Pedro Echeverría V.
1. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es el político más optimista de los que conozco; en muchas ocasiones lo he visto subir al estrado tan contento como si antes no hubiera presidido otros tres actos. En alguna ocasión en la plaza de un poblado de Yucatán fue tal mi preocupación que busqué saludarle sólo para decirle que estuviera tranquilo; pero probé una vez más que su “tranquilidad” es hablar en un mitin y emocionar a su audiencia.
Por eso cuando el gobierno y los medios de información han publicado que AMLO dijo que se siente “muy cansado, muy agotado” y que de perder las elecciones se retiraría a su finca: “La chingada”, a descansar, no es más que otro lado de la contracampaña que ha venido sufriendo. En lo que va el siglo XXI me he considerado tan pesimista que muchas veces el enorme optimismo de López Obrador –a pesar de la enorme cantidad de agresiones e infamias- me es inexplicable.
2. Tengo la profunda convicción –junto a mucha gente- que el fraude electoral no se comete el día de la elección sino que se prepara con mucha habilidad e inteligencia a lo largo del proceso electoral. Los gobiernos del PAN y del PRI inician su estrategia colocando en cada sitio de poder a una serie de peones a su servicio, luego firman acuerdos con los sectores poderosos, después recogen miles de millones de pesos para la campaña (tal como se hace en EEUU, hizo Salinas para Zedillo y Calderón cuando fue candidato, donde Bejarano es un pobre enano), inmediatamente se reparte entre los “líderes naturales”, así como en despensas y regalos para asegurar los votos; de tal manera que el día de la elección todos ya tienen tareas de “guiar a los electores a depositar correctamente sus votos”. Quien piense que hay que cuidar las urnas para que no las rellenen o se las roben, es un iluso irremediable.
3. Mientras hoy López Obrador realiza su mitin número seis mil, buscando entusiasmar a la gente y pidiéndoles que sean críticos, analíticos y que no se dejen, Peña Nieto del PRI y Vázquez Mota del PAN se reúnen con sus respectivos gobernadores y “fuerza vivas” de cada entidad para contar la mayor cantidad de dinero posible y comenzar la repartición. Me decía una hermana y un amigo que trabajan para Morena: “Después de hacer reuniones durante meses en casa de una mujer, cuando ya la sentíamos un pilar de nuestro trabajo, ante la descompostura de su máquina de coser, llegó el PRI y le proporcionó cuatro maquinas para organizar un taller. Resultado: nos sacó de su casa porque ya era del PRI”. ¿Cómo competir ante tan poderoso presupuesto público y privado? “Por más que le explicamos que ese dinero que recibía era parte del dinero público y que contribuirá al encarecimiento de todo… a ella le importó un comino”.
4. Hay toda una campaña orquestada y encabezada por Hiriart, Alemán, Moreno, Avilés Fabila, Ramírez, y una decena de panistas que se dedican al reenvío por Internet de todos los artículos anti AMLO –muy bien pagada por el gobierno y los empresarios- que busca presentar a López Obrador como si estuviera cansado, agotado, sin brillo en los ojos, ya muy viejo, dispuesto a dejar la campaña para retirarse a su finca a descansar; al mismo tiempo que lo presentan con un 17 o 18 por ciento de votos en las encuestas ubicándolo en tercer lugar y sin poder salir de él. Más aún plantean que Ebrard debió ser el candidato porque a López Obrador no lo quieren los empresarios ni los representantes de la iglesia. La realidad es que buscan que AMLO desaparezca de la lista para que deje de ser una amenaza y quienes buscan liquidarlo son los del PAN y del PRI, pero particularmente Calderón que quisiera verlo sin movimiento.
5. La realidad es que AMLO debería estar en estos momentos firmando acuerdos y compromisos con sindicatos y agrupaciones campesinas, así como con colonos, líderes estudiantiles y de profesionistas dispuestos a marchar independientemente de sus directivos formales o charros. ¿Cómo es posible que los trabajadores pudieran seguir programas y discursos derechistas tradicionales del PRI y del PAN cuando hay partidos u organizaciones como Morena que se autodenominan progresistas? ¿Por qué no confiarles a los asesores de AMLO la capacidad para convencer a los electricistas, mineros, telefonistas, APPO, EZLN, Atenco, CNTE, Sicilia e integrarlos a un frente común progresista con voz y voto? Los trabajadores radicalizados podrían estar en un frente si se les propone una seria de reformas profundas en su beneficio, pero sobre todo parar las medidas privatizadoras, la reforma a la ley del trabajo y otras medidas.
