Raymundo Riva Palacio
Hace menos de una semana, en el cuartel general de la campaña de Josefina Vázquez Mota, no estaban seguros de lo que iba a suceder el día de la elección para definir la candidatura presidencial. Había sido un cierre terrible. Las grabaciones difundidas en la última semana, eran lo de menos.
Antes, funcionarios que la apoyaban fueron obligados a votar por Ernesto Cordero. Los gobernadores repartieron recursos a los jefes políticos panistas en sus estados para garantizar la movilización durante la jornada dominical y, todavía más, hubo zonas donde se llegó a pagar hasta mil 500 pesos por cada voto.
El aparato del PAN estaba en movimiento, y la derrota de Vázquez Mota, en su casa de campaña el viernes, era una posibilidad cercana. Tanto, que dos veces por intermediarios y una directamente, Vázquez Mota tuvo contacto con el candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, para hablar en términos de una posible incorporación de ella a su equipo.
El último contacto fue telefónico el sábado previo a la elección, lo que provocó el análisis en el equipo de López Obrador si estaba muy desesperada para hablar ese tipo de cosas por una línea insegura, o si era una táctica para que lo escucharan donde debían de oír. El domingo, sin embargo, hubo otra realidad.
Salieron “josefinistas del clóset” –en palabras de la misma Vázquez Mota-, y aplastaron a Cordero. Estados con los que contaba Cordero –Baja California, Guanajuato y Jalisco-, se volcaron por ella.
En asientos del capital –Nuevo León y estado de México-, Vázquez Mota tuvo importantes avances o victorias, como también lo fue un sorprendente triunfo en el Distrito Federal, donde todos los líderes panistas con historia en la capital, estaban con Cordero.
La victoria de Vázquez Mota dice mucho más que sus triunfos en 24 entidades. La manera como votaron los panistas en los territorios azules y en aquellos gobernados por otros partidos, sugiere un mandato para su campaña presidencial a partir de varias lecciones que dejó la derrota de Cordero, el delfín presidencial:
1.- El continuismo total de la política del presidente Felipe Calderón, no es compartida por la mayoría de los panistas, que le dieron la victoria a Vázquez Mota con 6 de cada 10 votos.
2.- El discurso beligerante y militarista de Cordero, muy en sintonía con el del Presidente, no tuvo la aceptación entre la militancia panista como lo esperaba el precandidato, pese a que la popularidad de Calderón entre miembros de su partido es superior a 85%.
Esto conlleva a un mandato bajo las siguientes premisas:
1.- No al continuismo lineal. Es decir, los panistas quieren ganar la Presidencia otros seis años, pero no con un heredero de Calderón.
2.- Como en algunas reuniones privadas con legisladores se empezó a notar hace dos años, los panistas consideran que la estrategia del Presidente en la lucha contra el narcotráfico, los ha perjudicado más que beneficiado.
3.- El calderonismo tuvo una vida efímera.
Entonces, ¿qué consideraciones podría hacer Vázquez Mota para que su campaña presidencial esté en niveles competitivos?:
1.- Tiene que distanciarse del Presidente. No puede romper con él –hay que recordar su nivel de aprobación entre los panistas-, pero sí tendrá que críticar algunas de sus políticas y ofrecer cambiar lo que no sirve, o mejorar y ampliar lo que funciona.
2.- Tiene que encontrar un discurso diferente en materia de lucha contra el narcotráfico e incorporar los elementos a la lucha que por omisión o comisión no se complementaron en la administración de Calderón.
3.- Está obligada a construir un discurso de esperanza y cambio para los panistas, que tenga efecto sobre el electorado independiente. El discurso de Calderón sobre la seguridad no es lo que quieren oír.
Vázquez Mota no se encuentra en una situación fácil, pese a lo sencillo que parecería alejarse de Calderón. ¿Cuánto y cómo lo puede hacer? Es algo que deberá analizar y evaluar con su equipo de campaña, porque no puede simplemente repudiar a la Presidencia y a lo que hizo, porque no sólo sería un suicidio romper con el PAN, sino que ella misma formó parte del equipo de gobierno y lo defendió en el Congreso.
Lo que procede es un rompimiento pactado con él, aunque no se sabe qué tanto estómago tenga el Presidente para resistirlo, y qué tanto talento tenga Vázquez Mota para construirlo.
