desocupados son jóvenes).
Así es, a pesar de la cruda realidad nacional, el tal Jelipe mantiene el insostenible discurso del éxito laboral durante su estadía en la residencia oficial (lamentablemente, la zarzuela gubernamental perdió dos de sus tres tristes locutores de las cifras históricas en este renglón: Javier Lozano, que aplaude a quien sea con tal de que le garantice hueso e impunidad en el Senado, y Ernesto Cordero, quien anda muy atareado recogiendo las no pocas piezas dentales que le tumbaron el pasado domingo) y se aferra a las migajas de empleo formal que de vez en vez se genera en lo que queda de economía formal.
Alrededor de 51 mil plazas laborales provocan el autoelogio del inquilino de Los Pinos, a quien se le olvidó precisar que de ese total poco más de 60 por ciento fueron chambas eventuales, es decir seis de cada 10 de los agraciados que lograron colarse al mercado formal lo hicieron de forma temporal, sólo para regresar a la desocupación abierta en breve plazo. El susodicho se emociona por el resultado oficial de enero de 2012, pero dejó a un lado el registro –también oficial– de que un mes antes alrededor de 225 mil mexicanos fueron expulsados de sus plazas laborales (permanentes la mitad de ellas) y obligadamente incorporados al ejército de reserva.
Nada detuvo el triunfalismo del tal Jelipe: si contamos los últimos 12 meses, y ya descontando la baja de contratos laborales que se registra siempre en diciembre, es una baja cíclica, se han generado en los últimos 12 meses más de 625 mil nuevos empleos formales (eventuales 25 por ciento de ellos). Feliz estaba el inquilino de Los Pinos, pero el insistente integrante de su séquito le recordó: oye, pero tú no llegaste a la residencia oficial hace 12 meses, sino 62, y el balance completito es desastroso, por decirlo suave, pues en esos cinco años más dos meses sólo se han generado 939 mil 560 empleos permanentes y 417 mil 62 empleos eventuales, o lo que es lo mismo un millón 356 mil 622 plazas, contra una demanda real cercana a 5.2 millones en el mismo lapso, lo que quiere decir que durante ese periodo apenas un mexicano de cada cuatro logró colarse al mercado laboral formal, independientemente de la creciente precariedad de las plazas.
Lo anterior, sin considerar a 6.2 millones de mexicanos (denominados disponibles) que de tanto buscar empleo y no encontrarlo, los han dado de baja en la estadística oficial de la desocupación abierta. Pero el tal Jelipe se mantuvo sordo ante los cuestionamientos, y habló y habló de la maravilla que significa la generación de 51 mil plazas formales (eventuales 60 por ciento de ellas) ante un universo de 2.7 millones de desempleados y 6.2 millones disponibles. Entonces, le encantan las migajas, porque no tiene más que migajas que presumir.
Y sobre la precariedad del empleo en el país, el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, realiza el siguiente tétrico paseo: la población económicamente activa del país se aproxima a 50 millones de personas. De éstas, oficialmente sólo 2.7 millones está desocupada. Sin embargo, más de 4 millones de mexicanos no reciben ingresos; más de 6 millones está disponible para laborar, pero ya no existe otro rincón dónde buscar chamba, pero no son incluidos en la estadística de desocupación; cerca de 14 millones sobreviven en la informalidad; 30 millones de trabajadores no tienen acceso a la salud; más de 6 millones obtienen un salario mínimo, cuando mucho; más de 10.6 millones ganan entre uno y dos salarios mínimos, y casi 10 millones entre dos y tres minisalarios, de tal suerte que en la precariedad laboral sobrevive 63 por ciento de la población ocupada, lo que ni de lejos sustenta el discurso oficial. Y para redondear, México es catalogado entre los 20 países con peor distribución del ingreso.
