Efusividad escénica

¿Unidad sin autocrítica?
Distrofia ideológica
¿Barbacoa, o arroz?

Julio Hernández López / Astillero


En términos aritméticos, escenográficos y anímicos resultó exitosa la nueva presentación en público de Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas. Con las pasiones panistas aún sin control pleno (luego de las tozudas batallas que libraron los grupos de Josefina Vázquez Mota y Ernesto Cordero por la candidatura presidencial), los dos principales personajes de la izquierda intercambiaron cortesías discursivas, regalaron una foto largamente esperada y se comprometieron a luchar juntos cuando menos hasta las próximas elecciones federales. El fundador del PRD y tres veces aspirante a llegar a Los Pinos se permitió incluso el hasta hace poco muy improbable gesto de acompañar en lo alto el brazo del tabasqueño que a su vez compartió sonrisa y buen ánimo con la elite allí reunida, súbitamente conversa a la amorosidad tropical y al cálculo político michoacano.

Aun cuando la reaparición conjunta de los dos personajes estelares de la izquierda electoral provocó explicable júbilo entre una parte de sus seguidores, y entre quienes no siéndolo en términos individuales sí lo son de las propuestas progresistas, no está de más advertir la poca consistencia de la nueva alianza coyuntural y los riesgos que implica para un proceso social, hoy denominado Movimiento de Regeneración Nacional, la efusividad acrítica que podría quedar solamente en oportunismo a premiar con candidaturas de facción para los nuevos sumandos electorales (entre ellos los ex gobernadores de Zacatecas, Amalia García, y de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel), y de distrofia ideológica que podría impedir a ese movimiento intentar, ya pasada la época de las concesiones electorales tácticas, la recuperación de su sentido de auténtica lucha social, pues sus ahora entusiastas apoyadores (Camacho, Ebrard, los Chuchos, los Cárdenas y hasta algunos intelectuales antaño sumamente críticos del AMLO de entonces) serían los primeros denunciantes, legitimados, del retorno a la piel originalmente prometida (la de 2006) o cuando menos anunciada (hasta antes de la conversión a la amorosidad).

López Obrador se está sujetando desde ahora al juicio de sus nuevos aliados que, en caso dado, podrían ser los primeros en aceptar un triunfo fraudulento del PRI o el PAN que Morena no reconociera, sometido todo el curso venidero de este movimiento a la valoración de buena conducta que la izquierda aceptable decida emitir, negociar o negar. En el fondo, el problema estriba en que la fotografía de unidad tomada ayer no proviene de un proceso de crítica y autocrítica y que el lopezobradorismo está convalidando por necesidad electoral conductas y actitudes que en el pasado fueron firmemente rechazadas por las bases de ese movimiento, como fue la constante negativa de Cuauhtémoc Cárdenas a apoyar en 2006 la opción presentada por su partido, colaborando así a la consolidación de la tendencia derechista a la que incluso sirvió antes como funcionario público a la cabeza de la comisión foxista de celebraciones bicentenarias. Cerrar los ojos ante esa realidad y preferir la ilusión óptica de la unidad a toda costa, con candidaturas de por medio como pago inmediato, es una forma cómoda de anidar los mismos desenlaces ya conocidos en años recientes.

Josefina Vázquez Mota y Felipe Calderón Hinojosa comieron ayer en Los Pinos pero no se supo si el menú había consistido en barbacoa de Cordero o en arroz que ya se había cocido. Lo único cierto es que la candidata de la sonrisa eterna y el comandante que presuntamente va de salida creyeron necesario frenar con rapidez las versiones de distanciamiento entre la supuesta hija desobediente y el ejecutivo siempre con ganas de ejecutar. Pegada sin descanso a la mueca de triunfalismo y condescendencia que le ha impuesto el publicista Antonio Solá (¿qué tal si ahora propone como lema Josefina, un peligro para la sinceridad?), la solicitante literaria de viudez por intermediación divina se esmeró luego del encuentro gastronómico en precisar que tiene una relación excelente con la pareja que actualmente ocupa Los Pinos y que todo fluye de maravilla, excelente, extraordinario, sensacional, de primera.

En cambio, Santiago Creel (de por sí muy golpeado por la realidad panista que no sólo no le favoreció, como él mismo aceptó con entusiasmo eufemístico, sino que virtualmente lo ignoró) se enreda ahora en otro episodio de despechos y revanchas, aventurero como siempre ha sido el ex secretario de Gobernación al que ha acusado Bernardo Sepúlveda Amor de obstruir traicioneramente su camino rumbo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación varios años atrás. Honrosamente designado ahora como vicepresidente de la Corte Internacional de Justicia, reveló las presuntas maniobras del senador con licencia (que podría haber ganado como consolación una candidatura por la vía plurinominal a San Lázaro, como Ernesto Cordero lo podría hacer hacia el Senado) y, obviamente, el aludido negó todo.

Convertidas en oráculos por todos aceptados (la izquierda las ha asumido como coartada técnica para dedazos y negociaciones en lo oscurito), las encuestas generan revuelos a conveniencia de los que pagan cada emisión de ellas. Una de las casas especializadas en esos estudios de opinión pública anuncia desgracias para el Copete que Cae (habría perdido 18 puntos), venturas para la Sonrisa Tatuada (que habría subido nueve puntos) y estancamiento para el Neomaderista Amoroso (que nomás habría aumentado un punto). En respuesta, el peñanietismo soltó una elaboración estadística en su favor, en la que sigue apareciendo en supuestas alturas inalcanzables. Entre encuestas, y patrocinadores de ellas, te veas.

Y, mientras el distinguido panista de la vieja guardia, Juan de Dios Castro, que dejó hace poco la subprocuraduría federal de derechos humanos, grita ¡corrupta! en una reunión de militantes de blanco y azul al ser citado desde la mesa directiva el nombre de Josefina Vázquez Mota, según en http://bit.ly/x1zImD puede verse, ¡hasta mañana, con el ex gobernador Mario Villanueva en disfrute de una parte de sus bienes decomisados!

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