Hace menos de una semana, en el cuartel general de la campaña de Josefina Vázquez Mota, no estaban seguros de lo que iba a suceder el día de la elección para definir la candidatura presidencial. Había sido un cierre terrible. Las grabaciones difundidas en la última semana, eran lo de menos.
Antes, funcionarios que la apoyaban fueron obligados a votar por Ernesto Cordero. Los gobernadores repartieron recursos a los jefes políticos panistas en sus estados para garantizar la movilización durante la jornada dominical y, todavía más, hubo zonas donde se llegó a pagar hasta mil 500 pesos por cada voto.
El aparato del PAN estaba en movimiento, y la derrota de Vázquez Mota, en su casa de campaña el viernes, era una posibilidad cercana. Tanto, que dos veces por intermediarios y una directamente, Vázquez Mota tuvo contacto con el candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, para hablar en términos de una posible incorporación de ella a su equipo.
El último contacto fue telefónico el sábado previo a la elección, lo que provocó el análisis en el equipo de López Obrador si estaba muy desesperada para hablar ese tipo de cosas por una línea insegura, o si era una táctica para que lo escucharan donde debían de oír. El domingo, sin embargo, hubo otra realidad.
Salieron “josefinistas del clóset” –en palabras de la misma Vázquez Mota-, y aplastaron a Cordero. Estados con los que contaba Cordero –Baja California, Guanajuato y Jalisco-, se volcaron por ella.
En asientos del capital –Nuevo León y estado de México-, Vázquez Mota tuvo importantes avances o victorias, como también lo fue un sorprendente triunfo en el Distrito Federal, donde todos los líderes panistas con historia en la capital, estaban con Cordero.
La victoria de Vázquez Mota dice mucho más que sus triunfos en 24 entidades. La manera como votaron los panistas en los territorios azules y en aquellos gobernados por otros partidos, sugiere un mandato para su campaña presidencial a partir de varias lecciones que dejó la derrota de Cordero, el delfín presidencial:
1.- El continuismo total de la política del presidente Felipe Calderón, no es compartida por la mayoría de los panistas, que le dieron la victoria a Vázquez Mota con 6 de cada 10 votos.
2.- El discurso beligerante y militarista de Cordero, muy en sintonía con el del Presidente, no tuvo la aceptación entre la militancia panista como lo esperaba el precandidato, pese a que la popularidad de Calderón entre miembros de su partido es superior a 85%.
Esto conlleva a un mandato bajo las siguientes premisas:
1.- No al continuismo lineal. Es decir, los panistas quieren ganar la Presidencia otros seis años, pero no con un heredero de Calderón.
2.- Como en algunas reuniones privadas con legisladores se empezó a notar hace dos años, los panistas consideran que la estrategia del Presidente en la lucha contra el narcotráfico, los ha perjudicado más que beneficiado.
3.- El calderonismo tuvo una vida efímera.
Entonces, ¿qué consideraciones podría hacer Vázquez Mota para que su campaña presidencial esté en niveles competitivos?:
1.- Tiene que distanciarse del Presidente. No puede romper con él –hay que recordar su nivel de aprobación entre los panistas-, pero sí tendrá que críticar algunas de sus políticas y ofrecer cambiar lo que no sirve, o mejorar y ampliar lo que funciona.
2.- Tiene que encontrar un discurso diferente en materia de lucha contra el narcotráfico e incorporar los elementos a la lucha que por omisión o comisión no se complementaron en la administración de Calderón.
3.- Está obligada a construir un discurso de esperanza y cambio para los panistas, que tenga efecto sobre el electorado independiente. El discurso de Calderón sobre la seguridad no es lo que quieren oír.
Vázquez Mota no se encuentra en una situación fácil, pese a lo sencillo que parecería alejarse de Calderón. ¿Cuánto y cómo lo puede hacer? Es algo que deberá analizar y evaluar con su equipo de campaña, porque no puede simplemente repudiar a la Presidencia y a lo que hizo, porque no sólo sería un suicidio romper con el PAN, sino que ella misma formó parte del equipo de gobierno y lo defendió en el Congreso.
Lo que procede es un rompimiento pactado con él, aunque no se sabe qué tanto estómago tenga el Presidente para resistirlo, y qué tanto talento tenga Vázquez Mota para construirlo.
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