El frente del miedo

Antonio Navalón

Si es que ya ha empezado la campaña alternativa, cuando pasen 45 días –exactamente 38 más de los que necesitó Dios para crear el mundo– puede suceder que nada esté donde estaba.

Imagínese que ahora de golpe, en esta carrera entre presuntos culpables, seguros culpables, falsos culpables, inocentes y demás, nos encontramos con que la justicia mexicana se esté volviendo muy eficaz y esté consiguiendo detener a muchos.

¿Qué podrían decir los partidos y sus precandidatos? ¿Acaso no sería interpretado como una defensa electoral o una plataforma política? ¿A quién se lo preguntamos?: ¿a los burócratas del IFE?, ¿a la PGR?, ¿a la Fepade?, ¿a las iglesias?

En qué consiste la vuelta atrás. ¿Cómo podría defenderse Peña Nieto de la detención de cuatro gobernadores priístas? ¿Cómo podría explicar sin que sea delito lo que sucede? ¿Dónde está el límite? ¿O hace que ya termine de saltar por los aires lo que queda del PRI y no los defiende? ¿A quién le hace caso: al PRI que fue mucho antes del IFE y de la Ley Electoral o al Instituto Electoral?

¿El gobierno federal tiene límites? ¿Se puede un gobierno equivocar cumpliendo la ley? Claro. ¿Tiene derecho? Opino que sí. Sin duda, el Gobierno Federal en el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales comete errores. El mundo está lleno de errores.

Lo que ahora sucede por las interpretaciones del IFE al reglamento, aunque inicialmente se tuvieran buenas intenciones, es una broma macabra y pesada para el pueblo de México.

Mientras, vaya esto como hipótesis, llamada de advertencia o lo que sea, porque confieso que yo mismo no sé qué pueda o no decir, pero me arriesgo a escribir que no es posible que las condiciones climatológico-políticas del país –de aquí al 1 de julio– sean el frente y el manejo del miedo, el que el Estado sepa y juegue con “la vida de los otros”.

Sé por experiencia, porque también me he comido mi miedo, que tiene dos partes: el que uno siente porque sabe lo que ha hecho y el que le provocan los demás cuando se acercan al conocimiento o evidencia de lo hecho.

Considero que más allá de la voluntad justiciera o del mandato constitucional, estamos asistiendo a un proceso electoral donde hace más daño el miedo de los que saben que han hecho –lo que han hecho– que la verdadera intención de los otros de castigarlos. Y así, sin querer queriendo, nos podemos encontrar que lo que “El Lazca” es para la novela de Tamaulipas, las finanzas sean el torpedo que le dé la línea de flotación al líder de las encuestas, disparándose desde Toluca.

¿Durante cuánto tiempo? ¿A cuántos escándalos se está del liderazgo? ¿Cómo combatirlos en estas condiciones?

Deberían recordar aquello que Bertolt Brecht escribió: “Primero se llevaron a los negros. Pero no me importó. Porque yo no era negro. Un día vinieron y se llevaron a mi vecino que era judío, pero no me importó porque yo no era judío (…) luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde”.

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