Antonio Navalón
El vals de Tamaulipas, este que ahora está sondando es una música tocada directamente en Texas.
Los tres mosqueteros, los tres ex gobernadores o lo que es lo mismo, los últimos 24 años del gobierno de Tamaulipas están bajo sospecha.
¿Cuánto tiempo calculan ustedes que debe pasar para que en Texas la DEA, el FBI y todas las agencias estadounidenses estudien Tamaulipas?
¿Qué sabía o no George Walker Bush la tarde en la que en la Casa Blanca al llegar Tomás Yarrington, uno de los tres gobernadores de Tamaulipas, dijo: está entrando el que posiblemente puede ser el próximo presidente de México?
¿Sabían las agencias que investigan al narcotráfico y sus vinculaciones bilaterales? Porque no hay que olvidar que es un negocio que se produce en México, y que es aquí donde se ponen los muertos-, pero allá en Estados Unidos está el consumo y por ende el negocio: el desarrollo del plan de trabajo está en inglés aunque las necrológicas y el dolor hablen español.
Todo eso es lo que está sucediendo con el vals de Tamaulipas. Y como es una parte fundamental de la historia reciente, yo recomiendo a Peña Nieto que no se desgaste pidiéndole al gobierno federal que no haga trucos sucios, no es el gobierno federal el motor del vals, son las autoridades estadounidenses.
También le recomiendo que pregunte lo mismo que nos preguntamos todos: ¿Por qué ahora? ¿Para qué? ¿Con qué fin?
Deseamos que se haga justicia cuanto antes pero es evidente que a Peña Nieto y a algunos nos causa sorpresa no la reacción de la PGR, que como dije actúa a petición de parte, sino por qué en este momento ese caso toma esa velocidad.
¿Por qué hasta ahora Estados Unidos, ese mismo país que no se molestó en avisar a su propio presidente que no debía decir aquello del sospechoso Yarrington, en este momento destapa –justo en el proceso electoral– los cañones que apuntan sobre las verdades conocidas y nunca probadas de las vinculaciones de los gobernantes de ese estado con el mundo de los narcos?
El Cartel del Golfo, los Zetas, todos ellos pasan por la hegemonía de Tamaulipas. Pero eso no es nuevo, ha habido tres elecciones de presidente por lo menos en la que era una verdad conocida y ha habido al menos tres presidentes distintos en la Casa Blanca, si no es que cuatro, que siempre lo supieron.
La gran pregunta es ¿por qué ahora? Que nadie se equivoque, nunca es tarde para hacer justicia, el problema es muy sencillo: saber por qué a ambos lados de la frontera esas verdades murmuradas y sospechadas toman cuerpo en una lógica en la que sólo quien las produce entiende.
El vals de Tamaulipas, este que ahora está sondando es una música tocada directamente en Texas.
Los tres mosqueteros, los tres ex gobernadores o lo que es lo mismo, los últimos 24 años del gobierno de Tamaulipas están bajo sospecha.
¿Cuánto tiempo calculan ustedes que debe pasar para que en Texas la DEA, el FBI y todas las agencias estadounidenses estudien Tamaulipas?
¿Qué sabía o no George Walker Bush la tarde en la que en la Casa Blanca al llegar Tomás Yarrington, uno de los tres gobernadores de Tamaulipas, dijo: está entrando el que posiblemente puede ser el próximo presidente de México?
¿Sabían las agencias que investigan al narcotráfico y sus vinculaciones bilaterales? Porque no hay que olvidar que es un negocio que se produce en México, y que es aquí donde se ponen los muertos-, pero allá en Estados Unidos está el consumo y por ende el negocio: el desarrollo del plan de trabajo está en inglés aunque las necrológicas y el dolor hablen español.
Todo eso es lo que está sucediendo con el vals de Tamaulipas. Y como es una parte fundamental de la historia reciente, yo recomiendo a Peña Nieto que no se desgaste pidiéndole al gobierno federal que no haga trucos sucios, no es el gobierno federal el motor del vals, son las autoridades estadounidenses.
También le recomiendo que pregunte lo mismo que nos preguntamos todos: ¿Por qué ahora? ¿Para qué? ¿Con qué fin?
Deseamos que se haga justicia cuanto antes pero es evidente que a Peña Nieto y a algunos nos causa sorpresa no la reacción de la PGR, que como dije actúa a petición de parte, sino por qué en este momento ese caso toma esa velocidad.
¿Por qué hasta ahora Estados Unidos, ese mismo país que no se molestó en avisar a su propio presidente que no debía decir aquello del sospechoso Yarrington, en este momento destapa –justo en el proceso electoral– los cañones que apuntan sobre las verdades conocidas y nunca probadas de las vinculaciones de los gobernantes de ese estado con el mundo de los narcos?
El Cartel del Golfo, los Zetas, todos ellos pasan por la hegemonía de Tamaulipas. Pero eso no es nuevo, ha habido tres elecciones de presidente por lo menos en la que era una verdad conocida y ha habido al menos tres presidentes distintos en la Casa Blanca, si no es que cuatro, que siempre lo supieron.
La gran pregunta es ¿por qué ahora? Que nadie se equivoque, nunca es tarde para hacer justicia, el problema es muy sencillo: saber por qué a ambos lados de la frontera esas verdades murmuradas y sospechadas toman cuerpo en una lógica en la que sólo quien las produce entiende.
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