Como lo apunta el CIEN, el empleo siempre se ha encontrado en el discurso de la clase política gobernante, pero no en los resultados que año con año se han alcanzado en el país. En este sentido, la degradación del nivel de vida de los mexicanos es entendible: escaso empleo formal, salarios utilizados para controlar la inflación, contracción y escasa eficiencia del gasto social, inversión pública improductiva y fuertes trabas fiscales para que las empresas puedan crecer y generar más empleo. Este contexto refleja la ausencia de una política que solucione el problema de la pobreza. Su dimensión pone en evidencia la gravedad del rezago en el bienestar de los mexicanos. Contar con un empleo que genere los ingresos suficientes para tener capacidad de aumentar los niveles de consumo (alimento, vivienda, educación, salud, vestimenta, etcétera) es una necesidad impostergable para elevar el bienestar de la población.
El aumento de la población en situación de pobreza por ingresos es clara: entre diciembre de 2006 e igual mes de 2010 el número de mexicanos en esa situación se incrementó en 12 millones. De ese tamaño es el problema y los resultados del presidente del empleo, pero el tal Jelipe es feliz porque en enero del presente año se registraron 51 mil plazas formales, de las que 60 por ciento fueron eventuales.
Las rebanadas del pastel
El Consejo General del IFE acordó blindar el proceso electoral de 2012, para que el crimen organizado no meta las manos –sobre todo las chequeras– en la selección de candidatos ni en el desarrollo de las campañas políticas, según dice. Qué bueno, pero ¿cuándo lo blindará del crimen institucionalizado? Debió aprovechar la ocasión… Mañana vence el plazo, y, con la decidida ayuda del gobierno calderonista, Mexicana de Aviación se mantiene anclada al suelo y sus 8 mil 500 trabajadores sin empleo.
Felicidad por migajas
Carlos Fernández-Vega / México SA
Muy contento estaba el inquilino de Los Pinos presume que te presume que en el primer mes de 2012 se crearon casi 51 mil empleos formales, ya descontadas las bajas y las liquidaciones, cuando alguien de su séquito le dijo: “pero Jelipe, más seriedad, que tan sólo en diciembre de 2011 se cancelaron alrededor de 225 mil plazas, también del sector formal de la economía, es decir, 4.4 veces más de las que ahora cacareas como gran hazaña para enero del año nuevo”. Pero, como siempre, el susodicho no escuchó nada ni atendió a nadie, y siguió con su cuento de que México sigue generando más oportunidades de estudio y de trabajo para sus jóvenes (por cierto, de acuerdo con las cifras oficiales, alrededor de 48 por ciento de los desocupados son jóvenes).
Así es, a pesar de la cruda realidad nacional, el tal Jelipe mantiene el insostenible discurso del éxito laboral durante su estadía en la residencia oficial (lamentablemente, la zarzuela gubernamental perdió dos de sus tres tristes locutores de las cifras históricas en este renglón: Javier Lozano, que aplaude a quien sea con tal de que le garantice hueso e impunidad en el Senado, y Ernesto Cordero, quien anda muy atareado recogiendo las no pocas piezas dentales que le tumbaron el pasado domingo) y se aferra a las migajas de empleo formal que de vez en vez se genera en lo que queda de economía formal.
Alrededor de 51 mil plazas laborales provocan el autoelogio del inquilino de Los Pinos, a quien se le olvidó precisar que de ese total poco más de 60 por ciento fueron chambas eventuales, es decir seis de cada 10 de los agraciados que lograron colarse al mercado formal lo hicieron de forma temporal, sólo para regresar a la desocupación abierta en breve plazo. El susodicho se emociona por el resultado oficial de enero de 2012, pero dejó a un lado el registro –también oficial– de que un mes antes alrededor de 225 mil mexicanos fueron expulsados de sus plazas laborales (permanentes la mitad de ellas) y obligadamente incorporados al ejército de reserva.
