Rubén Cortés
Es estremecedor el testimonio del vicario de la Sierra Tarahumara, Héctor Fernández: la ayuda que les llegó a los indígenas rarámuris, tras la crisis humanitaria que viven desde octubre pasado, consiste en ropa infestada de ratas y latas de comida podrida.
Se refiere al aporte del GDF y del Club las Chivas de Guadalajara. Pero seguramente quienes recibieron la ayuda la mandaron sin revisarla, dada la urgencia del problema, que solo en la clínica Santa Teresita, en Creel, hizo que fueran atendidos 250 mil rarámuris por desnutrición.
Como sea, la culpa principal es del gobierno priísta de Chihuahua, que implementó un programa de rescate hasta tres meses después del desastre, ocurrido a causa de la más reciente temporada de frío y una sequía prolongada en el norte del país.
El gobernador César Duarte inició apenas el 30 de enero el Programa de Desarrollo Integral para la Sierra Tarahumara, para mitigar la hambruna de 500 mil indígenas, provocada por la pérdida de 45 mil hectáreas de maíz, 15 mil hectáreas de frijol y 100 mil vacas.
Duarte fue incapaz de actuar con agilidad ante un problema que tenía tres meses. Sin embargo, no solo fue lento, sino también desorganizado y negligente, como documentó en el gimnasio del ayuntamiento del municipio de Carichí, el reportero de la Razón, Adrián Castillo:
“La entrega de despensas estaba programada como una medida extraordinaria, pero decenas de no indígenas fueron los primeros en recibirlas, en colocarlas en sus camionetas y en llevárselas a sus casas, ubicadas aquí mismo dentro de la cabecera municipal.
“Los rarámuris, unos 200, sí ocuparon las primeras filas del sillerío y cinco de ellos recibieron “simbólicamente” los alimentos: una caja con dos kilos de harina, cuatro sopas, un sobre de leche en polvo y arroz, después de caminar 20 kilómetros”.
Una burocracia, cuando menos, criminal, porque ha ocasionado, entre otros motivos, que las condiciones de vida de los rarámuris sean peores que las de todos los países del mundo, según de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
El municipio Batopilas (lugar de nacimiento del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín), tiene un Índice de Desarrollo Humano de la Población Indígena de 0.310, cifra menor a la del país más atrasado del mundo: Níger, que registra 0.330.
Tampoco se trata únicamente de negligencia oficial, sino también de algunos ciudadanos. “Muchos aprovechan para sacar la ropa vieja, llegó un cargamento de latas caducadas. La Tarahumara no es basurero, se quejó el vicario ayer con Pablo Hiriart, en Frente al País, de Grupo Imagen.
Porque también en la sociedad debe entenderse que la solidaridad no consiste en regalar lo que nos sobra: la verdadera solidaridad es compartir lo que tenemos.
Es estremecedor el testimonio del vicario de la Sierra Tarahumara, Héctor Fernández: la ayuda que les llegó a los indígenas rarámuris, tras la crisis humanitaria que viven desde octubre pasado, consiste en ropa infestada de ratas y latas de comida podrida.
Se refiere al aporte del GDF y del Club las Chivas de Guadalajara. Pero seguramente quienes recibieron la ayuda la mandaron sin revisarla, dada la urgencia del problema, que solo en la clínica Santa Teresita, en Creel, hizo que fueran atendidos 250 mil rarámuris por desnutrición.
Como sea, la culpa principal es del gobierno priísta de Chihuahua, que implementó un programa de rescate hasta tres meses después del desastre, ocurrido a causa de la más reciente temporada de frío y una sequía prolongada en el norte del país.
El gobernador César Duarte inició apenas el 30 de enero el Programa de Desarrollo Integral para la Sierra Tarahumara, para mitigar la hambruna de 500 mil indígenas, provocada por la pérdida de 45 mil hectáreas de maíz, 15 mil hectáreas de frijol y 100 mil vacas.
Duarte fue incapaz de actuar con agilidad ante un problema que tenía tres meses. Sin embargo, no solo fue lento, sino también desorganizado y negligente, como documentó en el gimnasio del ayuntamiento del municipio de Carichí, el reportero de la Razón, Adrián Castillo:
“La entrega de despensas estaba programada como una medida extraordinaria, pero decenas de no indígenas fueron los primeros en recibirlas, en colocarlas en sus camionetas y en llevárselas a sus casas, ubicadas aquí mismo dentro de la cabecera municipal.
“Los rarámuris, unos 200, sí ocuparon las primeras filas del sillerío y cinco de ellos recibieron “simbólicamente” los alimentos: una caja con dos kilos de harina, cuatro sopas, un sobre de leche en polvo y arroz, después de caminar 20 kilómetros”.
Una burocracia, cuando menos, criminal, porque ha ocasionado, entre otros motivos, que las condiciones de vida de los rarámuris sean peores que las de todos los países del mundo, según de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
El municipio Batopilas (lugar de nacimiento del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín), tiene un Índice de Desarrollo Humano de la Población Indígena de 0.310, cifra menor a la del país más atrasado del mundo: Níger, que registra 0.330.
Tampoco se trata únicamente de negligencia oficial, sino también de algunos ciudadanos. “Muchos aprovechan para sacar la ropa vieja, llegó un cargamento de latas caducadas. La Tarahumara no es basurero, se quejó el vicario ayer con Pablo Hiriart, en Frente al País, de Grupo Imagen.
Porque también en la sociedad debe entenderse que la solidaridad no consiste en regalar lo que nos sobra: la verdadera solidaridad es compartir lo que tenemos.
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