José Carreño Figueras
Phoenix (Arizona, EEUU).- Observar la forma en que los republicanos conducen su actual circo electoral resulta una lección de como no hacer política.
Cierto que en la costumbre política estadounidense, la etapa de selección de candidatos es el momento de hacer toda clase de promesas a los militantes y comenzar a pensar la forma de como justificar su posterior abandono. O como lo ponen algunos, cubrir los extremos para deslizarse al centro en la campaña presidencial formal.
Pero este año la campaña presidencial formal tendrá una duración de apenas dos meses, del momento en que termine la convención nacional demócrata, el seis de septiembre, al día de los comicios, el seis de noviembre.
Y por lo menos hasta ahora, los republicanos han dado una clase de como “meter la pata” o enemistarse con grupos de votantes.
En términos muy generales, se puede decir que el electorado estadounidense se divide en tres grandes segmentos: dos, de alrededor de un 35 por ciento cada uno, formado por republicanos y demócratas, y el resto por independientes. Ninguno de los tres es monolítico, pero incluyen “voto duro”, o sea que son republicanos o demócratas no importa que.
El ganador de la elección es por lo normal el que logra entusiasmar a sus bases y convencer a los independientes, y es ahí donde entran las dudas respecto a los republicanos.
No hablemos de conquistar el voto de los afroestadounidenses, que desde hace medio siglo son una audiencia segura para los demócratas luego de que los republicanos decidieron revivir algunas de las causas del viejo sur estadounidense.
Ignoremos también a los hispanos, que en mas de un 72 por ciento consideran que los republicanos les son hostiles, luego de la forma en que han abordado el tema migratorio y procurado insultar a la mayoría de los latinos.
Habría que olvidarse también de los obreros sindicalizados, menos por el hecho de que el movimiento sindical en general sea hostil a los republicanos, sino por la incomprensible rechazo hacia formulaciones que permitieron la supervivencia de empresas que como las automotrices no son sólo importantes en lo económico sino de un enorme simbolismo en este país.
Peor todavía, una parte de los miembros de los sindicatos son blancos de clase trabajadora, precisamente el tipo de electores que normalmente votarían republicano en lo individual.
Los republicanos parecen determinados también a dejar de lado a las mujeres, con posiciones que literalmente ignoran para no decir cancelan muchas de las conquistas femeninas de los últimos 30 años.
Y para remate, los analistas creen que la suma de las posturas republicanas preocupa a los votantes independientes. De la idea de que no puede haber separación entre iglesia y estado, según lo adelantado por Rick Santorum a la de que el gobierno no puede apoyar a la economía, como considera Mitt Romney, sin olvidar la volatilidad de Newt Gingrich o el aislacionismo internacional de Ron Paul.
Cierto, faltan muchos meses para la elección y en ellos la economía puede volver a ser el dolor de cabeza principal de los estadounidenses o el gobierno de Barack Obama puede cometer un error garrafal, o los republicanos pueden salir con un plan genial que les permita conciliar sus posiciones extremas con medidas pragmáticas.
Pero por lo pronto habrá que ver como reconquistan a los segmentos de población que parecen estar empeñados en perder…
Phoenix (Arizona, EEUU).- Observar la forma en que los republicanos conducen su actual circo electoral resulta una lección de como no hacer política.
Cierto que en la costumbre política estadounidense, la etapa de selección de candidatos es el momento de hacer toda clase de promesas a los militantes y comenzar a pensar la forma de como justificar su posterior abandono. O como lo ponen algunos, cubrir los extremos para deslizarse al centro en la campaña presidencial formal.
Pero este año la campaña presidencial formal tendrá una duración de apenas dos meses, del momento en que termine la convención nacional demócrata, el seis de septiembre, al día de los comicios, el seis de noviembre.
Y por lo menos hasta ahora, los republicanos han dado una clase de como “meter la pata” o enemistarse con grupos de votantes.
En términos muy generales, se puede decir que el electorado estadounidense se divide en tres grandes segmentos: dos, de alrededor de un 35 por ciento cada uno, formado por republicanos y demócratas, y el resto por independientes. Ninguno de los tres es monolítico, pero incluyen “voto duro”, o sea que son republicanos o demócratas no importa que.
El ganador de la elección es por lo normal el que logra entusiasmar a sus bases y convencer a los independientes, y es ahí donde entran las dudas respecto a los republicanos.
No hablemos de conquistar el voto de los afroestadounidenses, que desde hace medio siglo son una audiencia segura para los demócratas luego de que los republicanos decidieron revivir algunas de las causas del viejo sur estadounidense.
Ignoremos también a los hispanos, que en mas de un 72 por ciento consideran que los republicanos les son hostiles, luego de la forma en que han abordado el tema migratorio y procurado insultar a la mayoría de los latinos.
Habría que olvidarse también de los obreros sindicalizados, menos por el hecho de que el movimiento sindical en general sea hostil a los republicanos, sino por la incomprensible rechazo hacia formulaciones que permitieron la supervivencia de empresas que como las automotrices no son sólo importantes en lo económico sino de un enorme simbolismo en este país.
Peor todavía, una parte de los miembros de los sindicatos son blancos de clase trabajadora, precisamente el tipo de electores que normalmente votarían republicano en lo individual.
Los republicanos parecen determinados también a dejar de lado a las mujeres, con posiciones que literalmente ignoran para no decir cancelan muchas de las conquistas femeninas de los últimos 30 años.
Y para remate, los analistas creen que la suma de las posturas republicanas preocupa a los votantes independientes. De la idea de que no puede haber separación entre iglesia y estado, según lo adelantado por Rick Santorum a la de que el gobierno no puede apoyar a la economía, como considera Mitt Romney, sin olvidar la volatilidad de Newt Gingrich o el aislacionismo internacional de Ron Paul.
Cierto, faltan muchos meses para la elección y en ellos la economía puede volver a ser el dolor de cabeza principal de los estadounidenses o el gobierno de Barack Obama puede cometer un error garrafal, o los republicanos pueden salir con un plan genial que les permita conciliar sus posiciones extremas con medidas pragmáticas.
Pero por lo pronto habrá que ver como reconquistan a los segmentos de población que parecen estar empeñados en perder…
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