Hermann Bellinghausen / Enviado
El pueblo wixárika se encuentra unido en pie de lucha espiritual anuncia la Declaración de Wirikuta, leída esta tarde en el bellísimo jardín natural del cerro El Quemado, lugar donde, según su cosmogonía. se originó nada menos que el Universo. Nunca se habían reunido y puesto de acuerdo las 20 comunidades de este pueblo indígena de poderosa espiritualidad que representa decenas de poblaciones en cuatro estados de la República, que, entre otras cosas, tienen en común ser peregrinos milenarios del desierto que se abre al pie de la sierra y se extiende al poniente hasta las montañas de Zacatecas.
De manara respetuosa y pacífica la declaración se pronuncia en defensa de la vida, reafirmando con seguridad ejemplar que nuestro conocimiento espiritual es un legado para el mundo. Teniendo como fondo el Bajío del desierto, los pueblos wixaritari sostienen: Los sitios sagrados son escuelas de conocimiento, por lo cual continuaremos defendiendo Wirikuta de las mineras.
Ofrecemos y pedimos trato respetuoso a las comunidades que habitan en el área de Wirikuta y exigen al gobierno mayor sensibilidad mediante una consulta previa, misma que no se hizo y ahora la tierra esta concesionada a trasnacionales que realizan una abusiva presión sobre ejidos y centros urbanos del altiplano para que permitan la explotación de sus tierras ejidales y los escasos recursos hídricos, a cambio de sumas irrisorias y vagas promesas de empleo.
Los wixaritari se presentan como lo que siempre han sido: los guardianes de Wirikuta, de sus cinco puertas, desde la sierra Madre Occidental hasta aquí, y del ombligo del Universo, donde han velado desde la noche del lunes en una ceremonia abigarrada y excepcional.
Todo esto viene a cuento porque el altiplano potosino, región única en el mundo (oficialmente área natural protegida), se encuentra amenazada por 38 concesiones de explotación minera, la mayor parte de ellas en Wirikuta, otorgadas por el gobierno a voraces empresas canadienses. Aunque la información no es transparente, el denominado Proyecto Universo podría destruir 50 por ciento del desierto para la extracción de oro y plata a cielo abierto.
Como expresara Santos de la Cruz Carrillo, comisariado de bienes comunales de Bancos de San Hipólito, Durango, las mineras y agroindustrias que están invadiendo el desierto deterioran el suelo y podrían causar el exterminio de nuestro corazón, que es el jícuri. Manifiesta un consenso de los pueblos presentes: los pactos, decretos y leyes del Estado mexicano son letras muertas en este caso, que implica un etnocidio a gran escala, la desaparición de todo un pueblo.
Tras velar bajo una luna llena que, teniendo la inusual vista de un desierto enteramente cubierto por las nubes como un mar que cubriera el vasto horizonte y acentúa el paisaje lunar y fantasmagórico, el representante indígena expone: Aquí nos reunimos para decir al Estado que Wirikuta no se vende; se ama y se defiende. Nos ofrece la vida misma, no sólo a los wixaritari, sino a todos los humanos el planeta.
Un momento culminante es cuando, tras una larga noche de conversación con los dioses y los representantes terrenales de su pueblo, Eusebio Muvieri Ninkame, marakame de San Sebastián, designado cantador de la ceremonia, dice: Los dioses solicitan que todos los pueblos wixaritari estén unidos para defender lo sagrado. Y ante la conmovedora reunión concluye: Hoy se sintió orgulloso de nosotros Tatewari, el Abuelo Fuego.
El pueblo wixárika se encuentra unido en pie de lucha espiritual anuncia la Declaración de Wirikuta, leída esta tarde en el bellísimo jardín natural del cerro El Quemado, lugar donde, según su cosmogonía. se originó nada menos que el Universo. Nunca se habían reunido y puesto de acuerdo las 20 comunidades de este pueblo indígena de poderosa espiritualidad que representa decenas de poblaciones en cuatro estados de la República, que, entre otras cosas, tienen en común ser peregrinos milenarios del desierto que se abre al pie de la sierra y se extiende al poniente hasta las montañas de Zacatecas.
De manara respetuosa y pacífica la declaración se pronuncia en defensa de la vida, reafirmando con seguridad ejemplar que nuestro conocimiento espiritual es un legado para el mundo. Teniendo como fondo el Bajío del desierto, los pueblos wixaritari sostienen: Los sitios sagrados son escuelas de conocimiento, por lo cual continuaremos defendiendo Wirikuta de las mineras.
Ofrecemos y pedimos trato respetuoso a las comunidades que habitan en el área de Wirikuta y exigen al gobierno mayor sensibilidad mediante una consulta previa, misma que no se hizo y ahora la tierra esta concesionada a trasnacionales que realizan una abusiva presión sobre ejidos y centros urbanos del altiplano para que permitan la explotación de sus tierras ejidales y los escasos recursos hídricos, a cambio de sumas irrisorias y vagas promesas de empleo.
Los wixaritari se presentan como lo que siempre han sido: los guardianes de Wirikuta, de sus cinco puertas, desde la sierra Madre Occidental hasta aquí, y del ombligo del Universo, donde han velado desde la noche del lunes en una ceremonia abigarrada y excepcional.
Todo esto viene a cuento porque el altiplano potosino, región única en el mundo (oficialmente área natural protegida), se encuentra amenazada por 38 concesiones de explotación minera, la mayor parte de ellas en Wirikuta, otorgadas por el gobierno a voraces empresas canadienses. Aunque la información no es transparente, el denominado Proyecto Universo podría destruir 50 por ciento del desierto para la extracción de oro y plata a cielo abierto.
Como expresara Santos de la Cruz Carrillo, comisariado de bienes comunales de Bancos de San Hipólito, Durango, las mineras y agroindustrias que están invadiendo el desierto deterioran el suelo y podrían causar el exterminio de nuestro corazón, que es el jícuri. Manifiesta un consenso de los pueblos presentes: los pactos, decretos y leyes del Estado mexicano son letras muertas en este caso, que implica un etnocidio a gran escala, la desaparición de todo un pueblo.
Tras velar bajo una luna llena que, teniendo la inusual vista de un desierto enteramente cubierto por las nubes como un mar que cubriera el vasto horizonte y acentúa el paisaje lunar y fantasmagórico, el representante indígena expone: Aquí nos reunimos para decir al Estado que Wirikuta no se vende; se ama y se defiende. Nos ofrece la vida misma, no sólo a los wixaritari, sino a todos los humanos el planeta.
Un momento culminante es cuando, tras una larga noche de conversación con los dioses y los representantes terrenales de su pueblo, Eusebio Muvieri Ninkame, marakame de San Sebastián, designado cantador de la ceremonia, dice: Los dioses solicitan que todos los pueblos wixaritari estén unidos para defender lo sagrado. Y ante la conmovedora reunión concluye: Hoy se sintió orgulloso de nosotros Tatewari, el Abuelo Fuego.
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