El extraño silencio de Yarrington

Francisco Garfias

Tomás Yarrington “se entregó a los gringos” comentó ayer el senador del PAN, Felipe González, al titular del SAT, Alfredo Gutiérrez. El cuestionado ex gobernador tamaulipeco, acusado de vínculos con el narcotráfico, habría preferido entregarse a la policía de Estados Unidos que regresar al país, según el legislador.

La noticia es de primera plana. Lo malo es que González no traía información confidencial. Leyó la versión “en un periódico de Texas”.

Eso bastó para que se lo contara al titular del Sistema de Administración Tributaria, quien, prudente, se abstuvo de comentar el delicadísimo asunto.

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Los dos se encontraban en un evento de la Organización Editorial Mexicana, en el restaurante Puerto Chico, cerca del Monumento a la Revolución.

Oídos indiscretos escucharon a González. Sus palabras llamaron poderosamente la atención. Los ingredientes para el chisme-bomba estaban reunidos. La versión venía del presidente de la Comisión de Seguridad de la Cámara alta.

Eso le daba credibilidad.

Más tarde se aclaró que no se trataba de datos duros, sino que había recogido la versión en un periódico texano.
El borregazo, disfrazado de sensacional noticia, se desinfló. Uno más en tiempos electorales.

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En el PRI están intrigados con el silencio de Yarrington frente a los señalamientos de que la DEA lo investiga por sus supuestos arreglos financieros con el Cártel del Golfo y los Zetas, a cambio de protección, cuando era gobernador de Tamaulipas (1999-2004).

Las acusaciones contra el ex mandatario las hizo Antonio Peña Arguelles, un testigo protegido de la PGR, capturado la semana pasada en Texas.

Es oficial que oros dos ex gobernadores de Tamaulipas, Manuel Cavazos Lerma, candidato a senador, y Eugenio Hernández Flores, también son investigados por la PGR, pero éstos ya salieron a defenderse públicamente. Yarrington, por el contrario, no ha dicho nada. “Ha dejado todo a la imaginación”, se quejó un integrante del equipo de Peña Nieto.

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En Insurgentes Norte están convencidos de que la ofensiva del gobierno federal apenas empieza. Vendrán más escándalos conforme se acerque la elección federal. Saben que el gobierno tiene más cartuchos guardados y que, mojados o no, los va a detonar.

“Extraoficialmente sabemos que a los colaboradores de (Humberto) Moreira los traen muy presionados para que señalen a su jefe. A ese asunto se le agregaran otros”, vaticinó la fuente del tricolor, cercana al equipo del candidato presidencial.

Abundó: “Vamos a resistir con todo. Apretar al gobierno con asuntos que le incomodan: la cuenta pública, energía, Pemex…”.

Por lo pronto, el titular de la Siedo, Cuitláhuac Salinas, declaró ayer que la DEA no ha notificado a la PGR sobre las acusaciones de Peña Arguelles, presunto enlace entre Yarrington y el Cártel del Golfo.

Pero el asunto ya ha sido ampliamente comentado en los medios de comunicación. El efecto mediático ya se consiguió.

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Nos llamó Jesús Zambrano. El presidente nacional del PRD quería desmentir la versión, publicada en este espacio, de que habrá un “divorcio pactado” en su partido, el próximo mes de julio, después de las elecciones federales.

López Obrador, sus seguidores se irían por un lado. Junto con el PT y el Movimiento Ciudadano formarían su propia agrupación política: Morena. Su proyecto es incompatible con de los Chuchos, Marcelo, ADN y los que se queden en el PRD.

“Es absolutamente falso”, recalcó el dirigente perredista. Jura que su partido está más cohesionado que nunca y que la unidad alrededor de la candidatura presidencial del Peje es una realidad.

Despacio que voy de prisa. Los perredistas que sostienen la versión del próximo divorcio reiteran que es un tema que se ha discutido en la agrupación política desde hace tiempo, aunque no esta pactado.

Explican la reacción de Zambrano en la lógica de que es el presidente del partido y de que “estamos en campaña”. Nunca va a aceptar que el PRD se puede romper en julio próximo.

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Los indignados recibimos ayer una buena noticia. Miguel Sacal, el prepotente empresario que humilló y golpeó salvajemente a un valet parking que tuvo la osadía de negarse a cambiar la llanta de su carro, ingresó al Reclusorio Oriente.

El famoso Gentleman de las Lomas nomás no tiene derecho a fianza. Las lesiones que le produjo a Hugo Enrique Vera son de gravedad. Podría enfrentar una pena de 3 a 8 años de prisión.

¿Dónde habrá quedado la soberbia del violento empresario quien, en otro arranque de ira, le gritaba “¡me la pelas! ¡me la pelas!” a un camarógrafo que lo filmaba cuando protestaba porque una grúa enganchó su carro?

Lo que vimos ayer fue a un hombre abatido, los brazos caídos, la barba crecida, mientras lo fichaban. Esta vez no hubo impunidad.

A Sacal Smeke no se la “pelaron”.

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