José Gil Olmos
Los tres principales candidatos presidenciales han comenzado una campaña mediática novedosa con la que intentan acercarse más al electorado. Se trata de exponer parte de su vida familiar, íntima, con la idea de mostrarse más humanos o, incluso, adelantarse a posibles escándalos, como es el caso del priista Enrique Peña Nieto y los hijos que ha tenido fuera del matrimonio.
Pero esta campaña rosa, por llamarla de alguna manera, en la que el perredista Andrés Manuel López Obrador aparece con su hijo más pequeño y su segunda mujer, Beatriz Gutiérrez Müeller; donde la panista Josefina Vázquez Mota se exhibe con su familia como si fuera Navidad, y Peña Nieto joven sonríe junto a su primera esposa, no habrá de durar mucho, porque ya está tocando la puerta la otra campaña, conocida como guerra sucia, que al parecer predominará en todo el proceso electoral.
Los escándalos venden más que las páginas de sociales en las que en los últimos días han aparecidos los virtuales candidatos presidenciales de PAN, PRI y PRD. Y, lamentablemente, de escándalos está hecha la vida de los políticos mexicanos.
De la vida del priista Peña Nieto hay mucha tela de dónde cortar y, con el paso del tiempo, sus historias personales y políticas se han ido desgranando y, seguramente, conforme avance la campaña presidencial, tomarán nuevos bríos para que sus adversarios las aprovechen y saquen ventaja de cada una de ellas.
Hasta el momento conocemos la historia del contrato millonario que desde hace cinco años hizo el exmandatario mexiquense con Televisa para que le hiciera su campaña. También el escándalo de corrupción de su tío Arturo Montiel, al cual solapó al relevarlo en el gobierno de esa entidad.
Otras historias igualmente escandalosas son la muerte de su primera esposa, Mónica Pretelini, hechó que está salpicado de claroscuros, lo mismo que los hijos que tuvo fuera de su matrimonio, uno de los cuales murió a corta edad.
Todas estas historias, más las de integrantes de su partido que están siendo acusados de tener vínculos con el narcotráfico, alimentarán la campaña sucia que seguramente escalará cuando inicie el proceso electoral.
Para amortiguarla, el propio Peña Nieto ha hablado de algunas partes de su vida íntima, pero esto no será suficiente y, quizá, en un momento determinado ello podría ser usado en su contra.
En un hecho inédito, Andrés Manuel López Obrador también abrió las puertas de su casa para mostrar a su nueva familia y pedir la confianza de la ciudadanía, pues todavía muchos recuerdan su intolerancia a la crítica y las acciones de resistencia que encabezó en el 2006 como cerrar por meses una de las avenidas más importantes de la Ciudad de México, Reforma, y declararse “presidente legítimo”.
Aunque el perredista se ha cuidado de los escándalos personales, para algunos no se olvida el proceso de licitación millonario para la construcción del segundo piso en el Periférico sur del Distrito Federal, cuya información se clasificó, quedando pendiente conocer todo el gasto que entonces se hizo para la magna obra vial.
Sin embargo su partido, el PRD, tiene integrantes que siguen en el escándalo, como la exgobernadora de Zacatecas, Amalia García, quien está siendo investigada por el desvío de recursos en su gestión. O el exmandatario de Michoacán, Leonel Godoy, quien fue acusado por el gobierno federal de solapar al crimen organizado.
Mientras que en el caso de Josefina Vázquez Mota, la virtua candidata presidencial panista se ha dejado retratar junto con su familia en un intento por mostrarse no sólo triunfadora en la política, sino también como esposa y madre, creando una imagen ejemplar e inspiradora de mujer triunfadora.
No obstante, su partido y algunos de sus integrantes tienen historias que también pueden alimentar una guerra sucia en su contra.
Si en el caso del PRI tres exgoberndores de Tamaulipas son investigados por presunta vinculación con el narcotráfico, Sergio Estrada Cajigal, exgobernador panista en Morelos, también podría ser investigado por la mismas causas, pues durante su gobierno se solapó al cártel de Juárez, e incluso la hija de Juan José Esparragoza, El Azul, Nadia Patricia, era su novia y llego a pasearla en el helicóptero oficial.
Todas estas historias citadas al vuelo son públicas. Faltan todavía las que están pendientes y que en un momento determinado podrían ser publicadas para crear escándalo y “ruido” en la ciudadanía.
La guerra sucia, sin embargo, no sólo alcanzará a los partidos y sus candidatos, sino a la población en general, creando un ambiente de polarización muy peligroso en estos tiempos de violencia y muerte.