6. Si bien López Obrador no se retirará a “descansar” si pierde la elección, porque él mismo ha repetido mil veces que “no está casado con sólo la lucha por la Presidencia sino con la transformación del país”, la clase gobernante sí está casada con la destrucción de todo lo que representa el lópezkbradorismo y buscará desaparecerlo. Por eso, antes que el nuevo fraude se consume –como ya vemos que está avanzando haciendo desaparecer de la competencia a AMLO- hay que analizar con profundidad el famoso Plan B que tiene que basarse en la movilización popular en las grandes ciudades con el fin de paralizar dependencias. Aquí sigue cabiendo la llamada “República amorosa” a favor de los de abajo, pero de ninguna manera para aquellos dueños del poder económico y político que buscan aniquilar las luchas de los trabajadores. Ahora la toma de Reforma no será para evitar levantamientos, sino para acelerarlos.
7. Desde hace más de 50 años he tenido claro que las elecciones sólo sirven para confirmar si el manipuleo de los votos ha sido efectivo. Nunca he lloriqueado diciendo que el robo de urnas, el relleno de ellas o los acarreos de votantes hicieron perder la elección; esas siempre fueron nimiedades. Con trampas o sin trampas el PRI dominó totalmente la política durante 70 años y el PAN unos 10 porque siempre contaron con mucho dinero público y privada para comprar todas las voluntades, incluso de los llamados partidos y políticos de oposición. Sólo cuando se han hecho grande o poderosas las contradicciones entre los de arriba, entre los grandes sectores de la política dominante, ha sido cuando los juegos han cambiado como sucedió con el neoliberalismo, el salinismo y zedillismo que le entregó el poder a otro partido. Desafortunadamente todavía nuestro pueblo no cuenta con todos los elementos para discernir.
1. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es el político más optimista de los que conozco; en muchas ocasiones lo he visto subir al estrado tan contento como si antes no hubiera presidido otros tres actos. En alguna ocasión en la plaza de un poblado de Yucatán fue tal mi preocupación que busqué saludarle sólo para decirle que estuviera tranquilo; pero probé una vez más que su “tranquilidad” es hablar en un mitin y emocionar a su audiencia.
Por eso cuando el gobierno y los medios de información han publicado que AMLO dijo que se siente “muy cansado, muy agotado” y que de perder las elecciones se retiraría a su finca: “La chingada”, a descansar, no es más que otro lado de la contracampaña que ha venido sufriendo. En lo que va el siglo XXI me he considerado tan pesimista que muchas veces el enorme optimismo de López Obrador –a pesar de la enorme cantidad de agresiones e infamias- me es inexplicable.
2. Tengo la profunda convicción –junto a mucha gente- que el fraude electoral no se comete el día de la elección sino que se prepara con mucha habilidad e inteligencia a lo largo del proceso electoral. Los gobiernos del PAN y del PRI inician su estrategia colocando en cada sitio de poder a una serie de peones a su servicio, luego firman acuerdos con los sectores poderosos, después recogen miles de millones de pesos para la campaña (tal como se hace en EEUU, hizo Salinas para Zedillo y Calderón cuando fue candidato, donde Bejarano es un pobre enano), inmediatamente se reparte entre los “líderes naturales”, así como en despensas y regalos para asegurar los votos; de tal manera que el día de la elección todos ya tienen tareas de “guiar a los electores a depositar correctamente sus votos”. Quien piense que hay que cuidar las urnas para que no las rellenen o se las roben, es un iluso irremediable.