Nada detuvo el triunfalismo del tal Jelipe: si contamos los últimos 12 meses, y ya descontando la baja de contratos laborales que se registra siempre en diciembre, es una baja cíclica, se han generado en los últimos 12 meses más de 625 mil nuevos empleos formales (eventuales 25 por ciento de ellos). Feliz estaba el inquilino de Los Pinos, pero el insistente integrante de su séquito le recordó: oye, pero tú no llegaste a la residencia oficial hace 12 meses, sino 62, y el balance completito es desastroso, por decirlo suave, pues en esos cinco años más dos meses sólo se han generado 939 mil 560 empleos permanentes y 417 mil 62 empleos eventuales, o lo que es lo mismo un millón 356 mil 622 plazas, contra una demanda real cercana a 5.2 millones en el mismo lapso, lo que quiere decir que durante ese periodo apenas un mexicano de cada cuatro logró colarse al mercado laboral formal, independientemente de la creciente precariedad de las plazas.
Lo anterior, sin considerar a 6.2 millones de mexicanos (denominados disponibles) que de tanto buscar empleo y no encontrarlo, los han dado de baja en la estadística oficial de la desocupación abierta. Pero el tal Jelipe se mantuvo sordo ante los cuestionamientos, y habló y habló de la maravilla que significa la generación de 51 mil plazas formales (eventuales 60 por ciento de ellas) ante un universo de 2.7 millones de desempleados y 6.2 millones disponibles. Entonces, le encantan las migajas, porque no tiene más que migajas que presumir.
Y sobre la precariedad del empleo en el país, el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, realiza el siguiente tétrico paseo: la población económicamente activa del país se aproxima a 50 millones de personas. De éstas, oficialmente sólo 2.7 millones está desocupada. Sin embargo, más de 4 millones de mexicanos no reciben ingresos; más de 6 millones está disponible para laborar, pero ya no existe otro rincón dónde buscar chamba, pero no son incluidos en la estadística de desocupación; cerca de 14 millones sobreviven en la informalidad; 30 millones de trabajadores no tienen acceso a la salud; más de 6 millones obtienen un salario mínimo, cuando mucho; más de 10.6 millones ganan entre uno y dos salarios mínimos, y casi 10 millones entre dos y tres minisalarios, de tal suerte que en la precariedad laboral sobrevive 63 por ciento de la población ocupada, lo que ni de lejos sustenta el discurso oficial. Y para redondear, México es catalogado entre los 20 países con peor distribución del ingreso.
Como lo apunta el CIEN, el empleo siempre se ha encontrado en el discurso de la clase política gobernante, pero no en los resultados que año con año se han alcanzado en el país. En este sentido, la degradación del nivel de vida de los mexicanos es entendible: escaso empleo formal, salarios utilizados para controlar la inflación, contracción y escasa eficiencia del gasto social, inversión pública improductiva y fuertes trabas fiscales para que las empresas puedan crecer y generar más empleo. Este contexto refleja la ausencia de una política que solucione el problema de la pobreza. Su dimensión pone en evidencia la gravedad del rezago en el bienestar de los mexicanos. Contar con un empleo que genere los ingresos suficientes para tener capacidad de aumentar los niveles de consumo (alimento, vivienda, educación, salud, vestimenta, etcétera) es una necesidad impostergable para elevar el bienestar de la población.
El aumento de la población en situación de pobreza por ingresos es clara: entre diciembre de 2006 e igual mes de 2010 el número de mexicanos en esa situación se incrementó en 12 millones. De ese tamaño es el problema y los resultados del presidente del empleo, pero el tal Jelipe es feliz porque en enero del presente año se registraron 51 mil plazas formales, de las que 60 por ciento fueron eventuales.
Las rebanadas del pastel
El Consejo General del IFE acordó blindar el proceso electoral de 2012, para que el crimen organizado no meta las manos –sobre todo las chequeras– en la selección de candidatos ni en el desarrollo de las campañas políticas, según dice. Qué bueno, pero ¿cuándo lo blindará del crimen institucionalizado? Debió aprovechar la ocasión… Mañana vence el plazo, y, con la decidida ayuda del gobierno calderonista, Mexicana de Aviación se mantiene anclada al suelo y sus 8 mil 500 trabajadores sin empleo.
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