Los tres principales candidatos presidenciales han comenzado una campaña mediática novedosa con la que intentan acercarse más al electorado. Se trata de exponer parte de su vida familiar, íntima, con la idea de mostrarse más humanos o, incluso, adelantarse a posibles escándalos, como es el caso del priista Enrique Peña Nieto y los hijos que ha tenido fuera del matrimonio.
Pero esta campaña rosa, por llamarla de alguna manera, en la que el perredista Andrés Manuel López Obrador aparece con su hijo más pequeño y su segunda mujer, Beatriz Gutiérrez Müeller; donde la panista Josefina Vázquez Mota se exhibe con su familia como si fuera Navidad, y Peña Nieto joven sonríe junto a su primera esposa, no habrá de durar mucho, porque ya está tocando la puerta la otra campaña, conocida como guerra sucia, que al parecer predominará en todo el proceso electoral.
Los escándalos venden más que las páginas de sociales en las que en los últimos días han aparecidos los virtuales candidatos presidenciales de PAN, PRI y PRD. Y, lamentablemente, de escándalos está hecha la vida de los políticos mexicanos.
De la vida del priista Peña Nieto hay mucha tela de dónde cortar y, con el paso del tiempo, sus historias personales y políticas se han ido desgranando y, seguramente, conforme avance la campaña presidencial, tomarán nuevos bríos para que sus adversarios las aprovechen y saquen ventaja de cada una de ellas.
Hasta el momento conocemos la historia del contrato millonario que desde hace cinco años hizo el exmandatario mexiquense con Televisa para que le hiciera su campaña. También el escándalo de corrupción de su tío Arturo Montiel, al cual solapó al relevarlo en el gobierno de esa entidad.
Otras historias igualmente escandalosas son la muerte de su primera esposa, Mónica Pretelini, hechó que está salpicado de claroscuros, lo mismo que los hijos que tuvo fuera de su matrimonio, uno de los cuales murió a corta edad.
Todas estas historias, más las de integrantes de su partido que están siendo acusados de tener vínculos con el narcotráfico, alimentarán la campaña sucia que seguramente escalará cuando inicie el proceso electoral.
Para amortiguarla, el propio Peña Nieto ha hablado de algunas partes de su vida íntima, pero esto no será suficiente y, quizá, en un momento determinado ello podría ser usado en su contra.
En un hecho inédito, Andrés Manuel López Obrador también abrió las puertas de su casa para mostrar a su nueva familia y pedir la confianza de la ciudadanía, pues todavía muchos recuerdan su intolerancia a la crítica y las acciones de resistencia que encabezó en el 2006 como cerrar por meses una de las avenidas más importantes de la Ciudad de México, Reforma, y declararse “presidente legítimo”.
Aunque el perredista se ha cuidado de los escándalos personales, para algunos no se olvida el proceso de licitación millonario para la construcción del segundo piso en el Periférico sur del Distrito Federal, cuya información se clasificó, quedando pendiente conocer todo el gasto que entonces se hizo para la magna obra vial.
Sin embargo su partido, el PRD, tiene integrantes que siguen en el escándalo, como la exgobernadora de Zacatecas, Amalia García, quien está siendo investigada por el desvío de recursos en su gestión. O el exmandatario de Michoacán, Leonel Godoy, quien fue acusado por el gobierno federal de solapar al crimen organizado.
Mientras que en el caso de Josefina Vázquez Mota, la virtua candidata presidencial panista se ha dejado retratar junto con su familia en un intento por mostrarse no sólo triunfadora en la política, sino también como esposa y madre, creando una imagen ejemplar e inspiradora de mujer triunfadora.
No obstante, su partido y algunos de sus integrantes tienen historias que también pueden alimentar una guerra sucia en su contra.
Si en el caso del PRI tres exgoberndores de Tamaulipas son investigados por presunta vinculación con el narcotráfico, Sergio Estrada Cajigal, exgobernador panista en Morelos, también podría ser investigado por la mismas causas, pues durante su gobierno se solapó al cártel de Juárez, e incluso la hija de Juan José Esparragoza, El Azul, Nadia Patricia, era su novia y llego a pasearla en el helicóptero oficial.
Todas estas historias citadas al vuelo son públicas. Faltan todavía las que están pendientes y que en un momento determinado podrían ser publicadas para crear escándalo y “ruido” en la ciudadanía.
La guerra sucia, sin embargo, no sólo alcanzará a los partidos y sus candidatos, sino a la población en general, creando un ambiente de polarización muy peligroso en estos tiempos de violencia y muerte.
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