Elba, ¿joya de la corona?

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Nada peor que confirmar los más oscuros temores: México quedó convertido en un país de cínicos, como lo confirma el hecho de que se discuta el valor electoral y político de Elba Esther Gordillo por lo que ella dice que vale, y se deje de lado su responsabilidad social, ética y sindical en el tremendo fracaso de las políticas educativas desde que se hizo cargo del SNTE.

Los sucesos de 2006 parecen hacer incontrovertible su valor político: AMLO perdió por .56 por ciento, y consultas Mitofsky asegura que la fuerza electoral del magisterio aherrojado al destino de la maestra de México, tiene un valor del .6 por ciento. El triunfo de Felipe Calderón, entonces, es el éxito de la concupiscencia democrática, de las alianzas contra natura que nada resuelven en la praxis política, porque únicamente alargan la vida de las complicidades amarradas en la corrupción y la impunidad, cuyo resultado es la mediocridad educativa, pues los alumnos no pueden ser reprobados, expulsados ni reprendidos.

Que no digan que esa es responsabilidad exclusiva de la SEP, pues quien haya trabajado dentro del sistema educativo federal y estatal, sabe bien que los contenidos y métodos educativos son controlados, en gran medida, por una cúpula del SNTE que determina qué sí y qué no puede hacerse en materia de educación elemental, primaria y media. Para constarlo, sólo hay que revisar la nómina, para saber dónde están adscritos y cuál es la función de los maestros.

Pero resulta que es mucho más importante, digamos trascendente, el destino de su voto, y sobre ese destino está sustentado el valor político real de Elba Esther Gordillo, no en sus conocimientos pedagógicos, ni en su sentido común o el impulso por ella dado a la educación mexicana, sino en el sistema de control establecido dentro del sindicato, para poder determinar hacia dónde dirigir los sufragios y conocer con puntualidad si los delegados sindicales cumplieron con su tarea, pues ellos manejan su propio padrón electoral, conocen dónde viven los afiliados y en cuáles casillas están empadronados, lo demás es obedecer.

Sí, Elba Esther Gordillo es la joya de la corona, pero ¿quién querrá cargarla sobre su cabeza, sobre su destino? ¿Quién quiere pavonearse junto a ella, para confirmar que el modelo político mexicano es fiel a él mismo y nada ha cambiado? La maestra de México sabe que todos los precandidatos quieren con ella, por más que de dientes para afuera la desprecien, porque su valor en 2006 equivalió exactamente a la diferencia entre ser presidente y quedarse con un palmo de narices, como ocurrió a AMLO.

¿Cómo, entonces, pueden sostener los panistas que ellos trajeron la democracia, que además de la alternancia hicieron la transición, si sólo han perpetuado el modelo? Vicente Fox y Felipe Calderón han engañado a los mexicanos, pues la maestra Gordillo fue su compañera de ruta, y con ella compartieron el poder.

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