3. Mientras hoy López Obrador realiza su mitin número seis mil, buscando entusiasmar a la gente y pidiéndoles que sean críticos, analíticos y que no se dejen, Peña Nieto del PRI y Vázquez Mota del PAN se reúnen con sus respectivos gobernadores y “fuerza vivas” de cada entidad para contar la mayor cantidad de dinero posible y comenzar la repartición. Me decía una hermana y un amigo que trabajan para Morena: “Después de hacer reuniones durante meses en casa de una mujer, cuando ya la sentíamos un pilar de nuestro trabajo, ante la descompostura de su máquina de coser, llegó el PRI y le proporcionó cuatro maquinas para organizar un taller. Resultado: nos sacó de su casa porque ya era del PRI”. ¿Cómo competir ante tan poderoso presupuesto público y privado? “Por más que le explicamos que ese dinero que recibía era parte del dinero público y que contribuirá al encarecimiento de todo… a ella le importó un comino”.
4. Hay toda una campaña orquestada y encabezada por Hiriart, Alemán, Moreno, Avilés Fabila, Ramírez, y una decena de panistas que se dedican al reenvío por Internet de todos los artículos anti AMLO –muy bien pagada por el gobierno y los empresarios- que busca presentar a López Obrador como si estuviera cansado, agotado, sin brillo en los ojos, ya muy viejo, dispuesto a dejar la campaña para retirarse a su finca a descansar; al mismo tiempo que lo presentan con un 17 o 18 por ciento de votos en las encuestas ubicándolo en tercer lugar y sin poder salir de él. Más aún plantean que Ebrard debió ser el candidato porque a López Obrador no lo quieren los empresarios ni los representantes de la iglesia. La realidad es que buscan que AMLO desaparezca de la lista para que deje de ser una amenaza y quienes buscan liquidarlo son los del PAN y del PRI, pero particularmente Calderón que quisiera verlo sin movimiento.
5. La realidad es que AMLO debería estar en estos momentos firmando acuerdos y compromisos con sindicatos y agrupaciones campesinas, así como con colonos, líderes estudiantiles y de profesionistas dispuestos a marchar independientemente de sus directivos formales o charros. ¿Cómo es posible que los trabajadores pudieran seguir programas y discursos derechistas tradicionales del PRI y del PAN cuando hay partidos u organizaciones como Morena que se autodenominan progresistas? ¿Por qué no confiarles a los asesores de AMLO la capacidad para convencer a los electricistas, mineros, telefonistas, APPO, EZLN, Atenco, CNTE, Sicilia e integrarlos a un frente común progresista con voz y voto? Los trabajadores radicalizados podrían estar en un frente si se les propone una seria de reformas profundas en su beneficio, pero sobre todo parar las medidas privatizadoras, la reforma a la ley del trabajo y otras medidas.
6. Si bien López Obrador no se retirará a “descansar” si pierde la elección, porque él mismo ha repetido mil veces que “no está casado con sólo la lucha por la Presidencia sino con la transformación del país”, la clase gobernante sí está casada con la destrucción de todo lo que representa el lópezkbradorismo y buscará desaparecerlo. Por eso, antes que el nuevo fraude se consume –como ya vemos que está avanzando haciendo desaparecer de la competencia a AMLO- hay que analizar con profundidad el famoso Plan B que tiene que basarse en la movilización popular en las grandes ciudades con el fin de paralizar dependencias. Aquí sigue cabiendo la llamada “República amorosa” a favor de los de abajo, pero de ninguna manera para aquellos dueños del poder económico y político que buscan aniquilar las luchas de los trabajadores. Ahora la toma de Reforma no será para evitar levantamientos, sino para acelerarlos.
7. Desde hace más de 50 años he tenido claro que las elecciones sólo sirven para confirmar si el manipuleo de los votos ha sido efectivo. Nunca he lloriqueado diciendo que el robo de urnas, el relleno de ellas o los acarreos de votantes hicieron perder la elección; esas siempre fueron nimiedades. Con trampas o sin trampas el PRI dominó totalmente la política durante 70 años y el PAN unos 10 porque siempre contaron con mucho dinero público y privada para comprar todas las voluntades, incluso de los llamados partidos y políticos de oposición. Sólo cuando se han hecho grande o poderosas las contradicciones entre los de arriba, entre los grandes sectores de la política dominante, ha sido cuando los juegos han cambiado como sucedió con el neoliberalismo, el salinismo y zedillismo que le entregó el poder a otro partido. Desafortunadamente todavía nuestro pueblo no cuenta con todos los elementos para discernir.
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