Ex gobernadores

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

En la lógica electoral de Felipe Calderón -en su deseo de descender al infierno con el propósito de conservar el poder- todos en el PRI son corruptos, y quienes accedieron a cargos de gobernadores además son cómplices de la delincuencia organizada, si no es que conspicuos miembros de esas organizaciones que tienen códigos propios, entre los que destaca la eliminación de los que ya no son útiles o quieren salirse.

Para enjuiciar por lo que hicieron, y no por lo que dicen que hicieron, a Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, la PGR de Marisela Morales deberá dejar claramente comprobados, sin duda razonable, los nexos de esos tres personajes con los barones de la droga, porque si fueron cómplices durante sus respectivos gobiernos deben continuar como miembros de alguna organización delictiva, pues como es de todos sabido, quien entra a las grandes ligas de la mafia, del narco, no sale sino con los pies por delante, de lo que puede colegirse que son infundios electorales, que es procuración de justicia política la que se conspira contra el PRI, como en Michoacán se conspiró contra el PRD.

Tamaulipas hoy es tierra de nadie, pero empezó a serlo al momento en que en algún acuerdo secreto entre este gobierno y la Casa Blanca asumido en las postrimerías del foxiato, empezaron a llegar armas de alto calibre a manos de la delincuencia organizada, en una conspiración armada entre la DEA, la ATF y el Departamento de Estado, con el propósito de debilitar a México y mantenerlo como su patio trasero, impedirle asumir la actitud de lo que es: puerta de entrada y cerradura de las políticas de seguridad interna y regional de Estados Unidos, lo que de asumirse por los mexicanos con un cambio de actitud, los wasps no podrían pagar.

Es debilidad responsabilizar a los otros de los fracasos personales. No es cierto que las entidades federativas sean culpables del estrepitoso fallo de la política anti delincuencia organizada del gobierno federal. Por principio de cuentas las fuerzas armadas tienen un jefe, y éste vive en Los Pinos; de igual manera el habitante de esa residencia es el responsable de los éxitos y fracasos de Genaro García Luna, por lo que es preciso que reconozca y asuma las consecuencias de sus yerros, pues mientras el PRI era responsable de la Presidencia de la República, en esta nación no se habló de limpieza social, de daños colaterales, de miles de muertes, de secuestros sin fin, ¡vaya!, no se soñó con San Fernando y Durango llenos de fosas clandestinas, ni con los miles de desaparecidos de los que hoy nadie se hace responsable.

Enlodarán el nombre de tres ex gobernadores y cerca de 30 familiares y/o ex colaboradores, y nadie nunca reparará el daño. Pero se trata de conservar el poder, y ahora vemos que por las malas.

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